El Mercurio
Un disco doble rescata el rico repertorio que se tocaba en los espacios públicos y en los salones de Valparaíso, entre 1866 y 1916. En las grabaciones participó una banda de la Armada.
Por Romina de la Sotta Donoso
"Como porteña enamorada de Valparaíso, cuando veía las construcciones decimonónicas, tan fastuosas y románticas, pensaba que la gente que habitó estos lugares tiene que haber hecho música, bailado y disfrutado óperas", dice Isabel Césped Corrotea (1979), licenciada en Música y alumna del doctorado en Historia de la U. Católica de Valparaíso.
Ese universo sonoro, el de la música que "habitó" el puerto en su esplendor, ella lo reconstruye en el disco doble "Valparaíso. Patrimonio musical 1866-1916". Financiado por un Fondo de la Música 2017, se vende en las librerías Ediciones Universitarias y Mar de Libros, en Valparaíso ($10 mil).
"Lo hice pensando en cualquier melómano que quisiera darse una vuelta por Valparaíso antiguo", apunta Césped.
La producción incluye 18 piezas del repertorio que tocaban las bandas en espacios públicos y de música de salón. Se rescata, por ejemplo, al italiano Pedro Césari, quien llegó en 1883 con la compañía de ópera Ciacchi y se quedó en el puerto como director de bandas de la Armada. También fue director del Orfeón Municipal de Valparaíso y fundó la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso, en 1893.
"Investigando en el archivo de bandas de la Armada, me encontré con dos partituras de Pedro Césari. 'Canto a Prat', que le encargaron para la inauguración del monumento a los Héroes de Iquique, en 1886, y 'Marcha Fúnebre a Prat', que compuso para la recepción de los restos mortales de Prat y su tropa, en 1888", cuenta Césped.
Para el disco las grabó la Banda de la Academia Politécnica Naval de la Armada. "Tuve que reconstruirlas nota a nota, porque las partituras no sonaban bien; se habían desvirtuado de copista en copista. Para reconstruir los arreglos, ocupé las versiones de piano que hallé en la Biblioteca Nacional", detalla.
Su fuente para la música de salón fueron las abundantes partituras que se produjeron a fines del siglo XIX en Valparaíso. "La gente las compraba para tocar en sus propias fiestas lo mismo que habían escuchado en los grandes teatros. En el disco, por ejemplo, hay dos extractos de zarzuelas del español Manuel Fernández Caballero, que era el autor más programado en las funciones benéficas a favor de las viudas y de los huérfanos de la Guerra del Pacífico", aclara.
Se trata de la Barcarola de "Los sobrinos del capitán Grant", y "De la patria del cacao", de "La gallina ciega". También están la famosa "Zamacueca", de Federico Guzmán, la gran estrella chilena del piano del siglo XIX, y "Los Pájaros de Chile", de Pablo de Sarasate, que el virtuoso violinista estrenó en el Teatro Odeón de Valparaíso y que fue redescubierta hace solo nueve años. Se suman piezas de Louis Moreau Gottschalk, pianista estadounidense que llegó en 1866 y que tuvo gran influencia local.
"Todos ellos representan el ideal del músico romántico, son instrumentistas y compositores, sus obras son virtuosas y son viajeros eternos", dice la investigadora.
Participaron en el disco los pianistas Carlos Caamaño, Patricia Escobar y María Angélica Rueda, el violinista Sebastián Rojas, el guitarrista Nicolás Oyola y la soprano Carolina Matus.
Otro atractivo de la producción es que visibiliza a algunos músicos olvidados, como Rosa Teodolinda Cepeda, con su mazurka "21 de mayo". "Ella era hermanastra del diplomático Eduardo Poirier y no solo fue amiga de Rubén Darío, sino que trabajó con él en Valparaíso. Es todo lo que he averiguado de ella. Es un misterio sin resolver", cierra Isabel Césped.
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