El Mercurio
Los talleres gratuitos de la corporación se volcaron a lo digital y han beneficiado a mil alumnos. El próximo desafío será lo monetario.
Daniela Silva Astorga
Sus cinco sedes regionales cerraron. Eso, que pasó a mediados de marzo y por el covid-19, abrió un momento de suspenso para cientos de talleristas. ¿Qué pasaría con las clases? ¿Dónde quedaría la mística de esa experiencia creativa? ¿Existiría algún refugio equivalente para tiempos de pandemia? Hace 28 años, la Corporación Balmaceda Arte Joven ofrece educación artística gratuita, a través de un espacio que promueve el trabajo colectivo, el pensamiento crítico y la transformación social desde la cultura. En sus salas se han formado audiencias y creadores chilenos de primera línea.
“Cerramos para cuidar la salud de trabajadores y visitantes, pero detenernos no era opción. Los jóvenes ven en nuestras sedes un sitio significativo, de construcción de comunidad y de privacidad, porque sienten que aquí tienen la oportunidad de ser ellos mismos y se apropian del lugar”, afirma Loreto Bravo, directora de Balmaceda Arte Joven. Rápidamente debieron reformular su oferta. Primero, editaron cápsulas de prueba, y después apostaron por los talleres Conecta BAJ, vía Zoom. En el camino, pidieron consejos a jóvenes. Querían comunicarse de la mejor forma en esta plataforma inexplorada.
Hasta ahora, han ofrecido 60 talleres —de pintura, música, ilustración—, con un total de mil alumnos. Y se proyecta mantener algo de actividad en línea cuando reabran las sedes. Aportan a la línea de trabajo “BAJ social”. Bravo lo explica: “Una de las grandes oportunidades de esta dinámica es poder llegar a otras zonas y a jóvenes de distintas realidades, para así complejizar nuestras audiencias. En estos talleres virtuales hemos tenido estudiantes de Dalcahue, y hay numerosas experiencias de contacto con jóvenes que conocían Balmaceda y nosotros no sabíamos tanto de ellos… Nosotros amamos la experiencia presencial, pero sabemos que en el mundo de hoy existen maneras de hacer que pueden posibilitarnos llegar a más gente. Entonces, hay que romper los prejuicios”.
Balmaceda Arte Joven tiene sedes, además de en Santiago, en las regiones de Antofagasta, Valparaíso, Biobío y Los Lagos. Bravo reafirma que, apenas amaine la pandemia, se retomará el trabajo presencial: “Todo lo que ocurre en el intercambio en las compañías-escuela, los encuentros artísticos, los festivales y la acción en el espacio público es fundamental para una plataforma formativa. No solo pensando en las artes como disciplina, sino también como manera de mirar el mundo y desarrollar pensamiento crítico”.
—La pandemia ha golpeado fuertemente la economía del sector cultural. ¿Cómo están los fondos de Balmaceda?
“Pasamos tiempos complejos. No podemos realizar actividades que eran fuentes de ingreso ni compartir proyectos, así que disminuyó totalmente la posibilidad de captar apoyos privados. Esto se traduce en una disminución importante de nuestros recursos y una dificultad para cumplir la programación de este año. Ya llevamos a cabo una política de máxima austeridad, para terminar el año con un déficit moderado. Pero si se implementara la lógica de recortes presupuestarios, como lo ha señalado Hacienda, sería desastroso. No podríamos llevar a cabo nuestro proyecto en lo principal, afectaría el empleo, y quizás no podríamos sostener las cinco sedes. Habría que evaluar cuál cerrar o dejar en hibernación”.
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