El Mercurio
El pionero de la música electrónica se presentó anoche en el Movistar Arena ante cerca de 12 mil personas con un espectáculo tecnológico, apoyado en un festival de rayos láser.
Por José Vásquez
Las luces se apagan y frenan la impaciencia de un público que ya comenzaba a silbar por el retraso de un concierto por el que primero se esperaron décadas y recientemente otros cuatro meses, tras la primera cancelación del debut de Jean-Michel Jarre en la capital, fijado entonces para noviembre último.
Pasadas las 21:20 horas, el Movistar Arena se oscurecía mientras las pantallas del escenario -dos laterales, una central al fondo y otra también al centro- comenzaban a entregar imágenes tridimensionales.
En escena aparecían tres músicos, cada uno en su propia nave, rodeados de sintetizadores, percusiones y un Jarre al centro, triunfante con el brazo y el puño en alto.
El pionero de la música electrónica iniciaba transmisiones con "Automatic", una energética pieza que finalizaba con el primer saludo de la noche, con el francés hablando en español y diciendo estar "muy contento de estar aquí finalmente", como si aludiera al momento en que él mismo acusó que no estaban las condiciones acordadas para realizar el aplazado espectáculo.
Superado el desencuentro con Fenix, la productora a cargo del show, anoche lo del artista fue una demostración de la vigencia de una carrera que ya acumula casi cinco décadas.
Un montaje sostenido en estimulantes proyecciones y rayos láser apoyó un repertorio en que el músico recorrió su historia, con especial atención a sus "Oxygène", tocando "Oxygène 2", "Oxygène 8" -que presentó con un "bienvenidos a mi cocina" donde a través de unos lentes proyectaba todo lo que veía mientras tocaba sus instrumentos-, y sobre todo "Oxygène 4", que fue una de las más celebradas por las cerca de 12 mil personas que llegaron anoche al recinto del Parque O'Higgins.
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