El Mercurio
Catalina y Alberto Parra presentaron una querella impugnando el documento, en la que plantean que el escritor estaba con un "deterioro cognitivo" al firmarlo. Acusan que su hermana Colombina Parra ejerció una "injerencia indebida" ante su padre.
Por Roberto Careaga C.
Desde que a inicios de febrero pasado se conoció que el fallecido Nicanor Parra había dejado un testamento, empezó a circular la posibilidad de que dos de sus hijos lo impugnaran. Esta semana se hizo realidad: Catalina y Alberto Parra interpusieron una demanda civil que solicita anular el testamento que su padre firmó el 4 de septiembre de 2017, un día antes de cumplir 103 años, argumentando fundamentalmente que no se encontraba en las condiciones físicas ni mentales adecuadas para tal acción. Y aunque la querella está dirigida a los otros cuatro hijos del antipoeta, acusa directamente a Colombina Parra de "injerencia indebida" ante su padre para que la beneficiara con su herencia.
Muerto el 23 de enero de 2018, Parra había testado su patrimonio en la notaría Ximena Ricci, de San Antonio. Hasta allá llegó desde Las Cruces, acompañado por su hijo Ricardo, apodado Chamaco, y Colombina, quien en el testamento fue designada como albacea de sus bienes. "Instituyo como mi única heredera de mi cuarta de mejoras y la cuarta libre de disposición a mi hija doña Colombina Violeta Clara Parra Tuca", dice además el documento firmado por Parra, lo que significa que le dejó el 58,33% de su patrimonio.
Conocidos los detalles, Catalina y Alberto, hijos del primer matrimonio del escritor con Ana Troncoso, tomaron la representación legal del estudio Grasty Quintana Majlis & Cía.
Conversaciones fallidas
Lo que siguió fue un diálogo entre ambas partes que se inició a principios de marzo: con el abogado Arturo Majlis, representando a Catalina y a Alberto, y Luis Valentín Ferrada, por Colombina, Ricardo, Juan de Dios y Ana Francisca, se avanzó en conversaciones preliminares, mientras se levantaba el inventario de los bienes del poeta. En mayo, sin embargo, la conversación se interrumpió y se avanzó en la impugnación. Hoy la querella está radicada en el 24° Juzgado Civil de Santiago.
"Doña Colombina Parra se aprovechó de la relación de confianza que tenía con don Nicanor, de su edad, y de su vulnerabilidad física y mental, a fin de obtener el otorgamiento de un testamento que la favoreciera en su totalidad", se lee en la querella. Y luego: "Como se acreditará durante el juicio, don Nicanor se encontraba, al momento de testar, secuestrado emocionalmente, habiendo monopolizado doña Colombina los cuidados hacia el causante, al punto de haber limitado las visitas y llamadas y procurando evitar el que se pudiera acceder a él en el último período de su vida, y con mayor razón con posterioridad a la suscripción del objetado testamento".
Además de insistir en que Colombina fue quien "gestionó la confección y contenido" del testamento, la querella plantea otras dos objeciones. Pone en duda la relación de Parra con el abogado que redactó el documento, Mauricio Moya, quien declaró al diario La Segunda haber visto por primera vez al poeta en la notaría donde se legalizó el escrito. También se sostiene que "ninguno de los tres testigos -Johanna Carolina Galaz, Carmen Fariña y Moya- tiene domicilio en la comuna o agrupación de comunas en que se otorgó el testamento, siendo que la ley exige al menos dos".
La acción de la UC
Actualmente, en el País Vasco, España, donde se exponen algunas obras de Parra en una muestra de Joan Brossa, Colombina no quiso comentar la querella. Fue su abogado, Luis Valentín Ferrada, quien lamentó la acción y valoró el diálogo que se había mantenido. "Esas conversaciones, preliminares y sin compromiso alguno, suponían que no habría una impugnación del testamento y que las partes podrían alcanzar un acuerdo distinto de una solución judicial", dijo. Y dudó de los argumentos de la demanda: "La realidad es que en torno al pleno uso de las facultades de Nicanor, hay 100 testigos. Y todos testigos muy calificados que lo conocieron mucho. Por otra parte, en el testamento se acompañaron certificados médicos y el propio testimonio del notario, que sirve de ministro de fe y manifiesta que el testamento era voluntad de Nicanor Parra".
Según Ferrada, el inventario del poeta, que la Universidad Católica inició con Parra vivo y continuó dirigido por Colombina como albacea, ya estaba terminado. Sostiene, de hecho, que los preciados cuadernos manuscritos del escritor fueron fichados y están resguardados por la UC con "un sistema de conservación muy bien hecho". El tema es controvertido, pues fue lo que quebró las conversaciones en la familia: a inicios de mayo, los abogados de Catalina y Alberto recibieron información de la UC que desmentía lo comunicado por Ferrada, sobre el nivel de involucramiento de la universidad en la catalogación y clasificación de las obras del poeta.
La UC hoy dio un paso al costado. Así lo plantea el director jurídico de la UC, Juan Esteban Montero, que precisa que la institución no resguarda los cuadernos del poeta. "La universidad ha ayudado gratuitamente a este inventario, porque es parte de nuestro rol como entidad cultural y pública. Nosotros le mandamos una comunicación formal a Colombina Parra, que fue quien se presentó ante nosotros como la albacea, planteándole que la Universidad Católica estaría feliz de seguir ayudando, pero que no nos involucraríamos en ninguna pugna familiar. Entonces, para continuar ayudando requerimos una carta de todos los herederos".
La querella para anular el testamento podría tener un proceso de entre uno y hasta cinco años. Paralelamente, los hijos de Nicanor Parra enfrentan otra acción judicial: la hija de Violeta Parra, Isabel, presentó una acción legal para que le fueran restituidas las obras plásticas de la compositora, que están en manos de los herederos del poeta.
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