La Tercera
La banda estadounidense desplegó toda su energía mezclando el optimismo de su canciones con mensajes de carácter social y político. Los espectadores fueron los consentidos de los oriundos de Las Vegas en la segunda jornada del festival.
Por Mónica Garrido
Este no fue el primer Lollapalooza Chile de Imagine Dragons. En 2014 la banda liderada por Dan Reynolds fue programada para el día sábado a las 16.45 horas, también compartiendo cartel con Red Hot Chili Peppers como headliners.
A cuatro años de aquella presentación que incluyó un cover de “Song 2” de Blur, a Imagine Dragons se le otorgó un horario más destacado, compitiendo en audiencia con el solicitado Chance de Rapper y a pocos minutos de diferencia del grupo liderado por Anthony Kiedis.
En ese entonces, contaban solo con su álbum Night Visions de 2012, pero hoy retornaron a suelo chileno con dos producciones más: Smoke + Mirrors (2015) y Evolve (2017). Ya no son una banda que pueda considerarse emergente, el sueño de imaginar dragones se hizo realidad.
Su mismo público lo demostró inundando el espacio determinado por el Itaú Stage hasta no dejar espacio al libre movimiento.
Un video con imágenes del espacio y un mensaje que llamada a tener conciencia, anunciaron el inicio del show acompañado de destellos de luz. Los colores del arco iris fijos al centro de escenario dieron la bienvenida al cuarteto, y el atronador aplauso del público reveló que sería un show altamente celebrado.
Desde la primera canción (“I don’t know why”), Reynolds interactuó con el público con gestos y guiños hipnóticos. El cantante estaba allí para entregarse por completo a sus seguidores. El sencillo de su disco Evolve fue un inicio tibio, pero esto estaba recién comenzado.
“Believer” fue una inyección de energía cuando la noche ya había caído en el Parque O’Higgins. Y con los espectadores ya entusiasmados, su vocalista decidió expresar un discurso:
“Estoy cansado de mi casa, de la división, del racismo, de la discriminación”, comenzó a decir con furia Reynolds. “Este lugar es amor, paz y alegría. Nosotros estamos perdiendo ante las armas y el racismo”, continuó aludiendo a Donald Trump, para luego dar un mensaje de paz:
“Ustedes curan mi corazón y mi alma. Miren el cielo y mírense entre ustedes como una sola raza humana”. Poco a poco, el mensaje tomó más fuerza con ayuda de los versos a capela de “It’s time”.
Con una bandera chilena en su cuello, Reynolds terminó de encantar al público que comenzó a saltar y gritar con euforia las letras que hablan de comenzar desde cero, pero sin dejar de ser fiel a uno mismo.
La banda interactuó en todo momento con sus seguidores, sobretodo su vocalista que cantó dirigidamente a los presentes. Dejó en claro que no fue a hacer un show solo por cumplir un contrato, él se debe a sus fanáticos. Y la mayor prueba fue cuando bajó del escenario para nadar en el mar de gente que solo tenía ojos para él.
Pero no todo es crítica polìtica o social. La voz de Imagine Dragons quiso dar otro potente mensaje aquella noche, esta vez, vinculado a la depresión: “Hay gente que lidia con esto sin pedir nada a nadie. Yo mismo he lidiado con eso, pero no me impidió lograr todo lo que me propuse. Todos lo que sufren, estoy con ustedes, los amo, busquen ayuda, no están dañados Su vida vale la pena vivirla. Difundan el amor, apaguen internet un rato y mírense entre ustedes. Sean felices”.
Tras este emotivo discurso no podía seguir otra canción que no fuera “Demons”, la batalla interna con los miedos, aprehensiones y todo aquello que hace dudar al ser humano respecto a los pasos que da en la vida.
Imagine Dragons gozó sobre el escenario y su público respondió de igual forma: saltando, gritando, y perdiendo la noción de tiempo espacio en los cariñosos gestos que Dan Reynolds regaló a los chilenos.
Su adiós fue tan espectacular como la totalidad del show. Miles de papeles blancos volaron por los aires creando el efecto de que ese momento y lugar se congelaron para celebrar la vida, y “Radioactive” asestó el golpe final para convencernos de que todo lo que imaginas es posible.
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