El Mercurio
Tim Burgess, el cósmico cantante de The Charlatans, rememora los años de la escena Madchester, su larga batalla contra las drogas y el espíritu colaborativo que inspiró "Different Days", el último disco del cuarteto inglés.
Tim Burgess (50) recuerda el lugar y momento exacto en que tocó fondo. Fue en el 2006, justo después de la salida de "Simpatico", el noveno disco de su banda, The Charlatans. Con un especial acento en los ritmos reggae y bailables, el álbum tuvo una entusiasta recepción del público. Pero Burgess, a punto de cumplir 40 años, estaba inmerso en su propia espiral destructiva.
Me sentía realmente muy débil, mis pensamientos eran bastante azarosos y estaba bebiendo mucho y siempre drogado", dice el cantante a "El Mercurio". "El álbum salió y la gente pensó que estaba bien, pero cuando empecé a ensayarlo, no podía físicamente hacerlo. Mi cuerpo era un desastre y no podía cantar. Tenía una ventana de, quizás, una hora al día, donde, físicamente, podía hacer algo y, después, me desmoronaba de nuevo. Creo que la banda se empezó a molestar y yo me sentía muy triste por cómo había terminado todo. Y decidí parar".
Luego de visitar a un doctor, Burgess se sometió a un programa de desintoxicación de 21 días. En ese período, tuvo que estar solo, en una pieza de hotel, durante siete días, lo que describe como una experiencia "extraña y horrible". Y, cuando volvió a salir de gira, lo destinaron a un camarín separado de sus compañeros. "Mientras ellos se emborrachaban, yo estaba solo en el mío", cuenta, entre risas. "Tras los excesos, me tomó tres años reprogramarme. Después de ese plazo pensé: 'esto de no beber está bien, puedo hacerlo'".
El clic definitivo vino cuando asistió a una fiesta, cerca de su piso en Londres, y una amiga lo instó a que aprendiera a meditar. "Me dijo: '¿Has oído del Maharishi Mahesh Yogi?'. Y yo le dije: 'Sí. Yo y mi amigo Rob (Collins, primer tecladista de la banda) solíamos ver películas de Los Beatles'. Después mencionó que David Lynch, a quien yo adoro, también meditaba y que podía ser algo bueno para mí. Al día siguiente me recomendó a alguien para que me enseñara, un tipo llamado Will, en la Isla de Wight, y, desde entonces, medito. Me ayudó a ser fuerte de nuevo, pero de mente, cuerpo y alma".
Con la ayuda de mis amigos
Con su inconfundible corte de pelo taza, Burgess es la voz y rostro principal de The Charlatans, una banda marcada por su espíritu de supervivencia. A finales de los 80 irrumpieron como los hermanos menores de la movida Madchester, el término acuñado para denominar a la escena musical de esa ciudad que tendió un puente entre el rock alternativo, la cultura del acid house y la psicodelia de los 60. Si bien no alcanzaron la popularidad global de coterráneos como The Stone Roses o Happy Mondays, los Charlatans tuvieron una carrera más prolífica y duradera-más de una decena de discos en 28 años- y lograron recuperarse de la muerte de dos de sus miembros originales: Rob Collins, quien murió en un accidente de tránsito en 1996, y el batería Jon Brookes, quien falleció de un cáncer al cerebro en 2013.
En la última década, la vida de Burgess experimentó varios cambios radicales. Tras 12 años viviendo en Los Angeles (California) volvió a Gran Bretaña, inició una carrera paralela como escritor (con su excelente autobiografía "Telling Stories" y el reciente "Tim Book Two", en el que rastrea discos raros recomendados por artistas) y fue papá por primera vez. "Fue muy extraño porque cuando Jon estaba falleciendo, mi hijo acababa de nacer", dice. "No diría que una cosa reemplazó a la otra, pero ayudó mucho en mi duelo. Yo era cercano a Jon, pero Martin (Blunt, bajista de la banda) y Tony (Rogers, tecladista) eran muy cercanos a él y me resultó muy difícil verlos traumatizados. Pero el nacimiento de mi primer hijo, a los 46 años, puso una sonrisa en mi cara cuando me sentía triste".
