La Tercera
El cantautor habla con Culto del proceso independentista de Cataluña, del cambio de mando entre Bachelet y Piñera, y de los shows que lo tendrán por primera vez en el Teatro Nescafé de las Artes.
Por Alejandro Jofré
A pesar de que su música despierta profundas emociones (a fines del mes pasado hizo llorar en vivo a un animador de televisión argentino), Joan Manuel Serrat, “el chico de Pueblo Seco”, el hombre de “Mediterráneo”, no está para sentimentalismos.
El último miércoles de febrero entra en un salón del Hotel Panamericano de Buenos Aires y, apenas unas horas antes de volar hacia Cataluña, abandona su personalidad conciliadora y la calma de la experiencia para hablar con vehemencia.
-¿Debe independizarse Cataluña?
-No entiendo dónde se producen los hechos que lleven a esta secesión. Las razones por las que, digamos, una buena parte del pueblo de Cataluña piensa que debe ser así, no sé si están fundamentadas en razones que vayan más allá de lo sentimental, de lo sanguíneo, de lo visceral.
Serrat, un hombre de 74 años con uno de 28 latiendo dentro, que está por anunciar una nueva gira donde interpretará su disco más conocido, ese que se llama Mediterráneo (1971) y que escribió a esa edad, explica con énfasis sus ideas antiindependentistas.
“Una independencia en Cataluña llevaría directamente a un empobrecimiento muy grande. Estos meses más de tres mil empresas han levantado sus sedes para irse a otros lugares, porque el dinero no tiene patria. El dinero lo que quiere es tranquilidad, la patria le da igual, por tanto va donde menos problemas tiene y esto está ocurriendo”, reflexiona.
Luego sigue: “Todo este proceso que estamos viviendo ha llevado a una situación de descabezamiento de gobierno, llevamos meses sin una administración en Cataluña, lo cual también produce un paso atrás. Sin querer ser esencialmente catastrofista y reducirlo todo al mundo mercantil, sí le quiero decir que cuando la gente vive mal se siente peor, que cuando la gente no tiene trabajo tiene problemas para llevar a los chicos al colegio pues está más jodida. Puede ser que una parte del pueblo de Cataluña diga que esto no le importa nada y lo que quiere es la victoria del limbo independiente. Bueno, habría que preguntárselo a la gente. Habría que preguntar cuánto están dispuestos a sufrir para llegar a este limbo, cuánto están dispuestos a llorar para hacer esta travesía en el desierto”.
-Su canción “Mediterráneo” fue utilizada hace un año para la campaña de bienvenida a los refugiados y recientemente en manifestaciones antiindependentistas. ¿Qué opinión le merece?
-Una canción como “Mediterráneo”, por suerte y a veces por no tanta, es una canción que representa exactamente lo que es el éxito. El éxito es cuando una canción deja de ser tuya para convertirse en la de los demás. La diferencia entre un caso y otro es que, en el de la campaña a favor de la circulación libre de los inmigrantes del Oriente Medio y del África, fue una en la cual yo tomé el mando con la canción. En el otro caso es una historia que apareció de forma espontánea, probablemente porque la canción es de todos, y luego porque es cantada en castellano y esto mismo representaba una suposición distinta a la otra crisis de Cataluña. Con el debido respeto, en esta segunda circunstancia estaba absolutamente al margen.
-Cuando dijo que Cataluña no debía independizarse, ¿sintió miedo por pensar distinto?
-Desde que se planteó el referéndum de autodeterminación fue un referéndum unilateral y por tanto, a mi modo de ver, un referéndum ilegal, pero uno que al final dio resultados determinados que son innegables. Yo estuve en contra de que se celebrara por varias razones. Por cómo se había llegado a esas circunstancias, por la forma y el fondo en que se planteaban. Lo manifesté públicamente en Chile, en septiembre del año pasado, y hubo gente conforme y disconforme. Cuando uno plantea una opinión debe ser capaz de defenderla y de actuar en consecuencia. No se puede vivir con miedo a decir lo que uno piensa.
-Leí en una entrevista donde recordó que, cuando comenzaba a cantar, “ir a un recital en aquellos años se convirtió en una declaración política”. ¿Mantienen sus conciertos esa condición?
-Piensa que en la dictadura cualquier actividad que pudiera representar una discusión de las verdades absolutas de los dictadores entra en el enfrentamiento político. Acto político es, a mi modo de ver, todo lo que hacemos porque en ello dejamos nuestra idea, nuestra opinión, nuestra manera de ver las cosas. Ahora, no necesariamente los actos políticos se ejercen o se reciben con violencia.
-¿Por qué celebrar los 47 años de un disco como Mediterráneo y no esperar por una fecha cerrada como los 50? Da la impresión de una prisa, ¿acaso se acerca el retiro?
-Porque a los 74 años uno nunca sabe qué puede ocurrir y porque me parece que es una forma de bromear con las fechas cerradas y escoger una fecha abierta. (Hace una pausa) No sé si de aquí a tres años la vida todavía me reservará la posibilidad de soplar sobre las velitas del pastel.
-Hace poco festejó 50 años de carrera, ¿por qué insistir en la música como forma de ganarse la vida?
