sábado, mayo 05, 2018

Música Pop: ¿Existe la receta para fabricar un hit mundial?

El Mercurio

En su libro "La fábrica de canciones", el escritor norteamericano John Seabrook recuerda a los grandes creadores en serie que ha tenido la música popular y se adentra en sus técnicas, tesis que los especialistas comparten, pero a la vez rebaten. 

Por Sebastián Cerda

Cuenta John Seabrook, cronista del New Yorker, que el momento clave lo vivió en esa instancia privilegiada de exposición radial que representa un trayecto en automóvil, sobre todo cuando quien viaja en el asiento del copiloto es un hijo adolescente.

Entregado sin remedio al zapping de un menor en pleno período de vulnerabilidad ante los rankings , el norteamericano no pudo más que entregar sus oídos a la oferta disponible, y entonces reparó por primera vez en que todo aquello que escuchaba convergía en una característica común. "Las canciones del coche no eran conmovedoras baladas de cantautor, sino productos industriales destinados a centros comerciales, estadios, aeropuertos, casinos, gimnasios y el espectáculo de intermedio del Super Bowl", notó.

Imbuido en el ejercicio, el escritor comenzó a reconocer que ciertos principios, e incluso ciertas estructuras, se repetían de un tema a otro, en ciclos que más temprano que tarde terminaban por llevar de vuelta a sus oídos el mismo hit de hacía un rato. "Me armo de paciencia para escucharlo otra vez, pero cuando empieza, me siento extrañamente entusiasmado", dice.

No es casual: "La melodía y el ritmo están deliciosamente entrelazados, las bases producen vibraciones placenteras en el esternón, y los hooks aportan el equivalente espiritual de lo que los fabricantes de snacks llaman el punto de placer".

Todo ese proceso, su historia y sus protagonistas son los que Seabrook decidió estampar en el libro "La fábrica de canciones", que desde hace unos meses se encuentra disponible en librerías chilenas (Reservoir Books, $16.000), y que tal como sugiere su título se adentra en las factorías de éxitos en la música pop.

Porque, según el autor, hoy en día "los éxitos de radio vuelven a ser manufacturados por compositores profesionales", y él se encarga de identificarlos y de revelar parte de sus modus operandi . Como el mítico Denniz PoP, quien estuvo tras obras de Ace of Base, Dr. Alban, Backstreet Boys y Britney Spears, entre muchos otros, o su discípulo Max Martin, quien ha trabajado en casi todas las escenas juveniles desde los 90 hasta hoy.

Según Carlos Figueroa, director musical reconocido por su rol en el Festival de Viña del Mar y otros proyectos, ese tipo de producción en serie es absolutamente posible. "Esto hay que enmarcarlo dentro de un contexto sociocultural", dice, dando cuenta de la importancia que cada momento tiene en la estandarización de los gustos.

Incluso cuenta que a él mismo le tocó vivir a escala local esta manera de operar, durante su trabajo como sesionista a inicios de los 90: "En esa época se marcó un quiebre, y el pop empezó a tener patrones. Se veía lo que funcionaba y se decidía seguir haciéndolo, suponiendo que volvería a funcionar. Muchos productores nos entregaban una maqueta hecha, nos decían 'basémonos en este disco', y nos encargaban tocar de esa manera. Y funcionaba. La idea siempre es evocar sensaciones que te permitan acercarte a esa música".

La predestinación de un hit

Pero una cosa son las intenciones y otra son los resultados. Juan Andrés Ossandón cree que estos últimos tienen una cuota impredecible, y que son fruto de cierta sintonía entre compositor y audiencia, antes que de meter una lista de ingredientes a una licuadora.

"Creo que es profundamente barsa plantearse de antemano la posibilidad de hacer un hit. Efectivamente, hay personas que están más conectadas con lo que la gente quiere, más sintonizados con una especie de sentido común. Pero yo quiero creer que lo que hacen es algo genuino", dice.

En Chile, Ossandón sabe de números uno. Su firma está detrás de éxitos tan difundidos como "Hay un límite" (Aleste), "Mañana" (Myriam Hernández) y "Mi loco amor de verano" (Andrés de León), entre otros. Sin embargo, asegura que al momento de trabajar en esas canciones no estaba en su cabeza la posición que ocuparían en los rankings .

"Más bien me gusta conectarme con historias que terminen provocando cosas, y que algo de verdad puedan tener. Para mí la música pasa por ahí: Qué es lo que alguien que canta tiene que decir, y cómo una persona con cierta sensibilidad lo ayuda a canalizar eso, a conectarse más fácilmente con el público".

