El Mercurio
Parte de una carpeta de proyectos de infraestructura cultural, el MOP finaliza esta semana recuperaciones de edificios dañados por el terremoto de 2007.
Por IÑIGO DÍAZ
"Es un ejemplo de cómo los métodos antiguos de construcción se combinaron con las exigencias de la modernidad. Constructivamente es verdaderamente un híbrido", señala el arquitecto Marcelo Cortés, cuya oficina Surtierra, especialista en la construcción "con tierra", abordó la recuperación de una serie de edificios patrimoniales en la nortina oficina salitrera de María Elena.
Ese equipo de arquitectos trabajó en la iglesia, el mercado, la Escuela Consolidada -que se convirtió en el actual Museo del Salitre- y, por supuesto, el Teatro Metro, ejemplo que Cortés define como "híbrido". "De todas las restauraciones que realizamos en María Elena, el teatro correspondía al caso más emblemático en este sentido, porque era el más nuevo de todos allí. La mano de obra era artesanal, pero los materiales eran industriales, metal y hormigón, que se combinaban con adobe", dice.
Fue inaugurado en febrero de 1948 con la película "Escuela de sirenas", que exhibió por primera vez a los nortinos el estilo de nado perfecto de Esther Williams. El Teatro Metro fue entonces punto de encuentro para la pequeña y última de las oficinas salitreras, hoy con poco más de 6 mil habitantes. Pese a la decadencia de la explotación del salitre, y del despoblamiento de la comuna, el teatro siguió operando por 60 años, hasta que en 2007 cerró definitivamente sus puertas debido a los daños estructurales que causó el terremoto, de 7.7 gados Richter.
"Entrar ahí es como viajar en el tiempo. Es un teatro pequeño y muy bonito, como Cinema Paradiso. Hay un asunto de escala que el proyecto buscaba realzar, pues en su origen fue concebido para las necesidades de los trabajadores y sus familias. Si te gusta el fútbol, mucho mejor es ver un partido en un estadio pequeño lleno, que en uno enorme casi vacío", comenta Claudia Silva, directora de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas (MOP).
Su teatro y diez más
Con una inversión de $2.226 millones para sus obras civiles y equipamientos modernos, la principal intervención fue volverlo sismorresistente, "de modo que soporte un próximo terremoto de gran magnitud", dice el arquitecto Marcelo Cortés. Cuenta con 488 aposentadurías, que incluyen las butacas originales, un escenario nuevo, sectores de tramoya, camarines y una sala de exposiciones, además de un moderno sistema de proyección de cine. Se entregará a la municipalidad y a su comunidad el próximo 8 de enero. Un día después, otro teatro nortino, a 70 kilómetros de allí, tendrá nueva vida después de su cortísima primera época.
Se trata del Teatro Andrés Pérez de Tocopilla, que fue construido en memoria del director teatral. Inaugurado en 2005, el mismo terremoto lo sacó de circulación dos años más tarde. Estructuralmente colapsado, debió ser demolido en 2016. "Tenía otras características arquitectónicas respecto de María Elena. Lo que nos llamó la atención fue que los tocopillanos le pusieron mucho empeño para recuperarlo", apunta Claudia Silva.
La reconstrucción fue completa en los 1.500 m2 del recinto. El teatro tiene dos niveles donde se distribuyen 290 butacas de diseño moderno. Cuenta con foyer , salas de ensayo, depósitos de materiales y oficinas. Además, es uno de los primeros con Certificación Edificio Sustentable, llegando al 60 por ciento de rendimiento en estos términos. Su reconstrucción costó $4.988 millones, financiados por el Gobierno Regional de Antofagasta, al igual que como en el caso del Teatro Metro de María Elena.
En la carpeta de proyectos de infraestructura cultural del MOP aparecen otros diez teatros en distintos estados de avance: desde el Regional de Iquique, que inicia sus obras este mes, hasta el Cervantes de Valdivia o el Galia de Lota, además del Regional del Biobío, que se inaugura este 7 de marzo.
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