Por Cristian Saralegui
Pocos han sido los artistas que han llegado hasta la Antártica para tocar su música. Los Jaivas fueron los primeros, en 1983, donde grabaron un par de videos para un especial y los magallánicos de Lluvia Acida han sido otros que han presentado sus creaciones en el continente blanco, eso sin contar el concierto de Metallica, en 2013. Pero lo ocurrido esta última semana de diciembre de 2017 con Fernando Milagros, resultó especialmente llamativo, puesto que no se trató de una visita artística propiamente tal.
El cantautor nacional, uno de los más destacados compositores del último tiempo, llamó la atención del Instituto Antártico Chileno con el más reciente de sus cinco discos, “Milagros”, en particular con la canción “Un espíritu” que terminó formando parte del proyecto de Inach y Corfo “Antartikanos”. De hecho, el artista actuó en noviembre en la primera edición de la Gala Antártica. Por lo mismo, era inevitable una visita del músico al continente blanco, la que se dio quizás mucho más pronto de lo que imaginaba.
La Expedición Antártica Escolar, que premió a los proyectos ganadores de la Feria Antártica Escolar 2017 fue la instancia propicia para esta invitación. Durante cinco días, Fernando Milagros compartió con una veintena de estudiantes de enseñanza media y sus profesores, así como con los trabajadores de la base Julio Escudero, los investigadores científicos y las dotaciones de la Armada y de la Fuerza Aérea. Además, cantó en las bases de Rusia y Corea del Sur, que a pesar de la barrera idiomática, recibieron con cariño las composiciones de Milagros.
Como si fuera poco, el viernes, un día antes de tomar el avión Hércules que lo trajo de regreso al Chile continental, Fernando Milagros se calzó su poncho, desafió una intensa ventisca con nieve y grabó escenas para el videoclip de la canción “Aurora”, sobre una montaña con la bahía Fildes como telón de fondo. Tanta fue la magia de ese momento que hasta se dio el tiempo de disfrutar del sonido que provocaba la vibración que causaba el viento en las cuerdas de su guitarra.
Esa constante búsqueda por nuevos sonidos y formas de expresar sus sentimientos, tuvo como recompensa este viaje, una experiencia que atesorará por siempre.
“Nunca imaginé que mi música podía llegar a lugares tan lejanos, y de esta manera, estando acá y cantando. Siento que es una manera de unir gente, de que no necesitas ni siquiera saber el mismo idioma para poder compartir un poco de música y siento que de verdad, funciona elevar el espíritu de la gente el hecho de juntarse en un formato muy sencillo y compartir el día a día con la gente y con los cabros, que están súper motivados. No me imaginaba en absoluto cómo podía ser, una experiencia súper bonita y sin duda, uno se va transformado, con ideas, con ganas de poder ayudar a que esto siga creciendo, a que la gente en el continente sepa un poco más de cuál es la misión del Instituto o de la idea de estar acá. Que tengan conciencia de que existe un territorio antártico que en algún momento, eventualmente, uno podría visitar, tener conciencia de eso”, reflexionó el artista en el comedor de la base Julio Escudero.
De todas formas, Milagros reconoció que pensaba encontrarse con otra realidad. “La mayoría de la gente tiene la idea como de que es una cosa súper militar y estando acá, convives con uniformados, porque están al lado, pero el espíritu es muy diferente; la gente acá está preocupada de poder entender cómo está funcionando el cambio climático, no tanto de ejercer soberanía, sino de aprender e investigar posibles formas, en el futuro, de vivir mejor. Es bonito, te hace más consciente de que los seres humanos somos súper pequeños ante la tremenda naturaleza”, comentó.
El día antes de regresar, Fernando Milagros admitió que era muy pronto como para dimensionar realmente todo lo vivido en la Antártica, fenómeno que también le ha ocurrido con su música y letras, que siempre surgen de un proceso visceral. “Tengo tantas cosas que necesito quizás un rato para poder decantarlas, y por lo general, me pasa harto que cuando hago canciones y discos, no me detengo mucho a pensar en cosas puntuales de las que hablar, pero cuando miro con distancia las cosas que he hecho o como ahora, que hay gente acá que me dice que tiene mucha relación con el sur y que funciona súper bien en este lugar en particular, me pongo a hacer el ejercicio de cantar canciones del último disco y mágicamente funciona súper bien, como que se empalman con ese espíritu de paisaje, naturaleza, y de inmensidad, de aventura”.
Por lo mismo, Fernando Milagros no se encasilla en ninguna clasificación o admite tener cierta etiqueta como artista (“esa es pega de los periodistas, ustedes le ponen nombre”), pero sí tiene claro que su música no va dirigida ni a los rankings, ni a los premios o a ser el “hit del año”. “La intención mía es hacer arte, no música para radio y si alguna suena por ahí, la raja, pero siento que dedicarse en la vida a hacer que algo pegue, creo que es perder tiempo. En general en Chile creo que hay un espíritu exitista que es súper vacío, pero por otro lado, tengo fe de que también hay mucha gente pensando en otras cosas, mucha gente que ya no ve televisión, que ya no le cree a los diarios
”.
Finalmente, Fernando Milagros se refirió a la instancia que lo llevó a la Antártica: la expedición junto con los estudiantes, una experiencia enriquecedora para él y también para ellos. “Me da gusto que estén tan motivados, como que a una edad es súper importante encontrar esas motivaciones y creo que el hecho de venir a un lugar tan intenso como éste, seguro los va a marcar y ojalá más de alguno tome la decisión de poder dedicarle su estudio a un lugar como éste. Creo que es súper efectivo lo que hace el Inach con este programa de traer a cabros que están a punto de salir del colegio”, concluyó Milagros, que el sábado, apenas aterrizó en Punta Arenas, de inmediato abordó otro avión para retornar a Santiago.
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