La soprano chilena, alejada ya de los escenarios de ópera, hoy reside en España, su segunda patria. Desde Madrid, describe cómo es su relación actual con su voz y su carrera, y cómo enfrenta esta nueva etapa. También anuncia el que probablemente sea su último recital en el país
El Mercurio
Estuvo tres años viviendo en Santiago y volvió a partir. Esta soprano chilena, que conquistó los grandes escenarios líricos del mundo y que a pesar de eso no es suficientemente conocida y reconocida en el país, vive hoy en Madrid y, tras dejar los escenarios de ópera, se encuentra hoy dedicada a su familia, a su nueva afición por el bonsái y a llevar música de García Lorca y Manuel de Falla por los caminos de España.
También sigue adelante con la docencia a través de master classes , como jurado de concursos internacionales de canto y haciendo algunas grabaciones, como el reciente álbum "Pontes de Amor", que ya está disponible a través de Spotify.
"Podría ser que entrara en el mundo de la dirección de escena, pero eso está por verse", dice. "Todo lo que hago hoy es muy selectivo, de manera que lo disfruto mucho. Dentro de ello, con la Fundación Cultural de Providencia y en el Teatro Oriente haremos, durante el segundo semestre de este año, un muy especial recital junto al legendario pianista Juan Antonio Álvarez Parejo, gran colaborador de la también legendaria Teresa Berganza, con quien ha sido un gran placer tener la oportunidad de trabajar. Además de este recital, el que seguramente será el último que llegue a realizar en Chile, haremos una jornada completa de mañana y tarde, para jóvenes cantantes líricos y pianistas acompañantes".
-¿Qué siente hoy respecto de Chile? Usted y el país.
"Hay que decir que desgraciadamente nunca me he sentido querida por Chile. Nunca se me han abierto las puertas para que el país me conozca ni como artista y mucho menos en la parte pedagógica, que habría sido lo más accesible en cualquiera de los tiempos de mi carrera internacional, ya que siempre ha habido un espacio abierto para ello. A fin de cuentas, no es de sorprenderse de parte de gente que no tiene ninguna relevancia ni peso. Fueron casi tres décadas de carrera internacional de alto nivel y muy pocos tienen conocimiento de ello. Por fortuna sí he podido sentir el cariño de otros países, en especial de España, del cual además y con mucho orgullo llevo la nacionalidad. Siempre he intentado dar todo por Chile y mi apoyo por los chilenos cuando ha sido preciso, pero eso no ha sido apreciado".
-¿No faltó de parte suya un acercamiento diferente? "
¿Un acercamiento diferente? Eso tiene que venir por ambas partes. Yo no puedo acercarme a Chile de forma distinta de lo que soy, y el problema es que en Chile, supongo que por nuestro carácter, se iguala por abajo. Yo no puedo llegar a Chile a ser una chilena más sino lo que soy. Una chilena que ha querido aportar al país todo el bagaje que ha conseguido para engrandecer la cultura nacional, que aunque parezca extraño también existe. No puedo ser injusta, eso sí, con la Universidad Andrés Bello y, en especial, con la Municipalidad de Providencia y su Fundación Cultural, porque a lo largo de dos décadas, y bajo muy distintos mandatos, se ha interesado en tener mi presencia en Chile. Soy Hija Ilustre de Providencia, lo que me llena de orgullo".
-¿Qué le habría gustado hacer aquí y qué no pudo?
"¡Tantas cosas! Estuve tres años viviendo en Chile por motivos familiares, y durante ese tiempo intenté muchos caminos para hacer algo por los jóvenes cantantes. ¿El resultado? Casi nulo, si exceptuamos el breve apoyo que dio el Teatro del Lago durante la dirección artística de Uli Bader, cuando empezamos un proyecto de formación intensiva para jóvenes cantantes y pianistas acompañantes elaborado por mí como resultado de un campus lírico que nació en España. Desde ahí, casi todas las puertas cerradas, mientras veía derrochar dinero en proyectos sin fundamento y apostando por otros profesionales por el solo hecho de ser extranjeros. Parece que solo eso le da realce al cometido. Intentar hacer algo para que los nuevos talentos pudieran tener posibilidades de formarse y desempeñarse profesionalmente era como pedir un favor tremendo a estas personas, e incluso así no bastaba".
-¿Se ignoraba lo que usted decía o era un tema de recursos económicos?
"En muchos casos, se ignoraba todo porque era mejor apostar por gente del otro lado de la frontera, aunque fueran lejos de inferior calidad. Yo misma infravaloraba mis condiciones contractuales desde el punto de vista económico con tal de que eso no fuera obstáculo".
