El Mercurio
Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, confirma que iniciarán acciones legales y que hoy se realizará una reunión con el Consejo de Monumentos Nacionales. Administradora del edificio denuncia que ya son seis hurtos durante la pandemia.
Maureen Lennon Zaninovic
Sin duda, es una de las joyas arquitectónicas de Chile. Inspiración fiel de La Alhambra de Granada, en España, este palacio morisco, una de las manifestaciones del esplendor chileno de mediados de 1800, fue obra del arquitecto Manuel Aldunate, quien viajó —a petición de la familia Ossa— a conocer en terreno el magnífico edificio construido por el reino Nazarí, entre los siglos XIII y XV. Tras un acucioso estudio, el profesional regresó a Santiago con planos y artesanos dispuestos a replicar la rica ornamentación y diseño de este inmueble de estilo nazarí-mudéjar.
Emplazado en la calle Compañía 1340, el edificio cuenta con varios hitos históricos: se lo considera la primera réplica del célebre Palacio de La Alhambra de Granada que se realizó en todo el mundo, y la única de América. Una historia, eso sí, que ha tenido momentos poco palaciegos. El inmueble que hoy alberga a la Sociedad Nacional de Bellas Artes ha sufrido varios embates: terremotos, inundaciones y terroríficas plagas de termitas. Una teleserie de nunca acabar y que ahora tiene a este Monumento Histórico, declarado como tal en 1973, como protagonista de otro lamentable episodio.
Ayer, el diario Las Últimas Noticias reveló que desde junio el edificio ha sido objeto de cuantiosos robos, cuyos montos ascenderían a más de $200 millones de pesos. El último botín, según consigna este medio de comunicación, sería de cuatro valiosas lámparas. Entre otros objetos y mobiliario, también se habrían destruido puertas patrimoniales, un piano original de principios de 1800 y un cuadro de Rafael Correa.
“Estamos impactados”, advierte Magaly Martínez, administradora del Palacio de La Alhambra. Y agrega que desde el inicio de la pandemia ya llevan seis robos. “Afortunadamente, nuestra colección de pintura está resguardada en otro lugar y no se la llevaron. Eso habría sido un daño mayor, porque contamos con obras de Juan Francisco González, de Pedro Lira, entre otros grandes maestros”, afirma. La profesional explica que el financiamiento del edificio proviene del aporte de los socios, de la realización de talleres y salones virtuales. “El dinero ha sido desde siempre delicado, sin aportes públicos y sin posibilidad de contar con vigilancia permanente. ¡Ojalá nos apoyen! Los chilenos no le han tomado el peso a esta joya patrimonial”, cierra.
Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, comenta que se pusieron en contacto con la Subsecretaría del Interior para coordinar un refuerzo inmediato a la seguridad. “Además, y a través del Consejo de Monumentos Nacionales, hemos iniciado conversaciones con la administradora del palacio y hemos puesto a disposición al equipo técnico para hacer un diagnóstico de los puntos vulnerables. Hoy se realizará una visita en terreno”, señala la ministra. Y añade que con el área jurídica de la cartera “estamos evaluando los pasos legales a seguir y apoyar con asesoría para esclarecer el caso”.
Felipe Alessandri, alcalde de Santiago, afirma a “El Mercurio” que “no cabe duda de que estamos ante un robo por encargo, así que ojalá la fiscalía determine que sea la PDI la que investigue. Sorprende que, en pleno toque de queda, salgan impunes personas con estas lámparas, cuyo tamaño no es pequeño”.
El destacado restaurador Fernando Imas, fundador del Estudio Brügmann, no esconde su impacto. “Pensé que era una broma. Leí varias veces la noticia tratando de convencerme. ¡Terrible! En la televisión, por ejemplo, se lamentaban del precio de las lámparas. Da lo mismo que sean de oro o de plástico. Lo importante es lo que significa ese mobiliario. La pérdida patrimonial es invaluable”, concluye.
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