El Mercurio
Por Juan Antonio Muñoz H.
Fue un concierto que será parte de la historia y la leyenda de este tiempo de pandemia que mantiene a la humanidad enclaustrada y en compás de espera de algo que no se sabe qué es. Las futuras generaciones se asombrarán cuando escuchen que el tenor más requerido de nuestra época cantó en una abadía gótica de Baviera para todo el planeta, pero sin público presente.
El concierto que el sábado 18 de julio ofreció Jonas Kaufmann desde el antiguo monasterio bávaro de Polling (c. 750) fue el inicio de la serie de recitales programados por The Metropolitan Opera House de Nueva York con doce de las más grandes voces de la lírica actual, que harán una presentación unipersonal desde lugares especiales de las zonas donde viven su confinamiento.
Tal como ocurrió con el recital de Jonas Kaufmann con el ciclo “Dichterliebe” (Schumann), en Polling, extrañamente, todos estábamos ahí, unidos por amor de la música.
Fue sobrecogedor sentir, otra vez, la conexión planetaria en torno a la voz de un artista en el cenit de su capacidad expresiva en interpretaciones antológicas seguidas de un silencio abismal: se podía escuchar ese vacío enorme, estremecedor. Ni un aplauso para agradecer la evocadora verdad dramática que constituye su canto.
Cabe preguntarse qué reflexiones íntimas se habrán suscitado en todos los continentes después de esta audición.
El repertorio fue un tour de force, con doce demandantes arias de títulos como “Tosca”, “Carmen”, “Roméo et Juliette”, “L'Africaine”, “Le Cid”, “La Gioconda”, “Adriana Lecouvreur” y “Turandot”, todas cantadas con novedad, punto de vista personal y con la emoción entramada en cada nota, en cada palabra, haciendo cimas en “Ombra di nube” (Recife), “Improvviso” de “Andrea Chénier” (Giordano) y, en especial, en un conmovedor “Lamento di Federico” de “L'Arlesiana” (Cilea).
Junto a Kaufmann y siempre como un puntal, ese gran maestro que es Helmut Deutsch, capaz de convertir el sonido del piano en el de una orquesta completa. También se lo pudo oír en entrañables versiones de los intermezzi de “Manon Lescaut” e “I Pagliacci”.
The Metropolitan Opera House se preocupó de todos los detalles. Las tomas de la abadía colaboraban al impacto, mientras que la presentación estuvo a cargo de la soprano Christine Goerke (que cantó “Ariadna en Naxos” en Chile en 2011) y de Peter Gelb, director artístico del MET. El desarrollo del concierto alternó el programa de arias con grandes momentos de actuaciones de Jonas Kaufmann en Nueva York (“La Fanciulla del West”, “Werther” y “La Walkyria”) y Salzburgo (“I Pagliacci”).
El ciclo continúa el 1 de agosto con el recital de Renée Fleming desde la histórica sala de música de Dumbarton Oaks, en Washington, y luego siguen Roberto Alagna y Aleksandra Kurzak (16 de agosto), Lise Davidsen (29), Joyce DiDonato (12 de septiembre), Piotr Beczala y Sondra Radvanovsky (26), Anna Netrebko (10 de octubre), Diana Damrau y Joseph Calleja (24), Pretty Yende y Javier Camarena (7 de noviembre), Sonya Yoncheva (21), Bryn Terfel (12 de diciembre) y Angel Blue (19).
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