"Mis hijos son mi mejor ópera en dos actos"
-A pesar de todo esto, ¿está conforme con lo logrado?
"Contemplo mi vida y mi trayectoria profesional con limpio y cómodo descanso. Vivo en la etapa de hacer lo que quiero y llenar los espacios con lo que siempre quise hacer, y que por el torbellino de carrera que llevé no pude concretar, como mi nueva afición por el mundo de los bonsáis; ¡me demorará cuatro años poder dominar este exquisito arte oriental! Estoy satisfecha y conforme en lo que he hecho y del modo en que lo he llevado a cabo, y por qué no decirlo, también con orgullo hasta de los errores que en mis principios pude haber cometido, pero que me enseñaron a tiempo cómo ponerme en vereda y en la línea correcta. Así, llego a la conclusión de que fueron errores positivos, ya que hicieron de mí una persona con mayor caparazón y más y mejores principios".
-Mirando las cosas con perspectiva, ¿qué siente que fue lo que más la ayudó a dar solidez a su carrera?
"Mi familia. Viendo los resultados, llego a la conclusión de que por suerte del destino desde el primer momento de mi vida tuve una formación desde mi hogar con grandes valores y sentido de la responsabilidad y seriedad ante la vida. Esto me permitió luego enfrentar mi crecimiento académico bajo fuertes rigores y disciplina, los que me ayudaron a salir adelante sola como mujer en el crudo mundo del mercado lírico internacional. Esto fue decisivo en el resultado final de la carrera. Mis padres, en la distancia inevitable, porque así es la vida de un cantante, como también mi marido (Justo Garzón) y mis dos hijos (Romina y Esteban), quienes han sido mi mayor y mejor trabajo artístico. Yo suelo decir que mis hijos son mi mejor ópera en dos actos".
-Me imagino que el canto se anida en un lugar profundo en el alma de un cantante lírico. ¿Cómo es hoy su relación íntima con su voz y con el canto?
"De pequeña, dentro del nido familiar, hubo en mi entorno una afición muy marcada por la música clásica, empezando por mi madre, a quien solía acompañar a sus lecciones de canto. Yo siempre me he considerado mejor artista-intérprete que cantante. Hoy, mi relación con la voz y el canto es como la de todo período cíclico de nuestras vidas. La vida es cíclica, como todo lo que pasa a lo largo de nuestra existencia. Mi voz y yo nos seguimos queriendo porque somos una sola pieza. Así, moriremos según nuestras propias evoluciones".
-¿Fue difícil no seguir cantando en producciones de ópera?, ¿lo extraña algunas veces?
"Ya los tiempos de la ópera pasaron y, curiosamente, no la extraño en lo más mínimo. La ópera es muy sacrificada y creo haber cantado todo lo que quería y con un gran reconocimiento internacional. Tampoco le cierro la puerta, pero no con la exigencia de otro tiempo. Pero estoy centrada en recitales y conciertos que me llenan inmensamente y que me resultan más gratificantes que la ópera misma".
-¿Qué recomendación daría a los jóvenes cantantes, a los que recién se inician en esto?
"Recomendación es casi como una palabra al viento, ya que cada uno quiere lo que no tiene y muchas veces lo que no es. Hay que tener un punto muy fuerte de autocrítica y mucho criterio para saber asimilar estas cosas antes de estar receptivo a una recomendación. Cuando uno es joven ante la vida -me refiero a con qué y cómo uno se muestra-, se es muy atrevido y no se toma oído ni a sí mismo en sus limitaciones ni a sus verdaderos atributos. Muchos jóvenes cantantes, por no decir que casi su totalidad, pecan de este síndrome que suele jugarles luego una mala pasada, pues sus proyecciones son fallidas. Es el mal cálculo de sus ambiciones, que muchas veces se ven maquilladas hasta por los mismos profesores que, viendo que no hay material con el que trabajar, a fin de sacar dinero, les hacen crear falsas expectativas a estos jóvenes. O en el caso contrario, tenemos que hay jóvenes con mucho talento y grandes condiciones vocales que no son orientados hacia aspectos críticos a los que seguramente se verán enfrentados. Por eso es fundamental poder formarse con maestros afines a sus condiciones, tanto en lo que respecta a trayectoria profesional como a registro vocal, y no ir de entrada con algunos llamados profesores, que en el mejor de los casos solo tienen un título de cartón en el que se lee Intérprete Superior, y que forman voces sin criterio, de modo generalizado, como quien sigue una receta de cocina. Personas que jamás se han parado en un escenario importante y que desconocen las exigencias que se ponen allí sobre la mesa de operaciones".
¿Ópera para mayores de edad?
