El Mercurio
No hay tregua ni para los cantantes ni para la orquesta ni para el público en los recitales que la soprano rusa y el tenor azerbaiyano realizan por el mundo. Aquí lo que sucedió en el Royal Albert Hall de Londres, el 23 de mayo.
Por Juan Antonio Muñoz H.
Anna y Yusif cantarán el 31 de julio en el Movistar Arena. Santiago será escenario del debut en América Latina de la gran soprano rusa, y por eso la expectación es enorme. Desde aquí seguirán a Sao Paulo (6 de agosto), Lima (9) y Buenos Aires (12 y 15). Si bien el repertorio es diferente en las distintas ciudades, la dinámica de sus conciertos es común, de modo que saber cómo fue el espectáculo que ofrecieron el Royal Albert Hall de Londres, donde actuaron ante más de 5 mil personas, opera como incentivo para ir.
Ellos entran en materia de inmediato y así como en el Reino Unido su concierto inició con el dúo del primer acto de "Otello" (Verdi), en Chile el repertorio abrirá con algo harto más popular: el Brindis de "La Traviata", lo que garantiza fiesta y ovaciones desde el minuto uno.
No más comenzar y ya queda claro que la estrella es ella, pero no hay que confundirse, porque el tenor Eyvazov tiene mucho que ofrecer en términos de carisma y solidez vocal. Su material no es el adecuado para Otello, pero Anna despliega un lirismo conmovedor y usa su voz con generosidad, prolongando pianísimos y llenando el enorme recinto londinense con la belleza de su voz, pero sobre todo con su personalidad.
Esa cualidad de Anna Netrebko -vestida de azul cobalto con el pelo tomado en look diva (ver foto pequeña)- es un elemento fundamental en el éxito que consigue. Domina de tal modo la escena y se conecta de manera tan particular con el público, que es muy difícil sustraerse al magnetismo de su figura; por eso es que la adoran las marcas.
Esto se amplifica cuando arremete sobre la difícil aria "Ritorna Vincitor" ("Aida"), una suerte de gran recitativo donde debe transitar desde la exaltación guerrera a la furia, el arrepentimiento y la intimidad de una plegaria. Tal papel lo cumplirá aquí su "Pace, pace mio Dio", de "La Fuerza del Destino" donde, tras la evocación del amado, el personaje de Leonora termina maldiciendo su vida y deseando su propia muerte.
Es gran actriz Anna Netrebko, conoce todos los trucos para ganarse a la galería y subraya con plumón cada intención dramática. Y él, en tanto, se revela como una suerte de ciclón. Tiene una voz férrea, que expone con gran energía. Canta forte y matiza poco, pero conquista con la franqueza de su canto, con sus agudos prolongados y con su gesto rotundo, como ocurre con "La vita è inferno" ("La Fuerza del Destino") y sobre todo con un contundente "No puede ser" (Sorozábal).
Anna luce su exquisito fraseo y sentido del ritmo en las evoluciones de la imparable "Cecilia", de Richard Strauss, que lamentablemente no está en el programa chileno, y el maestro Jader Bignamini hace brillar a la Royal Philharmonic Concert Orchestra en la "Marcha Húngara" de "La Condenación de Fausto" (Berlioz); él mismo estará aquí al frente de la Filarmónica de Chile. La primera parte concluye con el dúo del primer acto de "Tosca" (Puccini), con la soprano cantando desde afuera del escenario su "Mario, Mario, Mario!". Ella dice que el personaje de Floria Tosca no la convence, pero lo cierto es que pone un pie en el escenario y se convierte de golpe en esta intensa y celosa heroína romana que es una seductora irresistible. Yusif también hace lo suyo, con su convincente Cavaradossi.
Rusia no podía no estar en este concierto, de manera que Anna -ahora con el pelo suelto y un gran vestido blanco-marfil, con brillos y larga cola- canta la entrañable escena de María de "La novia del zar", de Rimsky-Korsakov, y Eyvazov va sobre la inclemente aria de Balash de la ópera "Sevil" (1953) de Fikret Amirov, un destacado compositor de Azerbaiyán. Fue muy celebrado, en especial por la colonia azerbaiyana presente, que a este punto ya levantaba banderas.
Luego Anna triunfa con una versión antológica de "Ebben, ne andrò lontana", de "La Wally" (Catalani), y Yusif hace lo propio con "Nessun dorma" ("Turandot"), con un estentóreo "Vincerò" final que desata la locura de los asistentes. Tras el "Intermezzo" de "Manon Lescaut" (Puccini), todo termina con un estremecedor "Vicino a te", de "Andrea Chénier" (Giordano), que muestra por qué la incombustible Anna fue aclamada con su Maddalena di Coigny en la Scala y por qué el difícil público milanés aplaudió también a Yusif Eyvazov en el rol titular.
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