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miércoles, mayo 02, 2018
Adiós a Max Berrú: el ecuatoriano que dedicó su vida a cantarle a Chile
La Tercera
El fundador y miembro emblemático de Inti-Illimani murió ayer a los 75 años. Sus cercanos destacan su permanente buen humor y su compromiso social.
Por Matías de la Maza
“Este grupo es una de las cosas más importantes a las que he contribuido en mi vida. Me siento querido y me siento feliz. Y si me toca morir, me muero feliz”, decía Max Berrú sobre Inti-Illimani a La Tercera en septiembre pasado. La entrevista ocurría un mes después de un diagnóstico de mielanoma múltiple, un tipo de cáncer de médula ósea.
En un período que terminaría siendo el último de su vida, Berrú se mostraba tranquilo y satisfecho por una carrera que dejó como principal legado la formación de uno de los conjuntos más relevantes e influyentes de la música popular chilena. Y aunque se retiró de Inti Illimani en 1997, nunca dejó de manifestar su orgullo con el grupo, y posterior dolor cuando el conjunto se quebró y dividió en dos facciones en 2004: la de Horacio Salinas y la de Jorge Coulon. “Creo que se ensució el legado del grupo y me dio mucha pena cuando me enteré de eso, sobre todo por los valores éticos y morales que transmitíamos. Fue una decepción”, aseguraba en esa entrevista de septiembre.
Finalmente, la enfermedad terminó quitándole la vida hoy, a los 75 años, apagándose de forma definitiva una de las voces más importantes de la canción latinoamericana.
A pesar de ser ecuatoriano, Berrú dedicó su vida a cantarle al pueblo chileno, y a través de este a todo el continente. El músico llegó a Valparaíso en 1962, como parte de la delegación de fútbol de su país que participaba del Mundial de Chile. Terminó echando raíces en Chile, donde como estudiante de la entonces Universidad Técnica del Estado conocería a Coulon y Horacio Durán, con quienes formaría Inti-Illimani junto a Salinas. El trasfondo cultural de Berrú sería fundamental en el sonido del grupo, mezclando el folclor chileno con sonidos de toda Latinoamérica.
Su compromiso con las causas sociales lo transformarían en una voz activa en los años de la Unidad Popular, donde trabó además amistad con Víctor Jara, y lo llevarían al exilio por 15 años tras el inicio de la dictadura militar en 1973. A pesar de ser extranjero, Berrú vivió su vida personal y profesional como un chileno más.
“Fue un personaje del realismo mágico. Yo escuché las historias que García Márquez escribiría después en Cien años de soledad de la boca de Max, antes que saliera el libro. El Max era único. Uno podría decir que es la personalidad de los ecuatorianos, pero él era especial”, dice un muy emocionado Jorge Coulon. Su ex compañero y amigo estuvo con Berrú en sus últimos días, visitándolo en su casa la semana pasada. “Uno lo veía muy deteriorado, pero seguía siendo el Max de siempre, haciendo planes. Quería viajar ahora en mayo a Valparaíso. Pero él estaba muy tranquilo, muy sereno. Decía que ya había hecho todo lo que tenía que hacer”, dice. Berrú seguía pensando en tocar en vivo con su grupo Los Insobornables, además de hacer un libro sobre su vida, trabajo que según Coulon, queda inconcluso, ya que “sólo él tenía la documentación necesaria para hacerlo”.
“Era un hermoso ser humano. Era muy difícil encontrarlo enojado, al contrario, era muy conciliador. Disfrutaba mucho su trabajo y por eso mismo se mantuvo al margen de los conflictos de Inti-Illimani, porque los quería a todos. Por él, ese quiebre jamás habría pasado”, dice Roberto Márquez, de Illapu. Si bien Berrú no tomó nunca un bando en el quiebre de su ex grupo, si fue crítico con uno de sus antiguos compañeros: “Para mí el principal culpable es Horacio Salinas. Él quiso hacer todo (…) No es fácil convivir con alguien que hace una selección de las amistades. Yo lo encuentro arribista”, decía a La Tercera. Salinas no contestó las llamadas de este medio.
