sábado, marzo 24, 2018

Los fervorosos días de Sandro en Chile


Solitario, pero siempre rodeado de fans y de sus amigos chilenos. Así recuerdan a Roberto Sánchez los que lo conocieron en su época de gloria, quienes aquí cuentan los lugares favoritos del Gitano, sus manías y cómo fue marcando la vida de tantos. Canal 13 transmite una aplaudida serie biográfica acerca del artista argentino. 

Federico Grünewald
Espectáculos
El Mercurio


Santiago llevaba un buen tiempo sin lluvia, pero ese día regresó con fuerza. Era 5 de mayo de 1969 y Luis Soto Ibáñez, arquero del Teatro Municipal (llamaban arquero a quien llevaba el foco que sigue a un artista), estaba en el Teatro Rex, listo para iluminar a Sandro. Luis Soto Riquelme estaba con su papá en el teatro. Tenía trece años y quería estrecharle la mano al ídolo argentino. Tuvo que esperar más de una hora para verlo, porque Sandro tenía dos actuaciones, la primera en el Teatro Nataniel, "para las chiquillas que gritaban harto", recuerda, y la segunda era en el Rex, "para la gente más de corbata. No se admitían los fan clubs".

"Palmenia Pizarro tuvo que cantar como una hora o más, porque Sandro no llegaba. Lo esperaban las niñas con corbatita y él seguía en el otro show", cuenta Soto Riquelme, quien pudo conocer esa noche al artista, darle la mano, contarle que tenía sus discos, que compraba la revista Ritmo para coleccionar los artículos que se publicaban sobre él y, lo mejor, "me dio el teléfono y su dirección en Argentina para que le escribiera. Él estaba muy agradecido de mi papá, encontraba que lo había iluminado muy bien".

El Gitano murió a los 64 años, en el año 2010, pero dejó recuerdos en cada chilena y chileno que conoció. Esta semana debutó en Canal 13 la serie "Sandro de América", que recrea su historia y que ya mostró, por ejemplo, su primera actuación en el Festival de Viña, en 1968, el trampolín perfecto para saltar luego a todo el continente. Por supuesto, Luis Soto Riquelme estaba ahí. Aprovechó que el ballet del Municipal se presentaba en Viña y le pidió a su padre que lo llevara al Festival para ver al Black Combo, el conjunto que acompañaba a Roberto Sánchez, Sandro.

Las revistas de esa época consignaron que el grupo chileno Los Bric a Brac se llevaron a uno de los músicos del Black Combo, Fernando Bermúdez, provocando la disolución del grupo, pero Sandro siguió adelante. Venía de ganar el primer festival de la canción porteña en Buenos Aires, en 1967, con la canción "Quiero llenarme de ti". Izidor Handler, director musical del Festival de Viña, había ido a Argentina a buscar artistas y se encontró con el joven Sánchez. No hubo dudas, tenía que estar en Viña 1968.

El Pollo y el Pato

En Buenos Aires, el tercer lugar de ese festival fue el chileno José Alfredo Fuentes, el Pollo. Ahí conoció a Sandro. Eran amigos, recuerda. "Una vez, él llegó a verme a un recital que yo daba en el Teatro Astor. Vino de sorpresa a saludarme, a darme un abrazo y a desearme éxito. Yo ni sabía que estaba en Santiago. En otro teatro estaba Roberto Carlos, coincidieron los shows, y Sandro me vino a decir: 'Che, te cagaste a Roberto Carlos. No hay nadie en el otro teatro, vos tenés todo lleno acá'. Era bueno para contar chistes, los alargaba, realmente era muy gracioso", cuenta.

Sandro en Chile mantuvo siempre un perfil lejano al divismo. Firmaba autógrafos, recibía a su fan club e invitaba a sus líderes a tomar once. Fumaba como chino y visitaba radios y revistas. Luz María Vargas era directora de Arte en Revista Ritmo y cuenta que en el cuarto piso de Providencia 711, donde estaban sus oficinas, había una guitarra acústica roja. "Era costumbre que los artistas fueran a tocar la guitarra a la revista. El Pollo Fuentes, Gervasio. Sandro también iba cuando estaba en Santiago y lo veíamos siempre", dice.

En Santiago, Sánchez solía quedarse en el Hotel Carrera, que estaba frente a la Plaza de la Constitución. Ahí recibía a sus amigos. Luis Soto Riquelme también se reunió ahí con su ídolo. Asegura que "a él le gustaba ese hotel, porque en el entrepiso había un piano y se juntaba con sus amigos a tocar piano. Nos amanecíamos en eso. Ahí cantamos juntos 'Penumbras'. Iban Gloria Simonetti, Jorge Pedreros, Óscar Anderle (jazzista que musicalizó casi todos los temas de Sandro), Pollo Fuentes también, y Sandro generalmente no cantaba, tocaba el piano".

