El Mercurio
Tendido de rieles, roca agrietada por túneles y estaciones abandonadas son parte del libro "La ruta de Meiggs", que da cuenta del estado actual de este tramo ferroviario.
Sara Bertrand
En un país tan largo como el nuestro, el ferrocarril supuso un cambio de paradigma. Chile podía recorrerse de norte a sur, y esa perspectiva, no solo en términos comerciales, sino humanos y familiares, fue recibida, como toda revolución, con una mezcla de entusiasmo y sospecha.
El libro "La ruta de Meiggs, Ferrocarril Valparaíso a Santiago 1863-2013" (Origo Ediciones, 2013), proyecto financiado por Fondart, propone un recorrido fotográfico por esas ruinas que durante el siglo pasado conocieron su época de gloria.
Se ven pasar tendidos de rieles, túneles, terraplenes, puentes y torres de agua. "Este proyecto nació con el objeto de conmemorar los 150 años de la construcción del tramo férreo, que supuso un extraordinario aporte para el desarrollo industrial de Chile", cuentan Felipe y Boris Urquieta, autores del registro. Pues, fue precisamente en 1854 cuando Henry Meiggs inició esta travesía que incluyó, entre otras hazañas, dirigir las faenas en la cuesta del Tabón (Las Chilcas) y atravesar su imponente roca.
"El ferrocarril Santiago-Valparaíso fue inaugurado oficialmente en 1863, luego de vencer innumerables obstáculos, constituyéndose en el principal medio para unir ambas ciudades, tanto en lo que se refiere a transporte de carga como a pasajeros", escribe el arquitecto Patricio Gross en el epílogo. Pero, también, como plantea Gross, "este material es un testimonio actual del estado de abandono (...), denunciando la escasa preocupación pública y privada por nuestro patrimonio".
Por esta razón, no se incluyeron fotografías históricas: la idea era captar esos vestigios en la ruta y registrar su estado de conservación.
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