La Tercera
La sueca hizo bailar al público del Acer Stage con sus sencillos que cantan al amor juvenil y el goce de la vida.
Por Mónica Garrido
No era su horario original. En un comienzo, la joven de origen sueco se presentaría a las 18.15 horas, justo después de la chilena Mon Laferte, claro que con dos escenarios de distancia.
El cambio de programación mantuvo a Larsson en el Acer Stage, pero a las 21.30 horas, haciendo coincidir sus primeros 15 minutos de show con el cierre de Imagine Dragons en el Itaú Stage.
Si hubo molestia por parte de la artista, esto no se reflejó en la voz dulce y gestos, a ratos tímidos, con que la sueca de 20 años saludó al público en un traje negro ajustado de estilo deportivo que recordaba los tiempos de Britney Spears en sus primeros hits como “Crazy”.
Con un banda formada por cuatro músicos y dos coristas, Larsson canta en su particular tono de voz que le permite inflexiones difíciles de encontrar en la naturaleza. Además, es capaz de moverse con la ligereza propia de una atleta, si da dos pasos, los hace con toda gracia, pero sobretodo, profesionalismo.
Una campana escolar, similar a la que da inicio al video de “Hit me baby one more time”, da comienzo al hit “Ain’t my fault”, sencillo que declara que no asumirá responsabilidades que no le corresponden, negándose a seguir en una relación tóxica. El empoderamiento femenino es fundamental en su canto que llama a ver la vida como una fiesta.
Acompañada de dos bailarinas, Zara Larsson canta y baila coreografías perfectamente preparadas que son antecedidas con un primitivo español que dice al público: “¡Vamos a bailar!“. La artista quiere una fiesta al aire libre, lo cual no es difícil de lograr al dejarse guiar netamente por el ritmo pop electrónico y el ambiente creado por los colores fluorescentes de las pantallas.
“Estoy muy feliz de que estén aquí. Tuve un viaje largo para llegar a este lugar, es mi primera vez en Chile y estoy muy agradecida. Amé este lugar”, declaró la joven en medio de sus canciones. “Disfrutemos el amor y la música”.
La influencia de Clean Bandit y su colaboración con Jess Glynne en “Rather be” es imposible de ignorar cuando empieza a sonar “Symphony”. La canción de 2017 reactivó al público que ya daba muestras del cansancio que implica una jornada de Lollapalooza. La audiencia mayoritariamente en sus tempranos veinte, saltaba en el coro y gritaba el nombre de la canción desatando su energía adolescente.
“Hay tiempo para una canción más”, sentenció Larsson. Todos sabían que sería su hit más reconocido, el cual se ganó una posición en los rankings mundiales en 2016: “Lush life”.
La artista invita a dejar los problemas atrás bailando, viviendo cada día como si fuera el último y con amores pasajeros: “lo voy a disfrutar como nunca nadie lo ha hecho”, canta en su sencillo, y así lo hizo en Lollapalooza Chile.
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