El Mercurio
El solista mexicano de 81 años ha recorrido el mundo como una de las estrellas musicales del siglo XX. Hoy y mañana presenta en Chile un trabajo editado por el Fondo de Cultura Económica.
Por Romina de la Sotta Donoso
En su anterior visita a Chile, hace dos años, la Academia de Bellas Artes y la Academia de la Lengua nombraron miembro correspondiente a Carlos Prieto (1937), reconociendo su doble valor artístico, en cuanto músico y escritor. Porque este mundialmente famoso chelista ha publicado diez exitosos libros.
Ahora vuelve al país a presentar su último título, "Mis recorridos musicales alrededor del mundo. La música en México y notas autobiográficas" ($11.900, 483 páginas). Habrá dos lanzamientos, gratuitos, ambos a las 19 horas: hoy en el Instituto de Chile (Almirante Montt 453), y el martes en la librería Gonzalo Rojas del Fondo de Cultura Económica (Paseo Bulnes 152). En ambos el chelista mexicano tocará alguna Suite de Bach, además de "Bachriación" de Eugenio Toussaint, una de las 105 obras que le han dedicado y que ha estrenado él.
El libro tiene primero una historia musical de México, con interesantes observaciones sobre la vitalidad precolombina, el mestizaje cultural y el nacionalismo, y retratos de sus grandes compositores. Después, Prieto reconstruye su propia biografía como chelista. Revisa por ejemplo, cómo decidió dejar la gerencia de una siderúrgica y retomar su primera pasión, el chelo, a los 40 años. Revela, además, que haber estudiado Ingeniería y Economía en el MIT fue crucial para su desarrollo artístico; allí descubrió la música de Shostakovich y se interesó tanto en él que tomó cursos de ruso y se suscribió a la revista "Sovetskaya Muzyka", que le llegaba desde la Unión Soviética. Gracias al dominio del idioma, lo becaron para estudiar en Moscú y allá vivirá grandes aventuras.
Por ejemplo, en 1962. "Fui a la Ópera a ver 'Boris Godunov' de Mussorgsky y en el palco del zar estaba Nikita Krushev. Me llamó muchísimo la atención su magnífico humor, en los intermedios se reía a carcajadas. Al salir compré el periódico de la noche y descubrí en la última página una nota que decía que Estados Unidos acababa de iniciar un ataque contra la isla de la libertad, contra Cuba. Al llegar a mi dormitorio en la Universidad de Moscú, me esperaba un telegrama de mi padre escrito en clave. Decía que mi tío estaba enfermo en París, que urgente me fuera. Pero pensé 'es evidente que Nikita Krushev sabe más que yo y si está de tan buen humor es que la crisis no es tan seria. Solo años más tarde supe la gravedad de la crisis de los misiles", describe.
Revela también facetas desconocidas de Stravinsky, a quien conoció de niño, pues era amigo de sus padres, y articula con un agudo sentido del humor y su prodigiosa memoria un relato que resulta muy entretenido. E incluso oficia de adivino, como cuando conoce China, tres años después del fin de la Revolución Cultural. "Me invitaron a dar clases magistrales y me encontré con que los jóvenes chelistas tocaban muy mal, pero con un entusiasmo tan desbordante, que pensé que iban a mejorar su calidad rápidamente. Es de las pocas veces que una primera impresión mía ha resultado cierta. Muchos de los músicos que habían mandado a cuidar puercos terminaron siendo famosos en todo el mundo", cierra.
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