-Usted cantó alguna vez en una "Traviata" que en el primer acto tenía a todo el coro desnudo y también en una "Suor Angelica" que ocurría en un manicomio. ¿Qué opina de lo que hoy sucede en el teatro lírico, con lo que hoy de llama "el reinado de los directores de escena"?
"Desde hace décadas sabemos del dominio desmesurado que tienen los directores de escena. En un principio parecía innovador y en muchos casos muy interesante, atractivo tanto para el público más de avanzada como para los artistas líricos. Pero hoy ya rayan en lo trillado y confuso, además de ser un despilfarro económico para los mismos teatros que soportan algunos verdaderos insultos para las obras musicales, que quedan rebajadas visualmente a un nivel sin precedente. De ahí que desde mi posición de integridad como artista no tolere estos agravios, ya que es el cantante quien primero se tiene que ver expuesto en estas producciones que ya no se hacen sino para escandalizar al público y que no permiten siquiera poder llevar a los niños, porque deberían estar sometidas a la censura para ver si puede o no asistir público de todas las edades".
-¿Cree posible que haya una vuelta atrás en esto?
"Es posible, como cualquier cosa, pero no es seguro. Aunque hoy en día la tendencia y los gustos van hacia lo retro. Han vuelto los vinilos, vuelven las máquinas de videojuegos antiguas, etc. Con la ópera eso es más difícil, porque mientras tanto se habrá interrumpido la formación rigurosa de los estilos musicales. Por ejemplo, uno muy delicado como es el belcanto , del cual ya prácticamente no quedan maestros de la vieja escuela que puedan dar la formación estilística fundamental en este tipo de repertorio".
Usted cantó con dos estrellas actuales, cuando ellos estaban recién comenzando. Me refiero a Jonas Kaufmann y Juan Diego Flórez. ¿Cómo recuerda esas experiencias?
"La historia de Jonas Kaufmann fue la más divertida. Fue durante el registro de mi álbum discográfico 'Bel sogno' (2002). En las sesiones de grabación en Múnich, se decidió incorporar la voz del tenor en el interno de la gran aria del primer acto de 'La Traviata', que estaba prevista hacer con el solo de cello en reemplazo del tenor. Se dijo en la reunión que se pretendería buscar un tenor con una buena voz que resolviera la parte sin mucho coste económico. Si lo encontraban mientras grabáramos, bien; y si no, se grabaría más tarde y se acoplaría luego a la grabación. Tocó que sí alcanzó a llegar este joven desconocido. Y como durante mis días de grabación me acompañaba el que fuera uno de mis agentes por aquellos años, fue el golpe de suerte para Kaufmann, que primero lo cautivó por su estupendo físico y luego por su voz. Ahí inmediatamente este agente lo fichó en su roster y lo primero que le consiguió fue hacer juntos -otra vez la casualidad- el Cassio en el 'Otello' (Verdi) en la Ópera La Bastille. Luego de ello, su carrera pasó prontamente al nivel que todos conocemos. Mientras que con Flórez coincidimos en varias ocasiones en teatros, pero no así en producciones. Eso, hasta que grabamos juntos en Milán, bajo la batuta de Riccardo Chailly, el disco "Verdi - Messa Solenne" con la Decca. A quien también viera yo en sus inicios fue a Rolando Villazón, después de la lamentable pérdida del hijo primogénito de un queridísimo colega, Ramón Vargas. Él tuvo que cancelar una 'Traviata' juntos en París, siempre en La Bastille; y siendo todo esto sobre la marcha, no había disponibilidad de buenos tenores a la altura del cast para esa cancelación. Fue así como llegó Rolando y me dejaron a mí la decisión final de mantenerlo o no. Recuerdo bien aquella mañana de ensayo en que llegó Rolando, para todos nosotros un verdadero desconocido. Me lo presentaron con mucha incertidumbre y yo, rompiendo el hielo, dije: 'Nadie me dijo que de quien se trataba era de Mr. Bean', a lo que todos en la sala, incluyendo al mismo Rolando, explotaron de la risa... De verdad, se le parece mucho".
-¿Le gustaría dirigir un teatro de ópera?
"Creo que no se me daría nada mal, pues conozco la ópera desde dentro, tengo un bagaje internacional importante y una muy alta disciplina y constancia en el trabajo, que todos conocen".
-Si fuera así, ¿a qué le daría prioridad? Pensando en un país como el nuestro, por ejemplo.
"Eso lo tengo muy claro, y lo primero es no imponer mis gustos por sobre los intereses de quienes acuden y pagan por ver los espectáculos. Luego tiene que haber otras tres líneas prioritarias: atraer nuevo público, dar oportunidades a los jóvenes talentos chilenos y proyectar el teatro internacionalmente para potenciar la imagen del país a través de la cultura".
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