miércoles, enero 24, 2018

Nicanor Parra No era inmortal... y casi lo olvidamos



El Mercurio

"Si gana Obama vivo hasta los 100", dijo hace algo más de una década. Medio en serio, medio en broma, pero lo cumplió de sobra. Vivió más de un siglo, y hasta nos hizo creer que su muerte no llegaría nunca.

Por María Teresa Cárdenas M.

Nicanor Parra publicó su "Epitafio" antes de cumplir 40 años, en "Poemas y antipoemas", el libro que revolucionó la poesía chilena e hispanoamericana, y que fue tomando forma en Oxford, hasta donde viajó en 1949 para obtener un doctorado en Cosmología. En vez de eso, se dedicó a estudiar la tradición literaria inglesa. Ante Newton y Shakespeare, las dos fuerzas que percibió en el ambiente al llegar a St. Catherine College, Parra se inclinó por la segunda.

"Poemas y antipoemas; materia y antimateria", explicaba a sus casi cien años. "El chiste está en el título; sin ese título ¡no pasa nada!". E iba más allá: "¡Y eso tiene un significado político!".

La integración de los contrarios que proponía en ese título es quizas lo que define su propia existencia. "Ni muy listo ni tonto de remate/ Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y aceite de comer/ ¡Un embutido de ángel y bestia!", escribió hace casi 70 años.

En constante reinvención

Primer hijo del matrimonio formado por el profesor primario Nicanor Parra Parra y la "modista de trastienda" Clara Sandoval Navarrete, Nicanor Segundo nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico. Después de él, ocho hermanos se sumarían a esta talentosa familia: Hilda, Violeta, Eduardo, Roberto, Elba, Lautaro, Óscar y Caupolicán, el Polito, que murió antes de cumplir dos años. Nicanor los sobrevivió a todos.

Debido a la inestabilidad laboral del padre, la familia Parra Sandoval se traslada varias veces, hasta establecerse en Chillán. Nicanor, a quien llaman el Tito, ingresa al Liceo de Hombres y experimenta las primeras contradicciones que marcarán su vida: entre el ambiente de estudio y el de su barrio, en la periferia.

En 1932 viaja a Santiago con una maleta vieja y unos pesos en el bolsillo. Se propone estudiar en la Escuela de Carabineros, pero en cambio ingresa al Internado Nacional Barros Arana (INBA) para cursar el último año de Humanidades, gracias a una beca. El INBA, dijo más de una vez, significó su entrada "al gran mundo intelectual", convirtiéndose en un primer y gran hito en su constante reinvención social y cultural. En una entrevista de 1991, se lamentaba: "Yo perdí mi idioma patrio, mi idioma chillanejo. Tuve que aprender otro idioma al llegar al internado, y otro al entrar a la universidad. Y así sucesivamente".

Al finalizar el liceo, Nicanor sigue viviendo en el INBA, como inspector. Junto a sus amigos Jorge Millas y Carlos Pedraza funda la Revista Nueva y publica en ella su cuento "Gato en el camino". Paralelamente, estudia la carrera de Física y Matemáticas en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y prepara un primer libro, con reminiscencias de García Lorca. Publicado en 1937, el título de "Cancionero sin nombre" tiene, sin embargo, un origen mucho más prosaico. El del "almacén sin nombre", que quedaba camino al INBA.

Antes de que el libro circule, Nicanor vuelve a Chillán, como profesor del Liceo de Hombres. Estando en esa ciudad, obtiene el Premio Municipal de Santiago, se inscribe en el Partido Comunista y gana el concurso de las fiestas de la primavera. Pero lo más relevante para él es que conoce a Gabriela Mistral en un homenaje en el Teatro Municipal. Fuera de programa, Nicanor consigue leer su poema "Canto a la escuela" y, tal como él lo recordaría, Mistral lo señala como "el futuro poeta de Chile". También en Chillán lo sorprende el fatídico terremoto del 24 de enero de 1939, y antes de terminar ese año vuelve a Santiago. En 1940 nace su primera hija, Catalina, de su unión con Ana Troncoso.

Parra planifica otro gran paso en su reinvención personal, y en 1943 sale por primera vez del país, rumbo a Estados Unidos, con una beca para estudiar Mecánica Avanzada en la Universidad de Brown. Al volver, lo esperan su mujer y sus hijas Catalina y Francisca. Y también un contrato de la U. de Chile para el cargo de profesor de Mecánica Racional, iniciando así una carrera académica de medio siglo. La poesía le abre algunas puertas, como las de Pablo Neruda, a quien le revela sus primeros antipoemas. Parra forma parte del ambiente literario y asume, a la vez, como director interino de la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile. Nace su tercer hijo, Alberto, y se casa con Ana Troncoso.

