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viernes, enero 26, 2018
Festivo descenso a la tumba de Nicanor en Las Cruces
El Mercurio
El antipoeta chileno fue despedido por un multitudinario cortejo que lo acompañó desde la iglesia hasta la casa donde vivió sus últimos años en el balneario.
Por Equipo Cultura de El Mercurio
Más que funeral, parecía una fiesta. Pasadas las 11 de la mañana, la tranquila calle Lincoln estaba cortada para contener al multitudinario cortejo que se había trasladado desde la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, donde se ofició la última misa por el descanso de Nicanor Parra, con la asistencia de su familia, la Presidenta de la República y varios escritores.
"Dejen que los niños vengan a mí, no se lo impidan", decía el texto de San Lucas inscrito en el arco del templo bajo el cual estaba su ataúd. Y no eran pocos, en efecto, los niños que fueron a despedir al poeta junto a sus padres, contagiándoles su alegría y curiosidad. Se veían carteles, fotos, globos y unas velas amarillas que parecían golosinas -deliciosamente kitsch - con el rostro de Parra, y que los ambulantes vendieron como pan caliente.
Los drones de la televisión sobrevolaban la casa del antipoeta para captar imágenes del lugar donde su familia lo estaba sepultando. Mientras, a unos 50 metros, cantores populares y folcloristas se turnaban para entonar décimas de despedida, cuecas y temas del folclor latinoamericano.
Junto a la valla papal vigilada por carabineros, una multitud de curiosos se agolpaba para disfrutar de un inesperado espectáculo: a quiénes dejaban pasar y a quiénes no. Isabel y Nano Parra, sobrinos del antipoeta, llegaron rezagados y se les prohibió entrar. El público exigía su ingreso a viva voz: "Qué los dejen, son su familia". Pero ni siquiera mostrando sus cédulas de identidad lo consiguieron. Debían tener la autorización de Violeta Parra, sobrina de Nicanor (hija de su hermano Lautaro). Isabel les gritó: "Ella no manda acá". Aproximadamente 15 minutos después apareció Violeta y autorizó el ingreso, entre gritos y aplausos de la gente.
Despedido con cuecas
Difícilmente pudo imaginar Parra que así de intenso y masivo sería su regreso al hogar donde pasó sus últimos años de vida, buscando la tranquilidad del pequeño balneario de Las Cruces. Esta vez lo hizo en un ataúd cubierto con una bandera chilena y la ya famosa cortina confeccionada por su madre. Por un costado de la casa lo transportaron al sitio vecino: una ladera dividida en terrazas donde alguna vez estuvo el Castillo Negro o Pajarera, casona destruida en un incendio. En el último nivel, correspondiente a lo que fuera el patio, esperaba al antipoeta una fosa excavada directamente en la tierra.
Las primeras paletadas las dio su hijo Ricardo Nicanor Parra Muñoz, Chamaco. Lo propio hicieron Cristóbal Ugarte (Tololo), su nieto, y otros parientes. Mientras la tierra iba cubriendo el féretro, los asistentes entonaban "Gracias a la vida". También cantó Catalina Rojas, viuda de Roberto Parra. "Para ti, mi amigo, don Nica. Mi amigo y cuñado", dijo al terminar, muy conmovida.
Tras la última palada, se puso una cruz de madera, blanca, en el sitio elegido por Nicanor para su último descanso. Como prueba de que esta había sido su voluntad, Tololo mostró a la concurrencia una foto en la que aparece su abuelo indicando el lugar. Desde la terraza inmediatamente superior miraban Catalina Parra y su hija Isabel Soler. Más arriba estaban la Presidenta Bachelet y el ministro Ottone, y luego un reducido grupo de escritores que también asistieron a la misa: Raúl Zurita, Paulina Wendt, Rafael Gumucio, Guillermo García y el editor Pedro Montes, entre otros.
Alguien puso música clásica, pero junto a la tumba, ya cubierta de flores y de la cortina de Clara Sandoval, sobrinos nietos de Nicanor -entre ellos Roberto Parra (nieto del Tío Roberto)- empezaron a cantar cuecas, payas, fragmentos de "La Negra Ester" y hasta un poema de Neruda musicalizado por Ángel Parra.
A esas alturas, ya la Presidenta de la República y su ministro de Cultura habían bajado hasta quedar al lado de la tumba junto al grueso de la familia.
Una bisnieta muy pequeña leyó "El hombre imaginario" como si fuera un cuento de hadas. Era imposible no pensar en la casa imaginaria del poema al ver, ahí mismo, las ruinas del castillo, por más que esos versos fueran inspirados por una casa que Parra habitó en Conchalí para refugiarse de una ruptura amorosa.
Colombina Parra recordó a "El Mercurio" que su padre pasaba horas entre los escombros del Castillo Negro. "Podía estar ahí solo todo el día", dijo. Nunca quiso volver a construir nada en ese sitio. "Tenía rincones de sol y era su lugar de escape, porque ahí nadie lo encontraba. Inventó su tumba ahí, jugando. Decía que desde ahí se veía la tumba de Huidobro al otro lado y que irradiaba buena onda. Entre la multitud de casas de Cartagena, él lograba encontrarla a la distancia".
Parra en sus máximas
Su poema más querido
El hombre imaginario
El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario...
El poema más citado
Manifiesto
Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra-
Los poetas bajaron del Olimpo...
Su cita más controvertida
Con Pat Nixon en Washington
"Fue un viaje estrictamente cultural. Niego y rechazo toda tergiversación maliciosa al respecto".
Su crítica más incómoda
"El verdadero problema es la libertad de expresión. Yo no justifico su opresión de ninguna manera. Esa es una contradicción no resuelta de las revoluciones marxistas leninistas".
Su artefacto más célebre
La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas
Su libro más relevante
Poemas y antipoemas (1954)
"¡Yo estuve cuatro años afónico antes de publicar Poemas y Antipoemas! Viví cuatro años de esquizofrenia. ¿Se da cuenta? ¿Por qué? Porque yo no lograba acceder al reino del lenguaje".
Su exposición más recordada
En 2006, en el Centro Cultural La Moneda se inaugura la exposición "Obras públicas". La instalación de las figuras de los presidentes chilenos colgados no les cae bien a las autoridades, y sugieren suprimirla, pero Parra no acepta.
Voces que lo recuerdan
Raúl Zurita
Poeta
"Vengo a despedirme de un genio".
Cristóbal Ugarte
Nieto de Nicanor Parra
"Todo lo que viene ahora está en los cuadernos que aparecieron y los que aparezcan. En ellos está toda la información de lo que él quiere que se haga con sus casas y con sus obras, con su entorno. Él pudo descansar en paz al leer esos cuadernos".
Paula Miranda
Académica UC
"Tenía una Biblia siempre abierta para consultarla, era todo lo religioso que son los chilenos. Tenía una relación con Dios a lo Nicanor, que es la de un antipoeta, pero nunca la de un pagano ni la de un blasfemo, sino la de alguien que tiene una relación amigable, cercana y a veces cómplice con Dios".
Alejandra Pérez
Próxima ministra de Cultura
"Se tendrá que ver con la familia qué se va a hacer, si va a ser parte del patrimonio o un museo, pero teniendo su tumba acá. Hay un proyecto de cooperación, pero eso no lo puedo decir hoy".
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