En mayo del 2017, The Charlatans lanzó "Different Days", su decimotercer disco de estudio y uno de los más ambiciosos de su historial. El álbum incluye la colaboración de figuras como Paul Weller, Stephen Morris y Gillian Gilbert (New Order), Anton Newcombe (The Brian Jonestown Massacre), Johnny Marr (ex The Smiths) y el escritor escocés Ian Rankin, cuya voz aparece en la pieza instrumental progresiva "Future Tense". "Él escribió algo en la noche del Año Nuevo del 2016, cuando la banda tocó en la ciudad, después vino a mi hotel y lo grabó en mi teléfono. Eso lo hizo sonar más policíaco y claustrofóbico", relata. "Estamos viviendo en tiempos muy inciertos. La idea de que Johnny (Marr) tocara con nosotros, de que Ian grabara algo que había escrito, tiene que ver con compartir. Este es un disco muy social y nos dio la oportunidad de tener a amigos en nuestro estudio, compartir recuerdos y también crear recuerdos para el futuro".
Un charlatán errático
Cuando iba en el colegio, un profesor señaló el "comportamiento errático" que mostraba Burgess en la sala de clases. Con estados de ánimo cambiantes y casi siempre en la luna, su puerta de entrada a la música fue a través del hermano menor de su madre. "Tenía álbumes de The Who, Led Zeppelin y Genesis, y fue mi primer héroe", cuenta. "Después, cuando tenía unos diez años, vi una banda punk en la televisión, The Vibrators, tocando una canción llamada 'Automatic Lover'. Y decidí que quería ser un punk a la edad precisa (sonríe)".
A los 16 años, Burgess cayó bajo el influjo de New Order y Tony Wilson, el presentador de televisión y cofundador del sello Factory Records. "Cuando salió (la canción) 'Blue Monday', simplemente me voló el cerebro. Dos de los miembros de New Order eran de Salford, el lugar donde yo nací, y dos de Macclesfield, que está en Cheshire, el lugar donde crecí. ¡Eso significaba todo!", relata. "En ese momento, Tony Wilson presentaba bandas todos los viernes. Recuerdo haber visto a The Human League, Cabaret Voltaire... ¡en televisión abierta y a las cinco de la tarde! Era brillante".
Por esa misma época, Burgess se transformó en un habitué del club mancuniano The Haçienda, uno de los epicentros de la cultura rave . "¿Si tomar éxtasis tuvo una influencia en mí? Sí, hubo mucho desde eso desde los 18 hasta los 22 años, cuando la banda empezó", admite. "Ver a personas realmente rudas, con sus brazos alrededor de otra, bailando Gloria Gaynor, seguido de Carly Simon cantando 'Why does your love hurt so much?', era algo asombroso (risas). (El éxtasis) abrió la mente de las personas para relacionarse con otros seres humanos sin pelearse, que es lo que el alcohol hace en una discoteca. Eso permitía la coexistencia de distintos tipos de música, como la bailable, la indie , la indie que era bailable, la música gay... ¡todo!".
Con su irrupción, The Charlatans fueron el punto de encuentro entre la psicodelia de los 60 y el espíritu disco de los 80. Su meteórico ascenso tambaleó en julio de 1996, cuando Rob Collins murió al estrellar su BMW en un camino rural en las afueras de Monmouth. El accidente ocurrió apenas tres semanas antes de que la banda abriera para Oasis en Knebworth, en uno los conciertos más masivos en la historia de Gran Bretaña. Al momento de presentar la canción "Cast No Shadow", Liam Gallagher dedicó el tema a Collins."Superar la muerte de Rob me tomó diez años. Él era una especie de hermano grande para todos", reconoce Burgess. "En el escenario, bastaba vernos a los ojos para saber que estábamos alineados. Todavía lo extraño, pero he aprendido a lidiar con eso".
-La mayoría de sus contemporáneos ya no siguen activos. ¿Cuál es el secreto de la vigencia de The Charlatans?
"Mark (Collins, guitarrista) y yo somos muy buenos amigos y me encanta componer con él y ver lo que hace con mis ideas. Ahora otra vez se está aburriendo de mí y tengo que hacer cosas por mi cuenta (risas). Por eso hice un par de discos solistas. Pero, cuando nos reunimos para hacer un disco, tenemos 14 o 15 cosas encaminadas. La idea es siempre mantener un sentimiento de bienestar".
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