Pasa poco tiempo antes de que decida ampliar nuevamente sus horizontes y, en 1949, deja a su mujer con sus tres hijos y viaja a estudiar a Oxford. No asiste a clases, pero le permiten seguir un par de años más para escribir sus propios poemas y profundizar en la literatura inglesa, con Shakespeare en primer lugar.

En 1951, Nicanor Parra vuelve a Chile junto a la joven sueca Inga Palmen, poniendo fin a su matrimonio con Ana Troncoso. La nueva pareja se instala en un departamento donde llegan poetas y escritores jóvenes atraídos por la figura renovadora y rupturista de Parra. Ahí también recibe a su hermana Violeta, a quien instruye en el uso de la décima.

Su libro "Poemas y antipoemas" marca un antes y un después en la poesía chilena del siglo XX y su autor se ubica en un lugar central de la literatura nacional. En esa calidad participa en el Primer Encuentro de Escritores Chilenos, organizado por Gonzalo Rojas en la Universidad de Concepción, en 1958.

Después de publicar su tercer libro, "La cueca larga", inicia un nuevo viaje, esta vez a Viena y Estocolmo. En la casa del poeta y traductor sueco Artur Lundkvist conoce a la joven poetisa Sun Axelsson, con la que protagonizará uno de los episodios más controvertidos de su vida personal y que también afectará a su figuración pública.

Los primeros artefactos

En 1960, Gonzalo Rojas organiza un segundo encuentro en Concepción, esta vez de escritores americanos, incluidos los poetas estadounidenses Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti. La afinidad con Parra es espontánea y, terminado el encuentro, Ginsberg pasa varios días con él en La Reina.

Con la publicación de "Versos de salón", en 1962, Parra continúa en su senda antipoética y divide a seguidores y detractores. Al año siguiente da a conocer su "Manifiesto" en un cartel diseñado por la artista Roser Bru. "Señoras y señores/ Ésta es nuestra última palabra/ -Nuestra primera y última palabra-/ Los poetas bajaron del Olimpo".

Las invitaciones al extranjero no cesan. Así, en 1963 se queda seis meses en la Unión Soviética y prepara una traducción de poetas rusos del siglo XX. A su regreso, pasa por París y visita a su hermana Violeta, que se encuentra exponiendo en el Louvre. Viaja a diversos países de uno y otro lado de la "cortina de hierro", lo que despierta suspicacias entre los chilenos. "Payaso de la burguesía" y "Tonto útil de izquierda" son algunos de los dardos que le llegan de un sector y de otro. Él responde con sus primeros "artefactos".

En su casa de La Reina, que ha ido construyendo él mismo, recibe, el 5 de febrero de 1967, la noticia del suicidio de su hermana Violeta. En noviembre nace Ricardo Nicanor, a quien apodará "Chamaco", su único hijo con Rosita Muñoz.

La tacita de té

Después de varias postulaciones, Nicanor Parra es reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 1969 y ese mismo año publica "Obra gruesa".

En plena Guerra Fría y con el país tremendamente polarizado, en 1970 viaja a Estados Unidos para participar en un encuentro internacional de escritores en Washington. Los anfitriones organizan un recorrido turístico por la Casa Blanca. Durante la visita, Pat Nixon los saluda, les regala un libro y, según ha quedado en el imaginario, los invita a tomar té. La fotografía de Nicanor Parra frente a la mujer del Presidente de Estados Unidos circula rápidamente y provoca desmesuradas reacciones. La izquierda chilena lo acusa de apoyar el imperialismo norteamericano. Y Cuba le retira la invitación a ser jurado del Premio Casa de las Américas de ese año.

Parra se defiende, pelea con la directiva de la Sociedad de Escritores, intenta aclarar la situación frente a sus alumnos de la U. de Chile, manda cartas a La Habana. Pero no lo escuchan. Más de cuarenta años después, Nicanor insistía en hacer sus descargos frente a una situación que, sin duda, marcó su itinerario político y literario. "Cuba sí, Yankees también", escribe en esos años.

