El Mercurio
La cantante se presentó anoche ante 18 mil personas en la Pista Atlética, en la comuna de Ñuñoa, con un espectáculo que mezcló diversión y éxitos en grandes cantidades.
Por José Vásquez
Emergió como saltando de un trampolín desde el piso al centro del escenario, en el extremo de una pasarela conectando con el público, en una explosión tan juvenil como infantil, ante una audiencia para todas las edades.
Katy Perry comenzó en Santiago la sección latinoamericana de su gira "Witness: The tour", una experiencia recargada comparada a su anterior gira, con la que debutó en Chile en 2015, y que la trajo de regreso con una propuesta envuelta en el pop electrónico de su último álbum.
A las 21:10, la cantante apareció cubierta de una brillante bandera chilena para saludar con "Witness", el tema homónimo de su más reciente grabación, y de inmediato aparecieron el confeti y una ráfaga de chispas en la tarima, para animar una fiesta siempre colorida, aunque menos inocente que en sus anteriores propuestas.
Los beats continuaron con "Roulette", "Dark horse" y otra revisión a su último trabajo, "Chained to the rhythm", antes de una seguidilla de éxitos de sus primeros álbumes: así pasaron "Teenage dream", "Hot N cold", "Last Friday Night (T.G.I.F.)", "California gurls" y "I kissed a girl", todos apoyados por una banda que no era parte de la escenografía y un sonido de alta fidelidad.
Un guion estudiado
La nueva propuesta de Katy Perry es una gran coreografía, un espectáculo que mantiene un estudiado guion que repite en cada detención de la gira, pero que en vivo, en el inicio de su tramo sudamericano, funciona con los guiños al público en español, en un limitado vocabulario que remite básicamente a un saludo y un "te amo", pero que provoca risas acompañada de un corpóreo de tiburón, la misma representación que provocó un festival de memes por su descoordinada participación durante el Super Bowl de 2015.
El show incluyó cubos que subían y bajaban como un juego de Mario Bros, por los que la cantante se desplazaba y también dados y rosas gigantes, elementos nuevos dentro del mundo mágico de la norteamericana, que con un peto, similar a un aviso electrónico, fue anunciando el nombre de las canciones, en uno de los numerosos atuendos que usó en la noche.
"Déjà vu", "E.T", "Bon appétit" y una versión más bailable de "Part of me" llegaron antes del cierre, que inició su tramo final con uno de sus últimos hits, la electrónica "Swish swish" y unas coreadas "Roar" y "Fireworks", que interpretó arriba de una mano gigante en la pasarela y lluvia de papel picado y fuegos artificiales.
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