Elena Irarrázabal Desde Bogotá
Cultura
El Mercurio
Siete orquestas, 15 escenarios y 28 mil espectadores son cifras del gran evento musical colombiano. Bajo el título "Bogotá es Brahms, Schubert, Schumann", un público masivo se volcó a la cuarta versión de este festival internacional, convertido en modelo para el continente.
Coordinar cientos de ensayos y alimentar a muchos instrumentistas hambrientos cuando finaliza su concierto. Planificar los tiempos y traslados para no ser vencido por el tráfico bogotano o las copiosas lluvias que caen de improviso sobre esta ciudad rodeada de montañas verdes. Contar con traductores para los idiomas de las 14 nacionalidades de músicos que concurren al evento y se alojan en el mismo hotel. Elaborar un repertorio que deje satisfecho a los puristas, pero también al público que asiste a los 12 conciertos gratuitos, realizados en iglesias, teatros y plazas.
Son algunas de las tareas que contempla la organización del Festival Internacional de Música Clásica que la ciudad de Bogotá realiza cada dos años, ya en su cuarta versión. Las iniciativas anteriores se centraron en Mozart, Beethoven y en los compositores rusos. Entre el 17 y el 20 de abril, les tocó su turno a los románticos alemanes en esta iniciativa dirigida por el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
Como explica el crítico musical Santiago Martín Bermúdez, de la prestigiosa revista Scherzo, "el fenómeno del Festival de Bogotá va más allá de los conciertos que se celebran en ámbitos cerrados, en salas de cámara, en auditorios sinfónicos. El fenómeno es el de propagar entre poblaciones que nunca asistieron a un concierto coral o camerístico, vocal o sinfónico, una iniciación al repertorio llamado clásico. Es una reasignación de recursos en un país en el que la injusticia ha tenido un rostro especialmente duro".
Casi 40 solistas -entre ellos el renombrado pianista británico Stephen Hough, el violinista taiwanés Ray Chen, el tenor alemán Christoph Prégardien y el violonchelista alemán Jan Vogler-, 8 directores, 5 coros, 4 cuartetos (como el de Mandelring) tocaron en distintos escenarios. Lo hicieron frente a un público diferente al usual, ya que al festival acudieron muchos niños y jóvenes que celebraron con espontaneidad los acordes románticos de Johannes Brahms, Franz Schubert y Robert y Clara Schumann.
Ramiro Osorio, quien fuera el primer ministro de Cultura que tuvo Colombia y hoy es el director general del Teatro Julio Mario Santo Domingo, quedó encantado al cierre del festival: "Tengo un balance muy satisfactorio por la excelencia artística y amplitud de la oferta musical, que permitió conocer repertorios que poco se tocan en Colombia. Tuvimos una sobresaliente asistencia y se conjugó la satisfacción de los melómanos y la creación de nuevas audiencias".
La cantante lírica colombiana Yalilé Cardona es codirectora del festival. Ella reside en Viena y desde allí gestiona este enorme evento musical, que en 2019 incluyó a la Filarmónica de Konstanz, la Orquesta del Festival de Dresden y la Orquesta Sinfónica de Amberes, además de agrupaciones colombianas como la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB), la Sinfónica Nacional de Colombia y la Fusión Filarmónica Juvenil de la OFB, entre otras.
Una vez instalada en Bogotá antes del evento, Yalilé Cardona se involucra en toda la logística del festival, en la que reconoce que lo más complejo es la coordinación de los múltiples ensayos, realizados en distintos lugares de la urbe, además del transporte de instrumentos.
"De las cosas que aprecio de este festival es la gran presencia de juventud, algo que no siempre se ve. También me gusta la conjunción entre el goce de las piezas que ya se conocen y los descubrimientos. A veces en estos festivales se tiende a ampliar los parámetros y hacer crossover , pero nuestra decisión es hacer música clásica y formar a las audiencias", explica Cardona.
Osorio destaca los múltiples conciertos de Lieder . "Muchos nunca se habían escuchado en Bogotá", dice. De los conciertos, varios recibieron aplausos clamorosos, como el multitudinario recital de los coristas de la Universidad de la Música de Viena, en la iglesia de Suba. También los dos conciertos con el pianista Stephen Hough como solista, quien interpretó obras de Schumann y de Brahms.
Música barroca en 2021
"El Concierto para Piano N° 1 de Brahms fue una de esas actuaciones inolvidables, en que cada compás fue exquisitamente natural y, a menudo, íntimamente espontáneo. Hough entró en tal concentración y arrebatamiento que el nivel de atención en la sala, que ya era alto, aumentó hasta poderse escuchar los contornos de cada una de sus notas", escribió Laurence Vittes en Bachtrack.
Ramiro Osorio también destaca la forma en que la ciudad se apropia del festival. "La iniciativa genera un impacto en toda la urbe, que contribuye a darle una marca de calidad de Bogotá". Uno de los momentos especialmente emotivos fue en la sesión final, cuando antes de iniciarse el Réquiem Alemán de Brahms, Osorio anunció que el próximo festival estará dedicado a la música barroca, lo que fue recibido con espontáneos vítores y aclamaciones, como lo describió Vittes, crítico de las revistas Gramophone y Bachtrack: "Es lo que le gusta al público del festival: enamorarse de la música".
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