El Mercurio
Con los 80 mil asistentes de ayer a la última jornada de la versión 2018 se totalizaron 240 mil personas durante este fin de semana en el Parque O'Higgins, en un evento que duró por primera vez tres días. La producción del festival otra vez tuvo que reprogramar shows, afectando la duración de algunos. Nuevamente, los equipos de los artistas sufrieron retrasos por la tormenta desatada en Buenos Aires.
Por José Vásquez
Con la apertura de puertas vino el encuentro de dos mundos: Lollapalooza inició ayer su jornada final con un inicio atípico para un festival inserto en la música alternativa que extendió como nunca sus márgenes con la inclusión de la cumbia villera de los argentinos de Damas Gratis, que, como era de esperar, fueron una fiesta (ver nota relacionada).
Con la tarde, el evento volvería a su cauce tradicional, aunque nuevamente con nueve reprogramaciones de horarios y cinco cambios de escenario, en un día que cerró The Killers, con un espectáculo que comenzó con explosión de confeti y una versión más funk de "The man", el primer single de su nuevo disco, que apoyado por un grupo de coristas en vivo resulta mucho más convincente.
Los de Las Vegas cerraron anoche Lollapalooza con un repertorio centrado en sus éxitos, entre ellos: "Somebody told me", "Spaceman" y "For reasons unknow".
Los cambios en el plan original se produjeron por la inestabilidad climática en Argentina, que ayer, por una tormenta eléctrica, debió cancelar el último día del evento que se realizaba de forma paralela al chileno y que iba a cerrar Pearl Jam con un cartel que incluía parte de lo mejor de esta edición: LCD Soundsystem y David Byrne, quienes se presentaron en Santiago el viernes.
Retrasos y enroques
La tormenta trajo como consecuencia que el plan de contingencia que ideó la producción chilena del festival viviera su máxima prueba justo en su edición más ambiciosa. Incluyó un ajustado proceso de carga y descarga de los equipos de los artistas que viajaban en aviones chárters de un lado a otro de la cordillera, consiguiendo, pese a la contingencia, que no se cancelara ninguna presentación.
La demora en la llegada de este material provocó que el sábado en Santiago se tuviera que trabajar contra el tiempo, debiendo realizar enroques de artistas para lograr que todos pudieran actuar, situación que se extendió ayer con nuevos ajustes, acortamientos de sets musicales y cambios de escenarios.
Lo de Mon Laferte, reclamando contra la producción por no poder usar una pantalla, quedó como uno de los momentos polémicos del festival, aunque sus realizadores optan por bajarle el perfil: "Más adelante yo creo que lo hablaremos cara a cara, pero acá se vivió un espíritu donde todos los artistas mostraron disposición para tocar", relató Maximiliano del Río, de la productora Lotus. Y agregó: "Chance The Rapper tampoco tuvo pantalla. Era un artista que venía por primera vez a Chile, quería dar un gran show, y él dijo: 'Si mientras estoy tocando ustedes necesitan trabajar para que Red Hot pueda presentarse, hagámoslo'. Pusimos un telón, subimos gente al escenario para tapar eso, y el tipo salió y dio el show con todo".
Frente a las críticas en redes sociales por los topes de horario, generados por estas reprogramaciones, Sebastián de la Barra, promotor de Lotus, señaló que en este tipo de eventos, eso es algo usual. "Siempre se tiene que elegir una u otra banda, de eso se trata, y es un festival de muchos escenarios, y, al contrario, yo sí he visto que mucha gente ha estado apoyando igual y agradeciendo que aquí estemos realizando el festival y no estemos cancelando y que hagamos el mejor esfuerzo en conjunto con los artistas también para que la gente pueda ver a sus bandas; o sea, en ese sentido agradecemos la comprensión".
Ayer también se sumó otro percance. El británico Liam Gallagher terminó abruptamente su presentación aduciendo problemas de salud y sonido.
Jornadas dispares
En lo artístico, se sintió el desbalance entre los días, comenzando el viernes con una jornada demasiado superior a las del sábado y ayer domingo. El festival se inició con destacadas presentaciones de Zoé, Lanza Internacional, The National y los shows de David Byrne y LCD Soundsystem, que califican dentro de lo mejor que ha tenido Lollapalooza en Chile. Además, ese día Pearl Jam, el grupo más convocante de esta edición, cerró esa noche.
El sábado Mon Laferte logró el que seguramente fue el karaoke más masivo y fuerte de todo este festival. Además de la chilena, Royal Blood y Chance The Rapper quedaron como puntos altos, antes del cierre de Red Hot Chili Peppers y unos también muy convocantes Imagine Dragons. Ayer el contraste cumbiero, con el pop rock de The Killers, fue lo más llamativo, algo que no se descarta profundizar en el futuro. "A lo mejor podemos ver reggaetón el próximo año. Podemos abrirnos un poco más, porque la audiencia ya está escuchando todo", dice De la Barra, puntualizando que esta apuesta por la cumbia no es nueva, ya que en el primer festival uno de los invitados fue Chico Trujillo.
Colonizando espacios
Este año llegaron 80 mil personas diariamente al festival, y el Parque O'Higgins respondió sin mayores aglomeraciones. Eso se vio favorecido por una extensión cercana al 20 por ciento del espacio utilizado, donde un escenario como el Kidzapalooza se vio potenciado en gran forma.
"Con esta configuración actual, el parque está perfecto, y no pretendemos crecer de estas 80 mil personas; sin embargo, siempre estamos abiertos a nuevas sorpresas en el futuro, ya que todavía queda espacio", dice De la Barra, quien agrega: "Estamos súper contentos, porque logramos sacar adelante una octava versión, la primera con tres días y sorteando dificultades de fuerza mayor, como las condiciones climáticas en Argentina. La idea es que se quede por siempre un festival de tres días, que es la consolidación y es lo normal en un evento maduro a nivel mundial".
95% de la asistencia corresponde a abonos por los tres días.
8 mil extranjeros llegaron cada día. Según cifras de producción, este año los abonos comprados fuera del país sumaron cerca del 10% de la venta total.
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