-Tener un trabajo es algo sumamente digno y que esté relacionado con el mundo artístico es algo que cualquier artista te confirmará que exige mucho trabajo. En la medida que fui haciendo música descubrí una manera de contarme a mí mismo y de contar a los demás. La canción es una forma muy especial de escritura en la cual la música y la literatura juegan y eran dos cosas que a mí me entusiasmaban mucho. La canción que me conmovió siempre fue una canción en la cual el texto era muy importante, desde las coplas españolas de Rafael de León, que son de una extracción muy popular, a las canciones de (Georges) Brassens o de cualquier otro escribidor francés o italiano, que han sido los que más he seguido, junto también con una pieza muy importante que es la música popular, lo que se ha llamado el folclor. En América Latina hay pruebas evidentes de la enorme calidad de sus folcloristas. Violeta Parra es una extraordinaria mujer de arte popular, folclorista, y no por ello deja de ser una mujer de una extraordinaria potencia literaria.
-Leí que sigue a los escritores nórdicos. A propósito, el noruego Karl Ove Knausgard dice que se hizo escritor porque le rompieron la infancia. Cómo es con usted, ¿por qué escribe canciones?
-La verdad es que los poetas nórdicos suelen resultar bastante complicados. Son de una densidad y de unas imágenes… yo prefiero a los poetas latinos y sudamericanos que son con los que tengo un nexo de amor y de sentimiento más profundo. A mí no me rompieron la infancia, ha sido el descubrimiento de escribir el que me ha llevado a la escritura, no la angustia por escribir, en el caso mío, canciones.
-Me llamó la atención una respuesta suya a una entrevista de fines de los 70, en donde dice: “Aunque sonará frívolo, comencé a tocar la guitarra porque así era más fácil tocarle el culo a las muchachas”. ¿Por qué toca la guitarra hoy?
-Fue una broma que no sé si valió la pena contar (sonríe). En el fondo, porque me sigue gustando… la guitarra es una prolongación de mis aspiraciones juveniles.
-Mario Vargas Llosa dice que, “si creamos sociedades igualitarias donde todos tengan exactamente lo mismo, eso solamente se consigue a través de una coerción absolutamente brutal y la igualdad que se crea artificialmente ni siquiera es igualdad, porque hay siempre una élite privilegiada. Ese tipo de voluntarismo ni existe ni funciona porque allí, como dijo Orwell: ‘Hay iguales que son más iguales que los otros’”. ¿Está de acuerdo?
-Es una frase de Vargas Llosa que responde muy bien al pensamiento de Vargas Llosa. Brillante en algunos puntos con los que se puede coincidir y otros que son mejorables. Yo creo que no hablaría de sociedades igualitarias, realmente yo hablaría de sociedades que tiendan a la igualdad, soy más partidario de sociedades en las cuales los hombres tengan en libertad y por decisión propia la posibilidad de acceder a las mismas cosas previo esfuerzo y méritos.
-¿Cómo ve a Chile a la distancia? ¿Qué significa Chile para usted?
-Las raíces de un árbol están exactamente donde está la tierra en la que se prende. Con Chile, independiente de lo que pueda haber sido mi relación puntual en 50 años de viajes, he vivido épocas determinadas de relaciones turbulentas, amargas y que generan profundas heridas y grandes afectos.
-¿Qué opinión le merece el cambio de color político en el país? Chile pasará de la socialista Michelle Bachelet a estar gobernado por un político de derecha como Sebastián Piñera.
-Estamos en una época en la que la insatisfacción se traduce en estos cambios constantes de mensajes, de ideología, y que comparte la mayor parte de la población. No soy capaz de predecir los movimientos que pueden venir a continuación, pero evidentemente no deja de sorprenderme este regreso al pasado que de tanto en tanto se va produciendo.
El capo que rebobina
Joan Manuel Serrat regresa a Chile en noviembre como parte de su gira “Mediterráneo da capo”. Si da capo fuera italiano, significaría más o menos “volver al principio”. Da capo es la forma pretenciosa de decir rebobinar.
Así prometen ser las fechas del catalán en Santiago (pactadas para el miércoles 21 y el jueves 22 de noviembre en el Teatro Nescafé de las Artes) y regiones (los conciertos serán anunciados pronto), donde el hombre de “Aquellas pequeñas cosas” celebrará por adelantado las canciones de su disco más emblemático.
Además, su doblete en la capital tendrá un carácter inédito. Salvo en un evento institucional y privado para Chilevisión, el músico nunca antes se había presentado en el recinto de calle Manuel Montt. Un reducto también atípico para un nombre de su estatura artística, más acostumbrado a los grandes aforos y a los espacios de alcance más masivo. La venta de entradas parte este miércoles 14 al mediodía.
-¿Qué puede adelantarnos de sus próximos conciertos en Chile?
-Es un concierto que gira alrededor de las canciones de Mediterráneo, que desde que fueron estrenadas el año 1971 nunca las he cantado todas juntas. Las cantaré no seguidas pero juntas y todas estas irán de alguna manera acompañadas por otras canciones, algunas mías, algunas de otros autores, donde hay unos elementos constantes que conforman una idea: la del mar, la del Mediterráneo que, como todo el mundo sabe, es el mar de los mares. Si no me equivoco fue Aristóteles quien decía que hay tres tipos de hombres: los vivos, los muertos y los del mar. Yo, como miembro de esta tercera categoría, he visto al Mediterráneo convertirse en basurero y en estos momentos convertido en algo mucho peor que es ser un cementerio.
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