De una nueva relación, esta vez con la joven Nury Tuca, en 1970 nace su hija Colombina Violeta Clara, y en 1972, Juan de Dios, a quien apoda "el Barraco". Junto a ellos se traslada a Nueva York con una beca Guggenheim. En Chile da a conocer sus "Artefactos" en una caja con 242 tarjetas postales ilustradas por Juan Guillermo Tejeda. Parra los define como "el estallido de los antipoemas". "Hasta cuándo siguen fregando la cachimba/ yo no soy derechista ni izquierdista/ yo simplemente rompo con todo", dice uno de ellos.

El hombre imaginario y Lao Tse

Tras el golpe militar, se integra al Departamento de Estudios Humanísticos (DEH) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, gracias a la gestión de su amigo y director, Cristián Huneeus. Dos años después, el DEH publica la revista Manuscritos, en la que se reproducen los "Quebrantahuesos", disparatados collages creados en 1952 junto a Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky.

Parra se separa de Nury Tuca, pero Colombina y Juan de Dios se quedan con él. En esos años compra una casa en Isla Negra. "No en la primera fila, como Pablito (Neruda)", decía.

En 1977, el cineasta Guillermo Cahn filma el documental "Cachureo. Apuntes sobre Nicanor Parra". Por su parte, el antipoeta sorprende a críticos y lectores con "Sermones y prédicas del Cristo de Elqui", en el que toma la voz del predicador Domingo Zárate Vega. Dos años después continúa en esa veta y publica "Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui".

A fines de los años 70 inicia una breve y tormentosa relación con Ana María Molinare. El quiebre definitivo lo sume en la desesperación y se recluye en la casa que acaba de comprar en Conchalí. En ese lugar y "con una pistola sobre el escritorio", como confesaba años más tarde, escribió uno de sus más célebres poemas, "El hombre imaginario". "Era eso o el suicidio", decía.

Este poema y las enseñanzas del "Tao Te King" lo salvan de esa medida extrema y le ayudan a recuperar el equilibrio interior. Y es a través del taoísmo que llega al ecologismo. "El taoísmo es la autorregulación del mundo interior, y la ecología es la autorregulación del medio ambiente. Antes de llegar a la ecología tiene que haber un despertar individual: el taoísmo", señala en una entrevista en "El Mercurio". Así, Parra advierte el apocalipsis del planeta y por primera vez se convierte en militante activo -y solitario- de una causa, condenando al mismo tiempo el capitalismo y el socialismo. Se define como poeta ecológico o ecopoeta.

El discurso ideal

Cuarenta artistas plásticos ilustran las más de 200 postales que Parra publica en 1983 con el título de "Chistes parra desorientar a la policía poesía". También da a conocer la antología "Poesía política", y en "Hojas de Parra", de 1985, reúne poemas escritos desde 1969 y publica por primera vez "El hombre imaginario".

Parra no es indiferente a la situación de su país y participa en diversas actividades por la recuperación de la democracia. Se dedica en ese periodo a la producción de sus "trabajos prácticos" que, bajo el título de "Obras públicas", se exhiben por primera vez en 1990, en el Centro Cultural Estación Mapocho. Con ellos, Parra se propone "dar vida y energía, al golpe de un papirotazo, a objetos desechables o aparentemente inertes, tomando como base la teoría de la relatividad de Einstein (E = mc2)".

Su consagración definitiva empieza a verificarse a través de reconocimientos nacionales e internacionales. En Estados Unidos recibe el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Brown; en España le otorgan el Premio Prometeo de Poesía, y en México lo distinguen con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, que recibe 1991 en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Sorprende al público con la lectura de su primer "discurso de sobremesa", "Mai mai peñi". "El discurso ideal/ Es el discurso que no dice nada/ Aunque parezca que lo dice todo/ Mario Moreno me dará la razón", afirma en la tierra de Cantinflas. Con el dinero de ese premio, Parra compra una nueva casa en Las Cruces, muy cerca de la que se había incendiado en extrañas circunstancias en 1985. Y donde, desde mañana, descansarán sus restos.

Con múltiples actividades se celebran sus 80 años de vida. También en 1994, y después de cinco décadas, deja la Universidad de Chile. En 1995 es postulado oficialmente al Premio Nobel. Por su parte, Nicanor se despide de su hermano Roberto, con un emotivo texto publicado en "El Mercurio".

Los reconocimientos se suceden en su propio país: obtiene un doctorado Honoris Causa por la U. de Concepción y el Premio Luis Oyarzún de la U. Austral. Un año después la U. de Talca le otorga la medalla al mérito Abate Juan Ignacio Molina y en 1999 recibe el doctorado Honoris Causa por la U. del Biobío de Chillán y la Medalla Rectoral de la U. de Chile.

