lunes, enero 13, 2014

Inauguran Biblioteca Gonzalo Rojas en Universidad Andrés Bello

El Mercurio

Con 22 mil libros y 6 mil revistas que pertenecieron al poeta, este jueves abre la biblioteca que lleva su nombre. Dará origen a una cátedra inspirada en su legado.

Marilú Ortiz de Rozas

Alguna vez, alguien cometió el desatino de preguntarle a Gonzalo Rojas si se había leído todos esos libros. "¡Por supuesto, son mi herramienta de trabajo, mis criaturas, con ellos me formé como animal pensante!", contestó el poeta, según su hijo Gonzalo Rojas-May. Él, presidente de la Fundación Gonzalo Rojas, junto al rector de la Universidad Andrés Bello (UNAB), Pedro Uribe, inaugurarán este jueves la Biblioteca Gonzalo Rojas en el Campus Central de dicha casa de estudios. Allí el poeta ejerció la docencia en sus últimos años, tras largas décadas en los más diversos países del mundo.

"A todos esos destinos viajaron también estos libros: primero a China, en 1970, donde mi padre y Armando Uribe debían abrir la embajada chilena; luego a Cuba, donde partió a reemplazar a Jorge Edwards cuando fue declarado persona non grata; posteriormente al exilio en Alemania y Venezuela, y finalmente a las universidades de Estados Unidos", recapitula Gonzalo Rojas-May. Y se siente orgulloso de que los libros se hayan quedado en Chile: "Es lo que hubiese querido mi padre", revela su hijo.

Confiesa que era grande la tentación de dejar la biblioteca en la familia, repartiéndola con su hermano mayor. "Mi padre es estos libros", recalca. De hecho, su casa de Chillán, actualmente reabierta como centro cultural, fue modelándose para acoger estos 22 mil volúmenes y 6 mil revistas. "Si hubiésemos dejado la biblioteca personal de mi padre en la casa, se hubiera comido todo el espacio, porque es demasiado grande, y hubiese quedado aislada respecto de la vida académica, que es donde debe estar", agrega Rojas-May.

La biblioteca personal del poeta incluye obras de sus diversas áreas de interés, desde la literatura a la filosofía, la sicología, el derecho o la teoría literaria, que es lo que él enseñaba. Y hay volúmenes en español, francés, inglés y alemán. "Entre los libros hay tesoros invaluables, como un 'Don Quijote de La Mancha' del siglo XIX, rarezas como las primeras ediciones del 'Manual de Carreño' o de la 'Historia General de Chile', de Barros Arana, y cientos de libros dedicados por famosos autores", detalla Rojas-May.

Respecto de las revistas, "se concentran en el ámbito literario, constituyendo un valiosísimo material de estudio para los investigadores, y la idea es que esta biblioteca esté abierta para ellos, al servicio de la comunidad académica nacional e internacional", precisa su hijo. Entre estos ejemplares figura la colección completa de la revista Sur, que editara Victoria Ocampo y en la que colaborara Jorge Luis Borges, entre muchos otros destacados intelectuales. También las revistas fundadas por Octavio Paz, "Plural" y "Vuelta", y su equivalente actual en México, "Letras Libres".

Por su parte, el rector de la UNAB destaca el honor de recibir este legado, para el cual vienen preparándose hace bastante tiempo. Habilitaron una sala especial, de 80 metros cuadrados, en la Biblioteca Central del Campus Casona de Las Condes, para acoger los libros y revistas.

"Gonzalo Rojas es una figura muy importante para nosotros, fue académico de esta universidad, también Doctor Honoris Causa nuestro. Esta Biblioteca es la continuación de un largo trabajo que venimos desarrollando con su fundación, y a partir de ella daremos vida a un especial proyecto", revela el rector.
Esta iniciativa consiste en la Cátedra Gonzalo Rojas, pronta a implementarse, donde no solamente se abordarán temas literarios, sino multidisciplinarios, reviviendo el espíritu de los encuentros que el poeta llevó a cabo -principalmente de 1957 a 1962- en la Universidad de Concepción. "En estos se abarcaban las artes y las ciencias, en encuentros donde departían, por ejemplo, André Breton, el Premio Nobel de Química y de la Paz, Linus Pauling, y Oscar Niemeyer, que acababa de crear Brasilia", concluye Gonzalo Rojas-May.

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