domingo, marzo 31, 2019

Steve Aoki hizo vibrar a los millennials en una fiesta interminable

Bárbara Castro
Espectáculos
El Mercurio

Anoche el Dj norteamericano cerró la jornada electrónica en el Movistar Arena, frente a 14 mil personas.



Producto del aforo completo del recinto, Steve Aoki se presentó anoche a puertas cerradas. Algo así como una fiesta privada para 14 mil personas.

Ayer, y como ya es tradición en el evento, el Movistar Arena -renombrado como Perry's Stage by VTR durante los tres días de festival- se transformó en el epicentro de los ritmos electrónicos, con algunas de sus principales figuras desplegando sus consolas para encender jornadas de más de 10 horas de música ininterrumpida. Un festejo sin pausa que alcanzó su momento de mayor intensidad con Steve Aoki, con el recinto al máximo de la capacidad designada para el evento.

Tras una obertura, el DJ norteamericano inició su descarga a las 22:19, que fue de inmediato interrumpida por un apagón intencional que despertó el descontento y las pifias del público. La broma se olvidó casi de forma instantánea, de la mano de sus mezclas más bailables acompañadas por juegos de pirotecnia y gráficas psicodélicas que tapizaban las nueve pantallas gigantes del escenario.

Presumiendo de su extensa galería de colaboraciones y remixes -y en su tercera visita a Chile- confirmó su lugar como la gran figura de la jornada, con una función eléctrica que mantuvo su sello personal, una conexión permanente con su público, a quien se dirigió en múltiples ocasiones. Los presentes, una aplastante mayoría millenial , se entregaba a lo que bien podría ser un carnaval discotequero, luciendo coronas de plumas, tutús de ballet, maquillaje y accesorios fluorescentes.

Alrededor, las distintas ubicaciones se fundían transformándose en una gran pista de baile, que tendría su estallido final con el remix de "Pursuit of happiness", de Kid Cudi, himno esencial de la música de fiestas firmado por el DJ y con el que anoche despediría su show.

Más temprano, Flak, un estudiante de cuarto medio -fiel representante de la demografía que ayer poblaba el arena- abrió la jornada. Y, a continuación, le entregó la posta a Bad Gyal, la carta femenina del día y figura en ascenso de la música urbana española.

Afuera, un letrero electrónico gigante regía el paso del público, señalando con rojo y verde, como si de un semáforo se tratara, si el acceso estaba permitido o si el Arena llegaba al máximo de su capacidad.

Entrada la tarde, fue el turno de los dúos Jet Lag y Hippie Sabotage. Ambos combatieron la migración de público -que abandonó en masa el recinto en dirección al escenario en que una hora más tarde se presentaría Paloma Mami- con un popurrí interminable de hits que a ratos se servía de remixes de Bon Jovi, White Stripes y Coldplay para retener a los presentes.

Al caer el sol y con la baja en las temperaturas, ambas imperceptibles en el universo contenido de del Arena, llegó el turno de las figuras más esperadas del día. La pantalla exterior indicaba que el espacio se acercaba al máximo de su capacidad al mismo tiempo que el norteamericano Valentino Khan arrancaba su set, quien le dio el paso al chileno DJ Who -nombre artístico del productor Claudio Medina- en su cuarta actuación en el festival y quien probó su eficacia en ese escenario poniendo a bailar a la inmensa mayoría de los presentes con una batería que apostó a ratos a la masividad innegable del reggaeton.

La clausura comenzaría con el estadounidense RL Grime, quien montó un espectáculo de transición, de intensidad contenida y más cargado a los beats propios. Más quietos, pero sin nunca dejar de moverse, los asistentes parecían guardar energías, como si vaticinaran la fiesta que Aoki tenía preparada para ellos.

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