El Mercurio
La cantante y médico portuguesa, que se presentará en el tercer Festival de Fado del próximo 5 de junio, habla de su profunda relación con la música, la capacidad sanadora del fado y la importancia de dar espacio a las emociones.
Por Patricio Zenklussen
Desde Lisboa y con una sonrisa que no necesita ser vista para ser reconocida, Katia Guerreiro contesta el teléfono y saluda. Aunque nunca recibió ninguna instrucción formal, se comunica en español con la misma soltura de un hablante nativo. "Debe ser que mi oído es muy musical y muy abierto a otras lenguas. De tanto cantar en Francia también aprendí francés", dice riendo.
La cantante portuguesa subirá por primera vez a un escenario nacional el próximo martes para encabezar el Festival de Fado, ciclo por el cual ya han pasado otros grandes del género -Carminho en 2016 y Mariza en 2017- y que por tercer año consecutivo ocupará el Teatro Nescafé de las Artes.
"Estoy muy entusiasmada de visitarlos. En los países de América del Sur existe una cosa emocional y caliente que tiene mucho que ver con lo que hacemos los músicos de este estilo", comenta Guerreiro.
Y es que el fado, una de las representaciones artísticas más populares de Portugal, posee un cariz especialmente dramático y sentimental, con interpretaciones muchas veces desgarradoras de letras que hablan de amor y anhelo.
"La vida tiene momentos de dolor y sufrimiento, no solo de alegría. El fado, como el flamenco o el tango, permiten reflexionar sobre eso", aclara la artista lusa, antes de desarrollar su idea: "Lo que se escucha hoy en las radios es muy ligero. Tiene una levedad que no nos permite sentir emociones. Uno tiene siempre cosas por dentro, y cuando escuchamos ciertas músicas más intensas, que nos hacen pensar y sentir, podemos hacer catarsis y curar nuestras almas".
A propósito de la intensidad de este ritmo y la profundidad de las emociones que provoca, Guerreiro dice que "con mi canto he logrado tocar el alma de las personas. Y cuando se alcanza ese efecto sanador y transformador, la gente no lo olvida jamás", declara.
Enamorada de quien piensa distinto
Doctora de profesión y con muchos años de ejercicio como oftalmóloga, Guerreiro cuenta que la decisión de dedicarse cien por ciento a la música llegó hace no mucho tiempo: "Pasó hace cinco años, después del nacimiento de mi hija. Cuando decidí que quería ser una madre presente para mi hija, se me hizo claro que tendría que quitar algo de mi vida: la salud o el canto".
"La verdad es que la conclusión llegó muy rápidamente. Con la música yo me siento una persona especial. Con ella puedo ofrecer al mundo algo diferente. Además, ya hay muchos médicos", explica entre risas.
Con 18 años de carrera y nueve discos lanzados, Guerreiro también asegura que el proceso creativo detrás de su obra ha variado con el paso del tiempo, acorde con lo vivido y la experiencia ganada con los años. Sin embargo, ella también aclara que en su música existe un elemento común que se mantiene imperturbable: "Claro que desde el primer trabajo hasta ahora se puede notar un evolución importante, sobre todo en la tranquilidad con la que hago todo, pero la naturalidad es algo que siempre ha estado y estará".
Por estos días, Guerreiro se encuentra abocada a terminar el que será su décimo álbum, que pretende lanzar el próximo septiembre. Para el desarrollo de este, la cantante se unió a José Mário Branco, representante de la canción protesta y figura fundamental en la historia de la música portuguesa, con el que dice siempre había querido trabajar: "No sabíamos si era una buena idea, porque siempre nos habían distanciado nuestras posturas políticas, pero un día tuve el coraje de llamarlo e invitarlo a hacer mi disco. Afortunadamente me dijo que sí, que lo intentáramos".
Y si bien la cantante es cauta para adelantar detalles -"queremos hacer las cosas con tranquilidad y sin ningún apuro"- sí se anima a dar algunas luces: "Abordaré un concepto emocional muy fuerte, con una línea de fado tradicional, pero desde un punto de vista novedoso y particular. Con canciones originales que van desde la alegría más intensa hasta la tristeza más profunda y, por sobre todo, con un lenguaje muy propio".
"Puede que haya alguna muestra de todo esto para los asistentes del próximo concierto", coquetea Guerreiro, antes de poner tono sereno y sincerarse: "Hace muchos años que quiero cantar en Chile. Realmente me siento muy cercana al pueblo latino y por eso también estoy pensando en darles alguna sorpresa cuando esté allá".
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