jueves, enero 25, 2018

Masivo, festivo y tenso velorio de Nicanor Parra en la Catedral

El Mercurio

El antipoeta, que será sepultado hoy en Las Cruces, fue despedido ayer en ese templo. Una gigantografía suya se desplegará hasta fines de febrero en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. 

Por IÑIGO DÍAZ Y PEDRO GUERRERO

A los 55 años, Nicanor Parra ya se estaba preparándose para el momento final de su vida. En 1969 escribió un poema titulado "Epitafio", en el que se describía a sí mismo como un chileno común, un tipo delgado y de estatura normal, de orejas de buen tamaño, rostro cuadrado y "nariz de boxeador mulato".

Era Nicanor Parra II, "hijo mayor de profesor primario y de una modista de trastienda", quien se despedía, con 50 años de anticipación, diciendo "Fui lo que fui: una mezcla / De vinagre y aceite de comer / ¡Un embutido de ángel y bestia!".

"Epitafio" volvió escucharse ayer ante una audiencia respetuosa, esta vez unas mil 500 personas que al mediodía alcanzaron a ingresar a la Catedral de Santiago para escuchar la misa y el responso oficiado por el deán de la Catedral, Juan de la Cruz Suárez. Durante todo el día miles de personas recorrieron con paciencia la fila desplegada a todo lo ancho de la Plaza de Armas para despedirse de Parra, quien falleció en la madrugada de este martes a los 103 años de edad. Sus restos serán sepultados hoy junto a su casa de Las Cruces.

"Este es el homenaje ciudadano ante la urna del antipoeta", dijo el sacerdote, rememorando el momento en que él mismo, siendo niño, pudo tocar el féretro con los restos de Gabriela Mistral en 1957.

Voy y no vuelvo

Como parte de las intervenciones de la familia en la ceremonia, Cristóbal Ugarte, "Tololo", el nieto que representa a Nicanor Parra desde que obtuviera el Premio Cervantes en 2011, leyó "Epitafio" y también "Hay un día feliz" (1954). Isabel y Tita Parra, hija y nieta de Violeta, respectivamente, interpretaron "El Albertío" y una serie de cantores lanzó cuecas, unas tras otras. Fue un velorio festivo, pero no menos tensionado.

Si el martes por la tarde la familia del antipoeta aún no había conseguido ponerse de acuerdo y definir el tipo de ceremonia velatoria -algunos querían que fuera privada y otros pública-, ya instalado el féretro en la Catedral vino uno de los momentos de mayor incertidumbre del día.

A través del micrófono, Colombina Parra, hija menor de Nicanor Parra, anunció al público que no se les había permitido tocar música de Violeta Parra y amenazó con retirar el féretro del templo. Este lucía un cartel con el artefacto "Voy y vuelvo" y estaba cubierto además con una centenaria cortina confeccionada de retazos por Clara Sandoval como regalo al propio Nicanor II, su hijo mayor. Poco después del incordio ya se escuchaba el sentido canto de "Gracias a la vida".

Pero no fue todo. En el momento en que la propia Colombina Parra -con un vestido negro, zapatillas y guitarra traspuesta- cantaba una cueca de la misma Clara Sandoval, cuya letra decía "Déjenlo que se vaiga / déjenlo que navegue", hizo ingreso a la Catedral el Presidente electo Sebastián Piñera junto a su ministro Roberto Ampuero para unirse a las autoridades que se encontraban allí, comenzando por la Presidenta Bachelet y el ministro de Cultura, Ernesto Ottone.

La familia Parra no esperaba esta visita, de modo que hubo que improvisar una banca en la primera fila de la nave central. A la ceremonia asistieron además el escritor Jorge Edwards, los poetas Óscar Hahn y Jaime Quezada, el director de la Dibam Ángel Cabeza, la directora del Museo Violeta Parra, Cecilia García-Huidobro, entre otros.

El rol clave de Catalina Parra y su hija

Aunque estaban en Chile desde el 15 de enero, y habían visitado a Nicanor Parra en Las Cruces la semana pasada, Catalina Parra e Isabel Soler -hija mayor y nieta del escritor respectivamente- dicen que se enteraron de su muerte "por la prensa": mientras veían por televisión los preparativos del anuncio del próximo gabinete.

Como estaban en Algarrobo, llegaron a la casa de La Reina a las cinco de la tarde. Luego de conversarlo con algunas amistades, venían decididas a convencer al resto de la familia para realizar un velatorio abierto.

"Tenía que hacerse en algún lugar de Santiago donde pudiera llegar todo el público a despedirse", dice Isabel, sentada junto a su madre. "Quién iba a poder llegar a Las Cruces, cuánta gente iba a saber. Hubiera sido una cosa muy chiquitita, y yo creo que lo más importante es que mi abuelo es un poeta que le pertenece al pueblo. Él trabajó con el lenguaje popular".

Pablo Ugarte, padre del "Tololo", habría realizado las gestiones para conseguir la Catedral, según cuenta Isabel Soler.

Sobre el lugar donde va a ser sepultado, ella y Catalina hubieran preferido dejarlo en un sitio "intermedio" por unos meses. En el cementerio de Las Cruces, por ejemplo, a la espera de construir una "tumba de granito con una linda inscripción, diseñada por algún arquitecto".

Colombina Parra dice, por su parte, que con su familia siempre pensaron en algo privado y en algo público: "Fue muy linda la idea de la Catedral y la cola interminable de gente tocando la cortina de la abuela Clara Sandoval".

La hija de Nicanor recuerda, también, que el antipoeta diseñó su tumba jugando "con un tablón que encontró a la mano y una cruz blanca de madera que armó con dos trozos que quedaron del incendio del Castillo Negro". Así llamaba a la primera casa que compró en Las Cruces. Tenía cinco pisos y estaba hecha de madera y tejuelas de alerce. Con sus hijos alcanzó a pasar un Año Nuevo en ella, pero se quemó mientras la restauraba en los 80.

Desde hoy Parra volverá a descansar para siempre en su querido Castillo Negro, junto a la casa que habitó los últimos años de su vida. Si esta propiedad se convierte, o no, en una casa-museo, como las de Neruda y Huidobro, situadas a pocos kilómetros de distancia, dependerá de lo que resuelvan los herederos de Nicanor Parra.

"Tenemos que juntarnos los seis hermanos y dilucidar, ponernos a trabajar en serio y ver cómo se resuelven problemas que hay. Por el momento no hay nada conversado", dice Catalina Parra.

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