Sus colegas también destacan la labor del fallecido músico en las luchas sociales. “Uno siempre lo encontraba en los lugares en los que había que ser solidario; sea de los detenidos desaparecidos, de derechos humanos. Era un hombre inmenso. Es una pérdida tremenda, porque se va un hueón grande en el día mundial de los trabajadores. Y ese pueblo y esos trabajadores a los que les cantó toda su vida no lo olvidarán”, dice Amaro Labra, líder de Sol y Lluvia, y diputado PC.
“Yo he sido un hombre de bien, un hombre bueno y solidario. He sido preocupado por los demás y eso hace que a uno lo quieran” decía Berrú en la entrevista de septiembre. Los que hoy lo recuerdan parecen darle la razón.
El adiós a un músico de la mitad del mundo que hizo de Chile su hogar
La vida del fundador de Inti Illimani fue prolífica: nació en Ecuador y vivió hasta sus últimos días participando en lo que más le gustaba, las presentaciones musicales.
Por Sebastián Rivas
La culpa fue de Pelé. Era 1962 y Max Berrú, un futbolero empedernido, recorría en barco la ruta entre su Ecuador natal y Chile para presenciar de cerca la magia de “O Rei”. La vida es misteriosa: Berrú no tenía cómo saber que el mejor jugador de la historia terminaría fuera del Mundial por una lesión. Y tampoco que su vida estaría atada para siempre al país al que llegó como espectador.
Berrú, que partió este martes a los 74 años de edad, ingresaría a estudiar a la Universidad Técnica del Estado, un polo artístico de la época. Se hizo muy amigo de Víctor Jara, del que siempre recordaba, entre bromas, que era “malo para la pelota”. Y de un grupo de jóvenes que se dedicaba a la música como afán principal. El ecuatoriano sería el más viejo de los jóvenes fundadores de la agrupación a la que darían origen esas reuniones: Inti Illimani.
Si la vida de Berrú hasta entonces había sido una vorágine, los años siguientes serían vertiginosos. Convertidos en un símbolo de los años de la Unidad Popular, Inti Illimani recorrerían Chile apoyando el proyecto de Salvador Allende, y luego deberían volar a Italia para exiliarse tras el Golpe de Estado, y aunque era ecuatoriano y podía volver a su país, el decidió seguir en la ruta con el conjunto. En la dictadura de Augusto Pinochet, su música se convertiría en un símbolo de resistencia. Y Berrú volvería a su país adoptivo junto al grupo recién 15 años después.
Así como fue el fundador con mayor edad, Berrú también se anticipó al tumultuoso quiebre de Inti Illimani. Eligió partir antes de que el quiebre entre los grupos de Horacio Salinas y Jorge Coulon se concretara. Su idea, decía, era que Inti Illimani se convirtiera en una corporación cultural, para proteger su legado histórico.
Pero tras su partida siguió siendo protagonista de la escena cultural chilena. Abrió un restaurante, La Mitad del Mundo -recordando a su jamás negado país natal, Ecuador-, donde la música era un elemento central. Y siguió tocando junto a una banda cuyo nombre era toda una declaración de principios: Los Insobornables.
El año pasado le detectaron un mieloma múltiple, un agresivo cáncer a la médula ósea cuyo tratamiento es complejo. Fiel a su personalidad, Berrú decía en septiembre pasado, entrevistado por Culto, que “he vivido con normalidad y tranquilidad una experiencia que para mucha gente puede ser tremenda”. Y con esa tranquilidad vivió su enfermedad, sin dejar que le arrebataba lo que más quería: sus presentaciones musicales, en las que participó hasta muy poco antes de su muerte.
También en esa entrevista, Berrú hablaba de cariño. De todo lo bueno que había recibido por su participación en Inti Illimani. Y dejaba una frase que hoy, en el momento de su adiós, cobra especial relevancia: “Me siento querido y me siento feliz. Y si me toca morir, me muero feliz”.
Velatorio
Sus restos están siendo velados en el centro cultural Casa Michoacán, ubicado en la ex residencia de Delia del Carril, en calle Lynch Norte 246, La Reina
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