Gustavo "Guz" Pinochet también sabe de éxitos. Su nombre figura tras numerosos proyectos del siglo XXI, aunque sin dudas el más relevante de ellos fue Kudai, para quienes firmó singles como "Sin despertar", "Escapar", "Ya nada queda" y "Déjame gritar".

Desde su perspectiva, es posible componer con el objetivo claro de sonar en las radios o formar parte de una escena bullente, aunque de ahí a que la apuesta resulte exista un largo trecho. "Cada compositor es diferente en sus propósitos, y dependiendo del momento, las circunstancias o los requisitos de la producción, puede componer para fluir o buscando un efecto determinado. Y a veces se puede dar", afirma.

El factor magia

Si alguien decide enfrascarse en la tarea de componer un hit, hay ciertas cosas que debería tener en cuenta, aunque para John Seabrook existe una estructura primordial que se antepone a cualquier otra: el hook , término cuya traducción literal es gancho o anzuelo.

Este segmento, de acuerdo con "La fábrica de canciones", correspondería a "una frase corta cantada, que atrapa el ritmo con garras melódicas y se eleva hacia las alturas. Las canciones están plagadas de hooks , elaborados con meticulosidad para activar en el cerebro el placer de la melodía, el ritmo y la repetición".

"Los hits siempre tienen un hook corto, un golpe fuerte de estribillo con una frase que se te queda pegada", concuerda Pinochet, mientras que Ossandón matiza especificando que estos ganchos, antes que una técnica aplicable sin más, son "un gran intangible que la canción tiene o no tiene. No son como una corchea o un compás, sino algo intuitivo".

Para este compositor, en cambio, un lugar más preponderante vendrían a ocuparlo "las letras, que lo que digas pegue en un lugar sensible a la mayoría de la gente", junto con "el groove , el ritmo", arena que en este momento está monopolizada por la música dance y urbana.

Pero más allá de todo eso, asegura Guz, está algo que él llama simplemente "magia". Ahí radica "lo bonito de la música: que a pesar de que puedas seguir ciertos tips, hay una cosa misteriosa, que no sabemos cuál es, que hace que una canción pueda ser un hit. A veces lo buscas y no resulta, y otras veces te resulta sin haberlo buscado. Hay cosas comunes que las canciones pueden tener, puede haber un hook muy pegadizo, pero también es cierto que no por tenerlo será un hit. Tiene que estar esa magia, de lo contrario esto sería simplemente una fórmula y cualquiera podría hacer éxitos".

Y quienes lo logran, sabemos, son solo unos pocos.

 El paradigma "Despacito"

Si de hits se trata, la temporada 2017 dejó para la historia un caso paradigmático: "Despacito", la omnipresente canción que igualó el récord histórico del Billboard (16 semanas en el número uno), pulverizó los registros de YouTube (suma más de cinco mil millones de reproducciones) y fue reinterpretada en infinidad de idiomas y estilos. Según Juan Andrés Ossandón, se trata "una muy buena canción, bien armada, bien construida, sólida, con códigos románticos enchapados en reggaetón", algo con lo que concuerda Carlos Figueroa, quien la define como "un reggaetón más melódico, con una letra coqueta, pero que no alcanza a ser subida de tono". Gustavo Pinochet, en tanto, especifica que "tiene varias cosas llamativas"; entre ellas, una estructura rupturista y poco tradicional, con dos coros y un arreglo que cambia constantemente, lo que permite "que uno se vaya manteniendo entretenido". Pero lo más importante de todo, asegura, "es que tiene magia".

Un ejemplo local

En 2015, Chile se alistaba para recibir en sus canchas la disputa por la Copa América, torneo que contó con un himno firmado por Noche de Brujas. Según decía el grupo entonces, la canción "Al sur del mundo" fue hecha tras un acabado estudio de hits mundialeros como los de Ricky Martin y Shakira, lo que dio como resultado una pieza carnavalesca, que arrancaba con un sonoro "la la la", y que incluía desde fraseos de inspiración reggaetonera hasta sonidos propios de la EDM. "Es una mezcla de lo que está sonando, el pop latino de Pitbull, una percusión muy latina" y un coro "bien pegote", explicaba Héctor "Kanela" Muñoz. "En una sola pasada, la canción ya te enganchó", prometía. El tema contó con la amplificación natural dada por el torneo, pero lo cierto es que una vez terminada la ceremonia final, su impacto se extinguió.

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