El Mercurio
No es novedad que sus presupuestos sean exiguos. Tampoco que sus proyectos tarden años en concretarse. O mueran. Los directores del Museo de Bellas Artes, el Histórico Nacional y el de Historia Natural, que dependen de la Dibam, hablan aquí de sus deudas y de sus próximos planes, de cara a un nuevo año y a otro período presidencial.
Daniela Silva Astorga
Había apenas una ampolleta y su cable debía salir del edificio en busca de electricidad. Así partía 1930 en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), mientras que el Museo Histórico (MHN) corría peor suerte. Llevaba casi 20 años sin sede y pasarían otros 40 para que se instalara en el Palacio de la Real Audiencia. Ahora, ambos museos tienen tecnología y valiosas colecciones, pero jamás han logrado cruzar el umbral de la escasez y de la incertidumbre. Solo sobreviven.
"El MNHN sigue al debe, entre otras cosas, con el personal. Somos 74, incluyendo a los 13 vigilantes. Igual que en 2007, cuando asumí. ¡Pero en 2013 atendimos a 558 mil personas! Y este año solo tengo para un cargo. Por eso, sostengo que el Estado, no solo la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), debiera darnos más recursos", dice Claudio Gómez, director del museo, tras enterarse de su presupuesto para 2014: dispondrá de $594 millones.
Una parte de ese monto viene del programa de "Acciones Culturales Complementarias" de la Dibam. Con ella, el museo está ordenando la colección e instalándola en contenedores de estándar internacional. Gómez estima que el acervo debe estar en el millón de objetos, que ya no pueden guardarse bien en el edificio de Quinta Normal. Por eso, desde 2010 se busca edificar un depósito externo. El Plan Maestro de Teodoro Fernández existe, pero se pospuso tras el 27-F. Sin esa nueva bodega, el segundo piso no se podrá reparar. Y otro año pasó en vano: el terreno no existe y, según trascendió, la Dibam diseña un plan B.
"El gobierno entrante deberá decidir si quiere que este museo celebre su bicentenario como corresponde", reafirma Gómez. Sueña con tener un museo moderno, atractivo, cercano. Tal como Roberto Farriol, quien asumió la dirección del Museo de Bellas Artes (MNBA) hace dos años. Llegó hablando de la importancia de obtener más espacio: la pinacoteca lleva más de una década planeando comprar el edificio contiguo, el Museo de Arte Contemporáneo, de la U. de Chile.
¿En qué está eso? "Exactamente igual que cuando llegué al museo. Desconozco cuál ha sido la piedra tope, porque estoy involucrado tangencialmente en los diálogos", sostiene Farriol. Y Magdalena Krebs, directora de la Dibam, comenta: "Prácticamente, la única opción (para crecer) es integrar este edificio que fue pensado unitariamente. Pero lo más adecuado sería estudiar un plan de mirada amplia a los museos, como lo han hecho otras ciudades -Berlín es ejemplo- donde los museos se complementan".
Aunque el Bellas Artes tiene esa gran deuda, por ahora remodelan los baños (no tenían acceso para minusválidos) y habilitan nuevos espacios. Pero lo más relevante para Farriol, es que "el público ha aumentado un 20%, entre 2012 y 2013". También habla de que hoy tiene más presupuesto para adquirir obras (serán $100 millones), y de su plan de modernización. Este año habrá una nueva versión de la muestra permanente, diseñada por los curadores externos Alberto Madrid, Juan Manuel Martínez y Patricio Muñoz Zárate. Eso sí, hay mala nota para la seguridad: el 23 de diciembre dos computadores y un disco duro fueron sustraídos del museo.
Costo de la modernidad
"El máximo desafío es que estos museos se conviertan, plenamente, en instituciones del siglo XXI. Deben llevar a estándares actuales su infraestructura; tener políticas claras de investigación y conservación, y atención de excelencia. Cada uno ha definido planes de desarrollo, pero un aspecto aún en deuda es tener un vínculo más estrecho con la ciudadanía, en relación con sus sistemas de gestión. Debieran tener directorios", explica Krebs.
Aunque gran parte de esto depende de un compromiso mancomunado, otra buena parte, del presupuesto. Y nuestros museos funcionan con lo mínimo, y desde hace muchos años. Para Farriol, el monto óptimo debiera superar al actual (de $629 millones, $132 millones menos que en 2013), pensando en que una muestra de grandes artistas puede costar, por lo bajo, US$ 1 millón.
Pero no es posible duplicar fondos si no se tiene una capacidad de gestión ad hoc. Ahí hay otro escollo. "El nivel de deuda del Estado en este aspecto supera a un período presidencial -reafirma Gómez-. En la Concertación se armó una red cultural paralela, con el Centro Cultural Palacio La Moneda, Matucana 100, Museo de la Memoria... Si comparamos presupuestos, los museos nacionales quedan demasiado atrás". Y Krebs dice: "Es fundamental equilibrar eso. Hay un contrasentido: las instituciones que resguardan lo más preciado de la memoria histórica no tienen los recursos que requieren para su uso óptimo".
Una oportunidad se abrió este 1 de enero, cuando entró en marcha la modificada Ley de Donaciones Culturales, que explicita a la Dibam como posible receptor de donaciones de empresas o personas naturales que podrán acogerse al beneficio tributario que contempla. Además, ahora podrá obtenerse rebaja tributaria -del impuesto a la herencia- al donar colecciones patrimoniales o artísticas. Junto con eso, los directores miran con algo de entusiasmo la eventual creación del Ministerio de Cultura, pues ahora "la Dibam recibe un 0,65% del presupuesto del Mineduc", dice Gómez.
En el caso del Museo Histórico, al menos desde 1985 está clara la urgencia de ampliarse. Este año se eligió, mediante concurso, el proyecto de Rodrigo Pedraza y Diego Aguiló. "Y el gran desafío para 2014 es sacar todas las aprobaciones necesarias para que, en 2015, se construya", detalla Diego Matte, director de la institución, que ha recibido incrementos sustanciales en los montos de adquisición: "Teníamos $10 millones; ahora 70".
Otro desafío clave para este período es la reformulación de la muestra permanente. "La museografía actual -dice Krebs- tiene sobre 30 años. Es adecuado y conveniente volver a mirarla. La historia de Chile, sobre todo la del siglo XX, está sub representada en el museo, y es de gran interés para las generaciones actuales". Todavía queda mucho por hacer, como es tradición.
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