De cualquier lugar, incluido el Carrera, el ídolo tenía que salir camuflado. Gloria Simonetti hizo una gira con él en 1971 por todo el norte de Chile. Duró quince días. "Se viajaba en avión y en bus, y en todas partes el colapso más grande era al entrar y al salir de los teatros, de los estadios. Yo era la telonera, iba pegada a él como chicle y teníamos que ver que no se nos colara gente", cuenta Simonetti, quien recuerda una vez que salieron del Hotel Carrera en Santiago (iban a comer a la casa de su hermano) con Sandro envuelto en una frazada en el asiento trasero de un auto, "como un bultito".

En Viña, el hotel favorito de Sandro era el O'Higgins. José Alfredo Fuentes recuerda que cuando coincidían en los festivales (Sandro también fue al de 1975), solían almorzar y tomar café junto a Patricio Renán, que era muy amigo del argentino. "Pato Renán era Renán Patricio Sánchez. Entonces, cuando le llevaban la cuenta, firmaba como R. Sánchez, como si fuera Sandro, y se la cargaban a esa cuenta. Una vez, Sandro lo pilló y le dijo: '¿Hasta cuándo me cagás con las cuentas?', pero todo muy en buena onda", cuenta Fuentes.

La sandrista más ferviente

Luis Soto Riquelme es el doble chileno de Sandro. Cumplió recién 49 años como tal. Gracias al parecido de voz, pudo estar con él en varias ocasiones. Dice que algo característico, y que finalmente le costó la vida, era verlo fumar. "Fumaba todo el día, hasta cuando comía. Andaba con una maleta de cartones de cigarrillos de los que él fumaba; salía un camello en la caja", recuerda Riquelme, y agrega que además comía poco, pero sano, que platos como el cordero los dejaba para Argentina y que le gustaba mucho el whisky.

Pero el código sagrado de Sandro y de todo su entorno era jamás hablar de su vida privada. Lo recuerdan claramente Luz María Vargas y también Gloria Simonetti. Ni de parejas ni de familia. Absoluto hermetismo. Riquelme, sin embargo, recuerda un detalle: "Él, cada una hora y media, estaba siempre llamando a Argentina para saber cómo estaba su mamá. Ella sufría de un mal que le deformaba los huesos y pasó casi toda la vida en silla de ruedas o postrada. Él siempre la estaba llamando, aunque sabía que estaba bien. Era muy preocupado y respetuoso de su madre, así como era respetuoso con las mujeres".

Gloria Simonetti cuenta que viajar junto a Sandro era como estar metidos en una novela. La complicidad había nacido en 1968, cuando ella debutó en la Quinta Vergara. "Tengo una foto de él muy linda. Estábamos en bambalinas y me tiene agarrado el brazo, con un cigarro en la mano. Había sido mi peor experiencia en Viña, cuando me pifiaron vermouth y noche. Después, en la gira, él siempre me dijo que tenía que seguir adelante, que no hiciera caso, y al año siguiente se revirtió todo conmigo".

Simonetti también recuerda el nivel de histeria que causaba Sandro. Cuenta que las mujeres se desvanecían durante toda su actuación. "Era una especie de bomba atómica en el escenario, tenía energía y te llevaba a la locura", dice.

En los años 80, Sandro comenzó a frecuentar los estelares de la televisión chilena. Estuvo en los programas de Raúl Matas, César Antonio Santis y Antonio Vodanovic, entre otros. Ya era una estrella mundial, pero cada vez que iniciaba una gira trataba de pasar antes a Chile. Le tenía aprecio al país que lo vio surgir y muy especialmente a sus fanáticos, incluyendo a su doble, y trataba de complacerlos. "Era enamoradizo, era bien mirón con las mujeres", acota el Pollo Fuentes. "Era muy atractivo, muy sensual, a diferencia de Julio Iglesias, que también era muy atractivo, pero más empalagoso. Sandro era tres cucharadas y a la papa", dice Gloria Simonetti.

Probablemente Gladys Año es la chilena más ferviente que tuvo Sandro. Era presidenta de uno de los clubes de fans que había en aquella época y se reunieron varias veces. Luis Soto Riquelme recuerda que "era tan sandrista, que el marido le rompía todas las cosas. Una vez le dijo: tienes que elegir: Sandro o yo. Y ella eligió a Sandro, y el marido se fue".

Gladys Año está de viaje y sin teléfono, pero en su casa en Recoleta dos de sus nueve hermanos confirman la historia, aunque creen que el Gitano no debe ser el único motivo de su separación.

Sandro en Chile mantuvo siempre un perfil lejano al divismo. Firmaba autógrafos, recibía a su fan club, fumaba como chino y visitaba radios y revistas.

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