El Mercurio
El inquieto músico de Kings of Convenience y The Whitest Boy Alive está en Chile por sexta vez. Aquí, este ciudadano del mundo habla de su conexión con nuestro país, lazo que se inició hace más de veinte años en Bergen, Noruega.
Por Bárbara Alcántara A.
Al observar la portada de "La Prima Estate" (2013), uno de los singles en italiano de Erlend Øye (42), se puede apreciar al noruego apoyado en un auto antiguo rojo; en el fondo se ve una frondosa buganvilia con flores fucsias y él, con su relajo y estilo característico, usa unos pantalones color salmón y una camisa de mezclilla. Se le ve distendido y reflexivo.
Así se muestra uno de los integrantes del célebre dúo Kings of Convenience en la entrevista realizada en un café de Providencia el lunes pasado. El músico, alto y espigado, habla pausadamente en inglés y mira fijo a través de sus anteojos de marco delgado. A pesar del calor, lleva puesta una camisa de manga larga, pantalones de tela y unas clásicas alpargatas negras.
Actualmente, el "gitano", como le llaman por su estilo de vida nómada, pasa una temporada de tres meses en Chile. Por lo mismo, no es extraño encontrarse con él en algún evento musical veraniego, como sucedió en el Festival En Órbita del año pasado, donde se paseaba sigilosamente entre los asistentes. Pero esta noche, en el festival Campo Abierto, se subirá al escenario para cantar dos canciones que son colaboraciones junto al DJ alemán Phonique. En un par de semanas viajará al sur para presentarse, con dos fechas agotadas -el 10 y 11 de febrero- en el Teatro del Lago de Frutillar y para finalizar el verano tocará en Arica. Sin embargo, su centro de operaciones es Santiago, en el departamento de su amigo chileno Cristian Araya, director general del sitio web especializado en música, "Súper 45". Desde allí se mueve a lo largo de un país en el que dice sentirse como en casa.
"Hay cuatro lugares en el mundo a los que puedo considerar como mi hogar. Noruega, Berlín, Sicilia (vive en un pueblito llamado Siracusa) y en Chile". Luego explica que "son sitios en los que no extraño, ni me da nostalgia, y me podría quedar mucho tiempo. Supongo que tiene mucho que ver con que mis padres ya no están conmigo y no tengo más familia directa, así que mi hogar son mis amigos".
Después, el creador de "Unrest" (2004) -su primer disco solista- explica la génesis de su conexión con nuestro país y muestra la fotografía de un hombre que marcó sus inicios musicales. "Él es Pedro Carmona, se fue de Chile junto a su familia en 1973 cuando tenía ocho años, vivió en Argentina y llegó a Noruega a los once". Luego continúa: "Tenía diecinueve años cuando lo vi en un escenario. Yo estaba empezando en esto de la música, pero aún no llegaba tan lejos; la gente con la que tocaba, incluido Eirik (Glambeck Bøe), veía esto como un hobby y no era algo tan importante para ellos como lo era para mí". Posteriormente, cuenta que el chileno se convirtió en su mentor, estrecharon un gran lazo de amistad y le enseñó mucho sobre la estética de la música y la composición. "Esa puede ser una de las razones por las que me siento tan cercano a Chile".
-¿Has pensado en vivir acá?
"Es maravilloso venir durante el verano, pero creo que ustedes son igual de tristes y miserables que los italianos en sus inviernos. Prefiero ser parte de la celebración. Soy un hombre de grandes ocasiones", dice entre risas.
-¿Cómo ves a los chilenos?
"No puedo generalizar, igual que con los noruegos. Lo que veo son individuos, mis amigos se comportan de maneras muy distintas. Pero creo que eso va relacionado con la división de clases y de razas, lo que es muy triste. No están realmente mezclados como en otros países latinoamericanos, donde la gente forma una salsa, aquí es como un plato con diferentes cosas una al lado de la otra".
Como audiencia, considera que somos más parecidos a los portugueses, "son un público muy atento, que va a escuchar; no así los mexicanos o argentinos, que se vuelven locos desde el comienzo hasta el final. Lo que es muy divertido también, pero me inclino más por la versión chileno-portuguesa".
Políglota ambulante
"Me gustan las humitas", aclara, pero aún no decide si las prefiere con azúcar o tomates. "Siempre me ha gustado el pebre, me encanta que siempre esté ahí, en la mesa y las sopaipillas también". Luego piensa un par de segundos y dice, en español, 'chorizo'. También menciona los asados, la trucha y, como si la hubiera olvidado, "la palta, ¡el pan con palta!".
Durante la conversación es inevitable no preguntarle por los tapones naranjos que tiene puestos en sus oídos, a lo que contesta despistado que "se me había olvidado sacármelos (se los saca), los uso cuando camino por la calle, es tan ruidoso aquí. Una de las cosas que cambiaría de Santiago son sus buses, los implementaría eléctricos, así sus calles serían más tranquilas". Después confirma que debido a esa hipersensibilidad sonora ya no "disjokea" y cerró la etapa con su otra banda, The Whitest Boy Alive.
Øye, que habla más de cuatro idiomas, valora que Chile aún no se llene de turistas, también que existan carreteras en las que no anda un alma para recorrerlas en un "road trip" junto a sus amigos nacionales. La postal ideal sería con Niña Tormenta o Diego Lorenzini como banda sonora, mientras el talentoso artista, que viaja como copiloto, juega con su ukelele (el que aprendió a tocar el 2017) y, en medio del atardecer desértico, le dice a uno de sus compañeros: "Nunca podría ser feliz si permaneciera estático en un lugar".
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