El Mercurio
El tenor azerbaiyano, que cantará en Chile junto a la soprano rusa, dice que la carrera no se hace con la voz, sino con la cabeza: "Los jóvenes deben huir de quien les diga que en cuatro años estarán cantando en todas partes; eso es una mentira y nadie puede garantizar una cosa así".
Por Juan Antonio Muñoz H., desde Londres, Reino Unido.
Es el marido de la gran Anna Netrebko, pero también un tenor con una sólida carrera, que ha probado lo que vale ante públicos que no perdonan, como el de la Scala de Milán o el de Nueva York, y que trabaja día a día para perfeccionar su arte. Es, además, un tipo simpático, llano, que conquista con su generosidad expresiva.
Aunque hay sol en Hatch End, un área al noreste de Londres, el aire está frío, y Yusif Eyvazov (Bakú, Azerbaiyán, 1977) protege su garganta con doble foulard e indaga cómo es el clima en Chile a fines de julio. "¿Hace frío?", pregunta. "Bueno, no como en Siberia, pero es pleno invierno en esa fecha. Promedio unos cinco grados de mínima".
"¡Anna, hay como cinco grados en Chile en julio! ¡Tenemos que ir preparados!", le dice a su esposa, que come un plátano y mira su teléfono móvil en la mesa vecina.
-Usted partió en la música popular. ¿Qué motivó el cambio?
"Yo no sabía nada de música clásica. Nada en absoluto. Pero para dedicarme a la música pop igual tenía que entrar al conservatorio y tener clases formales de canto. Ahí tuve que empezar con trozos clásicos fáciles, como 'Caro mio ben' y cosas así, y empecé a descubrir este mundo que me fascinó. Podía estar cantando tres horas seguidas. De pronto pensé que yo podría cantar pop solo durante unos pocos años y después ¿qué haría? Así cambié de idea y me metí de lleno en la ópera".
-¿Cuándo comenzó verdaderamente su carrera?
"Canté primero por ahí y por allá. Pero mi debut internacional fue en 2010, con 'Tosca' en el Bolshoi. Entonces yo ya tenía 32 años, una edad seria para un cantante. Debido al timbre de mi voz, tardé en llegar al escenario de un teatro importante como el Bolshoi".
-Ha dicho que Montserrat Caballé fue para usted una referencia. ¿Por qué?
"No podía imaginar que un ser humano pudiera realizar esos sonidos, cómo de una boca podía salir esa maravilla. Mi segunda referencia fue (Luciano) Pavarotti. Ambas voces fueron para mí un golpe de impacto enorme".
-La ópera es pasión, amor, política. ¿Cómo es cantar esos dúos de amor y esas escenas tan intensas con la mujer amada?
"En momentos en que estamos con Anna (Netrebko) en el escenario tengo que decir que llega un cierto punto en que ya no somos más marido y mujer sino partners . Esto es muy importante decirlo y que la gente lo entienda. Obviamente, me gusta mucho cantar con mi mujer porque es una fantástica artista y porque yo aprendo mucho estando con ella. Bueno, la pasión sí, el amor sí... pero la política... Tantas veces los artistas se han mezclado en cosas políticas, pero a mí no me gusta. Creo que el artista debe llevar a la gente la música y las emociones. Tenemos mucho de política fuera del teatro, pero en el teatro quiero escuchar la voz y ver el espectáculo".
-Para el público puede ser aburrido que siempre Anna cante con usted.
"Efectivamente, si Anna y yo estuviéramos siempre actuando juntos, sería poco interesante para nuestra audiencia. Por eso a menudo canto con otras colegas increíbles, como Sondra Radvanovsky, Hibla Gerzmava, Kristine Opolais, Angela Gheorghiu, María Guleghina... Este año voy a cantar 'Tosca' con Sonya Yoncheva. Trabajo constantemente también con Anna Nechaeva; este año cantamos juntos 'La dama de picas' y 'Manon Lescaut'".
-¿Le ha sucedido que el público no entienda lo que usted ha querido decir o transmitir?
