El Mercurio
Massimo Bray, ministro de Bienes, Actividades Culturales y Turismo de Italia.
Invitado a la Sexta Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura, el secretario de Estado aborda la experiencia italiana, así como sus estrategias de reconstrucción tras los sismos que han sufrido.
Marilú Ortiz de Rozas
Su carta de presentación resume la fórmula italiana en estas importantes materias, ya que desde abril pasado Massimo Bray (1959) asumió un ministerio que por primera vez reúne los bienes nacionales, la cultura y el turismo. "Tras muchos años, en Italia aprobamos una ley al respecto y decidimos unir la cultura y el turismo, porque sabemos que se puede hacer un turismo 'con sentido', que valore la cultura y contribuya a darla a conocer, creando a la vez bienestar para los ciudadanos", afirma Bray. Y este historiador, licenciado en letras y filosofía, explica que para ellos la cultura no solamente se compone de monumentos, sino también de paisajes, de tradiciones, de enogastronomía y de miles de otros activos intangibles.
Respecto de sus bienes culturales, el ministro Bray precisa que Italia tiene 49 sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que esperan llegar pronto a los 50, con los paisajes de Langhe, en la región del Piamonte.
-¿Cómo organizan la gestión de su patrimonio?
"El artículo nueve de la Constitución italiana dice que el Estado debe poner toda su atención en la protección y conservación de los bienes culturales, que pertenecen a todos los ciudadanos y a toda la nación. Es capital que los padres de la Constitución hayan concebido el patrimonio cultural como un bien común, porque lo pone al centro del quehacer del Estado, así como a los ciudadanos. Esto es algo que estamos retomando, y, de hecho, el Presidente del Consejo de Ministros, Enrico Letta, ha dicho que no habrá más recortes en el área cultural".
"Formamos también una comisión para la actualización del código de bienes culturales y paisajísticos, un importante conjunto de normas para proteger y conservar los bienes materiales y la naturaleza. En unas semanas entregará sus conclusiones y creemos que será de gran utilidad, incluso para otras naciones.
"Tenemos además los 'Carabinieri per la Tutela del Patrimonio', institución de excelencia destinada a la recuperación de objetos patrimoniales robados, y me gustaría ponerla a disposición de todo país que la requiera".
-Como país sísmico, ¿qué lecciones han aprendido de la reconstrucción posterremotos?
"Tras los sismos de L'Aquila, en 2009, y de Emilia Romaña, en 2012, como Ministerio de Cultura priorizamos dedicar todos nuestros esfuerzos a encontrar soluciones para restaurar el centro de las ciudades, porque nos dimos cuenta de que es imprescindible recuperar los emplazamientos donde ocurre la vida comunitaria.
"En el plano técnico, el Instituto Superior de Restauración y Conservación trabaja desde hace mucho tiempo en esto, también formando profesionales y apoyando a muchos otros países, lo que nos gustaría reforzar. A la vez, iniciamos conversaciones para intercambiar experiencias y prácticas positivas con Chile, porque sufrimos el mismo problema de enfrentar la destrucción, no solamente de monumentos históricos, sino de ciudades y lugares que configuran la identidad de las personas y de la nación".
Por otra parte, el ministro Bray recalca que la cultura es fundamental para recuperar el espíritu de comunidad y solidaridad, que se ha perdido en el marco de la crisis que golpea a tantos países. "Justamente, en la Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura, una de las principales cosas que se dijeron es que los gobiernos deben poner la cultura en el centro de las preocupaciones, aun en tiempos de crisis", destaca.
Para él, no es solo una crisis financiera, sino también cultural y valórica, "pues se creó una gran desigualdad entre un grupo social que creó mucha riqueza, y otros que descubrieron formas de pobreza que hace años no conocíamos en Europa". Según este político italiano, América Latina puede enseñarles formas diferentes y creativas de crecimiento; por eso buscan fortalecer con ella un diálogo sólido y continuo.
"La idea de que podemos producir riqueza solamente a partir de la economía está obsoleta", insiste. "Hay una generación que perdió incluso la capacidad de pensar el futuro y en este plano la cultura puede contribuir ampliamente", concluye.
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