sábado, julio 25, 2020

Lotty Rosenfeld: La poética de la rebeldía

El Mercurio

Murió una artista fundamental de la neovanguardia chilena. La creadora de la consigna “NO +”, y de obras tan elocuentes como “Una milla de cruces sobre el pavimento”, integró el grupo “Mujeres por la vida” y desafió por cuatro décadas al poder. Tenía 77 años.

Daniela Silva Astorga

Diciembre de 1979, avenida Manquehue y un gesto artístico que marca de manera indeleble la historia chilena. Lotty Rosenfeld (1943) instala líneas blancas perpendiculares sobre las que dividen la calzada. Signo de quiebre en el espacio público, llamado de atención y ejercicio valiente para la época, que llama “Una milla de cruces sobre el pavimento”. Quiere y debe buscar nuevas formas de hacer arte político en tiempos de dictadura. Lo consigue —de forma pionera— y continúa sin fatiga. Después, vienen decenas de intervenciones frente a epicentros del poder —La Moneda, la Casa Blanca, el Muro de Berlín, el Arco del Triunfo en París y el túnel del Cristo Redentor, entre otros—, mientras desarrolla un trabajo de videoarte profuso.

Carlota Eugenia Rosenfeld Villarreal se formó en la Escuela de Artes Aplicadas de la U. de Chile, entre 1964 y 1968. Venía del grabado, pero a fines de los 70 se sintió en otra sintonía. “Empezamos a cuestionarnos. Esa obra no tenía sentido. Había que salir a la calle”, recordó en una entrevista con el Museo Reina Sofía. Para ella, y otros creadores, urgía una modificación del arte político, sus códigos y lógicas. De esa pulsión, surgió el Colectivo Acciones de Arte (C.A.D.A.). Era 1979 y sus cinco miembros, Diamela Eltit, Raúl Zurita, Juan Castillo, Fernando Balcells y Rosenfeld, asumieron el riesgo de intervenir el espacio público. Maniobra hasta entonces inédita en el arte local.

Trabajaban más de tres meses para diseñar una sola acción de arte. Entre las icónicas, cuyos registros figuran en colecciones como la del Reina Sofía, están “Para no morir de hambre en el arte” (1979). Tuvo varias etapas: entregar leche en sectores marginales de Santiago, la emisión de un discurso crítico afuera de la Cepal y la clausura del frontis del Bellas Artes —“Inversión de escena”—, mientras camiones de Soprole enfilaban hacia el sur. También del C.A.D.A. son “¡Ay Sudamérica!” (1981) y “NO +” (1983), acción que instaló una consigna de protesta incluso fuera de Chile.

“Desde su primer trazado de las cruces en el pavimento, tuve la certeza de que el gesto de Lotty Rosenfeld iba a tener valor de acontecimiento en el campo de las artes visuales en Chile”, dice a “El Mercurio” Nelly Richard, crítica de arte. Y explica: “La radicalidad estética de sus intervenciones urbanas y videoinstalaciones se debe al rigor conceptual y potencia metafórica con que materializó su crítica a la economía política de los signos, desde el cuerpo desobediente y el desmontaje audiovisual. Ha sido un orgullo poder acompañarla con la escritura”. Y durante toda su carrera: Rosenfeld, quien murió de cáncer ayer, mantuvo una estrecha amistad y vínculo teórico con Nelly Richard.

La crítica, que acuñó la denominación de “Escena de avanzada” para un grupo de artistas en los años 70, confeccionó un proyecto curatorial para representar a Chile en la Bienal de Venecia de 2015. Y ganó la convocatoria pública. “Poéticas de la disidencia”, exposición que reunió la obra de la autora de “Una milla…” con la fotografía de Paz Errázuriz, quedará inscrita como un hito dentro de la trayectoria de Rosenfeld. Otros fueron su ingreso a colecciones como la del MoMA, la Tate, el Reina Sofía y el Guggenheim, y el homenaje que en 2007 le otorgó el entonces Consejo de la Cultura. A pesar de ser una figura clave de la neovanguardia chilena, la artista no ganó el Premio Nacional. La postularon el año pasado, con un apoyo histórico: miles de firmas de intelectuales, artistas y figuras locales e internacionales.

Arte Contemporáneo Asociado (ACA), gremio del que Rosenfeld fue socia fundadora, impulsó su candidatura. “No lo obtuvo, pero pusimos todo el empeño para que así fuera: sabíamos que estaba con problemas de salud. De todas maneras, el premio mayor llegó ahora y se evidencia con todos los comentarios publicados en internet”, dice Luis Alarcón, director de la Galería Metropolitana, junto con Anamaría Saavedra, y presidente de ACA.

El compromiso social de Rosenfeld la llevó, en 1983, a integrar el grupo “Mujeres por la vida”, fundado por Mónica González, Patricia Verdugo y María Olivia Monckeberg, entre otras. Ahí estaba también la fotógrafa Kena Lorenzini. “Ha partido la más grande artista visual de todos los tiempos y una incansable activista por los derechos humanos. Amiga, te amo, ¡aprendí tanto de ti!”, publicó Lorenzini en Twitter, en medio de cientos de despedidas.

“Lotty está en la memoria del arte chileno contemporáneo y en la del pueblo —afirma Luis Alarcón—. No solo fue artista, también una ciudadana comprometida”. ACA organizará una despedida apenas amaine la pandemia. Por ahora, el Centro Cultural de España invitó a homenajearla con una acción de arte vía redes sociales.

Tres miradas a su legado

Raúl Zurita

“Ya en 1979 o a comienzos de 1980, en el catálogo que documenta su primera intervención sobre los signos de tránsito, me referí a Lotty Rosenfeld como la mejor artista visual de mi país. Creo que fui el primero en hacerlo. Es para mí emocionante, pero la emoción es la verdad del arte, comprobar cuarenta años después que sus intervenciones en distintas partes del mundo y su recepción validan esa apreciación inicial”.

Voluspa Jarpa

“Admiro a Lotty como persona y artista. Ácida, descreída y muy honesta, autora de un trabajo femenino de resistencia. Económico, preciso y conmovedor. Ella persistió en un gesto (+) que nos recordaba la necesidad de memoria, duelo y homenaje. Esta es una gran pérdida”.

Gaspar Galaz

“Rosenfeld fue tremenda. Dio un paso profundo hacia otro lenguaje artístico y desarrolló desplazamientos radicales en el sistema del arte. Además, fue una excelente videoartista y teórica, una perturbadora permanente de todo conservadurismo”.

“Una milla de cruces sobre el pavimento” en La Moneda (1985). Gloria Camiruaga hizo el registro de la acción de Lotty Rosenfeld. Lotty Rosenfeld

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