"Sí. Esto me ocurría mucho al inicio de mi carrera, por falta de experiencia. Cuando partes, no sabes cómo estar en el escenario ni qué hay que hacer para conquistar al público. Lo digo por experiencia propia. Hoy es otra cosa; cada día aprendo más sobre qué quiere el público y qué debo hacer yo".
-Usted es abierto y franco en la conversación, y también muy jovial. ¿Es importante el humor en esto de la ópera?
"Ciertamente. Muy importante. Porque la vida de los cantantes es difícil, cansadora. Si nos tomamos todo muy en serio, se hace pesado. Hay que tener siempre una sonrisa. Piense en los viajes, los ensayos, los conciertos... y al día siguiente partir a otra ciudad, a otro hotel, a otros ensayos, a otros conciertos. Y siempre debes estar en forma. Para sobrevivir a este estrés debes andar más ligero; si vives estresado por todo, no resistes".
-¿Cómo es Anna cuando se enoja?
"¡Terrible!", dice riendo. "Pero yo soy peor y ella lo sabe. Ella se enoja a menudo y luego se le pasa. Yo me enojo una vez cada seis meses, pero cuando me enojo dura dos horas y es un verdadero apocalipsis. Por eso no peleamos casi nunca".
-Después de una función, ¿cuál es su refugio?
"El niño (se refiere al hijo de Anna, Tiago). Me encanta llegar a casa y encontrarlo a él. Está muy grande, tiene 10 años, y ahora casi nunca está dormido. Él es la cosa más bella de la vida. Me encanta verlo crecer y socializar. Es muy inteligente y tiene un gran sentido del humor. Es un niño adorable".
-El desgaste físico de una actuación es grande. ¿Le gusta comer?
"¡A quién no le gusta comer! A mí me encanta, aunque a veces hay que frenar...".
-Yo lo veo ahora algo más delgado...
"¡Gracias! Sí, ahora estoy un poco más delgado porque me estoy controlando un poquito".
-¿Cuál es su primer consejo para los cantantes jóvenes?
"Cre er en sí mismos. Incluso si alguien te dice que no harás nunca nada. Lo segundo, que la voz no es lo más importante. La voz la tienen tantos, pero la cabeza, solo unos pocos. Es la cabeza lo que hace una carrera, no la voz. Hay muchos cantantes que no tienen una gran voz ni una voz bellísima y, sin embargo, hacen una gran carrera. Por ejemplo, Magda Olivero. Y la tercera cosa, no equivocarse con el repertorio, escoger con mucha atención, no meterse en cosas de alto compromiso siendo muy joven y siempre estudiar y estudiar. No parar".
-La elección del maestro adecuado es otro punto.
"El maestro debe ser la persona que te comprenda. Puede que ese maestro no sirva para otros: lo importante es que sirva para ti. Debes saber que el maestro también puede equivocarse. De quien tienes que huir de inmediato es del que te dice que en cuatro años estarás cantando en todas partes; eso es una mentira y nadie puede garantizar una cosa así. Puedes estudiar 10 años y no hacer nada, y puedes estudiar cinco y hacer una gran carrera. Depende sobre todo de la cabeza. Por eso es importante no detenerse en el estudio y siempre buscar. Uno siempre va cambiando y el público lo sabe. Los que te siguen saben perfectamente qué te pasa y qué cosas haces".
-También sucede que el público de ópera sabe a veces mucho más que algunos cantantes...
"Es así. Es un público que ha escuchado todo de todo, lo cual hace las cosas bastante complicadas y desafiantes. También es gente que tiene sus pasiones y que no pocas veces juzga a partir de clichés".
-¿Y qué se puede pedir a los padres de un cantante? ¿A su entorno familiar más cercano?
"Que te crean. Para un artista es muy importante que su entorno le crea. Si tu mamá o tu papá te creen, eso te da la fuerza. Pero también a veces sucede que el padre o la madre, por el amor infinito que sienten por su hijo o hija, le dicen 'eres fantástico, el mejor'. Y el niño crece con esa idea; si no lo es, es la tragedia de una vida, y un destino destruido".
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