La Tercera
En su paso por Chile, el director Gustavo Dudamel reconoció varias veces que el maestro local inspiró el Sistema de Orquestas de Venezuela. En octubre se cumplen 45 años de su asesinato a manos de la Caravana de la Muerte.
Por Rodrigo González
Fue un encuentro accidentado, sin prólogos, invitaciones ni protocolos. Ocurrió este jueves, tres o cuatro horas antes de que empezara el primero de los dos conciertos que Gustavo Dudamel dio en Chile junto a su grupo estrella de orquestas del mundo y de la Fundación de Orquestas Juveniles (FOJI). Nella Camarda (89) decidió desembolsar 90 mil pesos y comprar una entrada para verlo en aquellas sinfonías de Tchaikovsky y Beethoven. El propio Dudamel se había referido en repetidas oportunidades al fallecido esposo de Camarda durante sus encuentros con la prensa en Chile y la viuda creyó que al menos debería estar en la presentación del hijo ilustre del Sistema de Orquestas de Venezuela.
Era un paso lógico y el cierre de un círculo virtuoso que indirectamente partió antes de que incluso se creara la primera orquesta juvenil del país caribeño. Hace 54 años, el maestro Jorge Peña Hen (1928-1973) había fundado en La Serena la primera orquesta infantil de Latinoamérica.
Pero la noche del jueves Nella Camarda fue un poco más allá. Ella lo cuenta así: “Insistí, insistí e insistí hasta que pude ir a su camerino. Había una lista de los que podían saludar, pero yo no estaba anotada. Finalmente me encontré con él y hasta nos tomamos una foto junto a su esposa. Y hablamos un buen rato”. Pianista y profesora en la Universidad de Chile, Camarda también le contó a Gustavo Dudamel que alguna vez le había enviado la partitura de la ópera La cenicienta de Jorge Peña Hen al mismísimo José Antonio Abreu, creador del prestigioso Sistema de Orquestas de Venezuela.
Fallecido en marzo pasado, Abreu fue el gran mentor de Gustavo Dudamel y precisamente los dos conciertos que el director ofreció este jueves y viernes en CorpArtes se llamaron A mi maestro, en homenaje a él. Con cerca de un millón de integrantes infantiles y juveniles, el llamado Sistema venezolano es una herramienta de excelencia musical, pero antes que nada es un instrumento de reinserción social para muchachos vulnerables. En ese sentido, se entiende claramente la filiación de este modelo con lo que Jorge Peña Hen hizo en los años 60.
“Lo que mi esposo buscaba era rescatar a los muchachos de una situación difícil. Él no buscaba talentos, como parece que algunos lo entienden ahora. Deseab,a por el contrario, masificar las orquestas y decía que los virtuosos se decantarían espontáneamente arriba de la pirámide”, explica su viuda sobre el músico que fue asesinado por la llamada Caravana de la Muerte el 16 de octubre de 1973. Militante socialista, Peña había realizado un viaje a Cuba con la Orquesta Infantil de La Serena pocos meses antes del Golpe. Eso bastó para que los militares lo consideraran sospechoso.
“Decían que traía armas en los estuches de los violines. Y yo me pregunto, si eso hubiera pasado, ¿dónde hubieran traído los violines?”, se pregunta su viuda, tratando de sacar cuentas con algo de humor ante la trágica muerte del músico.
A pesar de aquellos viajes al extranjero, Peña Hen nunca llegó a conocer a José Antonio Abreu. A la larga tampoco importaría. El Golpe militar de 1973 tuvo como consecuencias la muerte del maestro de La Serena, pero también la salida al exilio de al menos tres de sus colegas músicos hacia Venezuela. Allá plantaron la semilla de las orquestas juveniles.
La semana pasada, en entrevista con La Tercera, Gustavo Dudamel se refería a esta circunstancia: “El maestro Peña Hen murió como todos sabemos, pero José Antonio Abreu recogió ese germen. Se dijo a sí mismo que esta podía ser una herramienta para cambiar al mundo”. Pero además agregaba un dato curioso y que habla de la miopía que a veces se respira en los círculos intelectuales. “Y además él fue testigo de cómo a veces los grandes académicos se oponían a la idea de las orquestas de niños y jóvenes . Le decían que ‘cómo era posible que creyera en eso’”, recalcaba.
Esta misma reacción inicial del entorno es corroborada por Gabriel Canihuante, autor de la biografía Jorge Peña Hen (Editorial U. La Serena, 2017). “Se puede decir que en general siempre se lo admiró en la comunidad musical, pero hubo un grupo que lo vio como un bicho raro”, dice el periodista de La Serena.
De La Serena a Carora
Llegaron a Carora, una localidad al norte de Venezuela lejos de la vitalidad artística de Caracas, donde José Antonio Abreu trabajaba paralelamente en el futuro sistema de orquestas. Eran los músicos chilenos Hernán Jerez, Sergio Miranda y Pedro Vargas. Su arribo a la localidad cerca de la frontera con Colombia tenía lógica: había que hacer música donde no existiera, enseñar donde fuera difícil. Ellos mismos lo habían hecho en La Serena, lejos de Santiago.
Dudamel, que nació en Barquisimeto (en el mismo estado de Lara, donde queda Carora), tiene palabras al respecto: “Además de hablar de Peña Hen, el maestro José Antonio Abreu siempre mencionaba a Hernán Jerez Klopfer. Era una persona de una gran modestia, pero al mismo tiempo de un nivel superior de conocimientos. Podría haber ido a otra parte, pero se dedicó a la enseñanza en Carora”.
La viuda de Peña Hen también recuerda a Hernán Jerez: “Por esas cosas del destino conocí a su hijo, un venezolano. Me contó que su padre ya había muerto, pero que él estaba viviendo en Chile hace como un año. Y una de las cosas que me alegró más es que está haciendo clases, enseñando música a muchachos en La Granja. Enseña chelo y violín”.
El carácter inherentemente quijotesco de un proyecto de orquestas juveniles tiene que nacer necesariamente de alguien con energía y voluntad de sobra. La viuda de Peña Hen recuerda esas características en su fallecido esposo. “Era una persona con una capacidad de organización extraordinaria. Era capaz de armar todas las actividades del año siguiente en apenas unos cuantos minutos y con lujo de detalles”, rememora.
La creación de la primera orquesta en La Serena se origina a partir de una adversidad que Jorge Peña Hen transformó en ventaja. “En el año 1964 el Congreso rechazó una ley para crear una Orquesta Filarmónica del Norte, que era una idea de Jorge. Llevábamos 14 años trabajando en ese proyecto y se fue abajo. Cuando supimos de la noticia, mi esposo y yo habíamos sido invitados a EEUU, donde presenciamos justamente un concierto en el que un grupo de niños era la parte más importante. Fue ahí cuando se nos ocurrió que era eso lo que debíamos hacer”, recuerda Nella Camarda.
Llegaron al país y empezaron a formar la agrupación con seis alumnos de cada curso en los establecimientos de La Serena y con instrumentos prestados o usados. “Esto fue en marzo y en diciembre de 1964 ellos dieron el primer concierto”.
Amante de Beethoven y Wagner, Peña Hen fue antes que nada un gran difusor de la música de Johann Sebastian Bach. “No hay que olvidar que nosotros creamos la Sociedad Bach de La Serena. Jorge dirigía mucho la Sinfónica de Chile y fuimos los primeros que tocamos la Pasión según San Mateo en Chile. Trajimos varios músicos de refuerzos desde Santiago, porque es una obra muy compleja”, dice orgullosa la pianista.
Además de pedagogo, director de orquesta y difusor, Jorge Peña Hen fue compositor. Creó cuartetos para cuerdas, óperas y hasta una concierto para piano escrito como regalo de matrimonio para su esposa. “Nunca se ha tocado. Fue en el año 1952. En ese mismo momento me dijo que en ocho años más, en 1960, tocaríamos la Pasión de Bach. Y lo logró. A ese nivel llegaba su capacidad de organización”, dice su viuda.
La actual Fundación de Orquestas Juveniles (FOJI) fue creada en el 2001 durante el gobierno de Ricardo Lagos, que como ministro de Educación viajó en 1992 a Venezuela junto al fallecido director de orquesta y Premio Nacional de Música Fernando Rosas. Allá recogieron el modelo que a su vez desarrolló José Antonio Abreu y fue influido por tres maestros chilenos amigos de Jorge Peña Hen. Fue una vuelta del destino. Como también lo fue otra, más triste: algunos de los primeros músicos que Peña Hen reunió para la Sinfónica de La Serena en 1956 eran de bandas de los regimientos de La Serena. A uno de ellos, el regimiento “Arica”, fue a parar y morir en octubre de 1973.
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