La U. de Concepción lidera una segunda postulación al Nobel, mientras que el gobierno de Eduardo Frei le otorga la medalla Gabriela Mistral al mérito cultural y docente.

Bolaño y las Obras Completas

Hasta su casa de Las Cruces llega, en 1998, Roberto Bolaño. El escritor chileno radicado en España se declara admirador de Parra y se convierte en un gran promotor de su obra. Al año siguiente regresa acompañado del crítico español Ignacio Echevarría, quien tendrá la misión de editar sus obras completas.

En 2001 vuelve a ser postulado al Premio Nobel y en España obtiene el Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana, pero no viaja a recibirlo. La Escuela de Literatura Creativa de la U. Diego Portales lo nombra director honorario en 2003 y a partir del año siguiente su obra comienza a ser publicada o reeditada por el sello de la misma universidad.

En 2006, "Discursos de sobremesa" (Ediciones UDP) se convierte en un éxito de ventas. Poco después se publica en Barcelona, por Galaxia Gutenberg, el primer volumen de sus "Obras completas & algo +", que abarca su producción desde 1935 a 1972. Y en el Centro Cultural La Moneda se inaugura la exposición "Obras públicas", que presenta la más amplia muestra de sus "trabajos prácticos". La instalación de las figuras de los presidentes chilenos colgados no les cae bien a las autoridades y sugieren suprimirla, pero Parra no acepta, y amenaza con suspender toda la muestra. O "postergarla indefinidamente", como dice su nieto Cristóbal Ugarte, Tololo, entonces de 14 años.

La aparición del segundo tomo de sus obras completas (1975 a 2006), en 2011, se anticipa al anuncio, el 1 de diciembre, del Premio Cervantes de Literatura para Nicanor Parra, y coincide, además, con una nueva postulación al Premio Nobel.

En su casa de Las Cruces, Parra trabaja en la preparación del discurso para recibir el Premio Cervantes, el 23 de abril de 2012. Finalmente, es Cristóbal Ugarte quien lo representa en España. Poco después, el Gobierno de Chile le otorga el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y también es su nieto quien lo recibe por él en el Palacio La Moneda.

Se acerca el centenario del antipoeta y con ello los preparativos para su celebración. Es así como se edita en gran formato una biografía visual a la que él mismo le pone el título: "Parra a la vista". El libro da origen a una exposición -"Parra100"- en el Gam, que convoca en cuatro meses a más de 70 mil personas.

A los cien años, Nicanor seguía anotando frases en sus cuadernos y tomando "megadosis" de ácido ascórbico en las mañanas. Leía los diarios, escuchaba música y a veces salía de paseo. Poco antes había dejado de manejar su clásico escarabajo gris, que ahora permanece estacionado en su puerta.

Hace cinco meses, poco antes de cumplir 103 años, visitó su casa de La Reina, y al comprobar el lamentable estado en que se encontraba, le encargó a su nieto Tololo un inventario de esta y de su casa de Las Cruces, lo que fue asumido, con su aprobación, por el director de la Escuela de Arquitectura de la UC, Emilio de la Cerda. La denuncia de valiosas pérdidas -publicada en este diario- dio origen a una campaña de recuperación de sus cuadernos, manuscritos y objetos, que fue seguida atentamente por él. En el último mes insistía en volver a La Reina, y finalmente lo hizo el viernes, comprobando con alegría la rápida restauración, liderada por Tololo. Dicen que cuando entró, el enorme reloj -uno de los objetos recuperados- empezó a sonar de nuevo. Y no ha parado de hacerlo, a horas inciertas.

 Voces que lo recuerdan

Mauricio Electorat, escritor
"La fuerza de la poesía chilena es tal, que no hay otro país, ni en Hispanoamérica ni en el mundo, que haya tenido cinco o seis poetas nacionales en algo más de un siglo. Un poeta nacional es un poeta que crea un lenguaje, se lo entrega a su comunidad, y esta comunidad se reconoce en dicho lenguaje y se deja modelar por él. Esto ocurrió con Mistral, Huidobro, De Rokha, Rojas y, sobre todo, con Neruda y Parra. No fue fácil para Parra construirse como poeta nacional, porque la sombra de Neruda era alargadísima. ¿Cómo lo hizo? Bajó a los poetas del Olimpo, como dijo él mismo. Introdujo en el gran edificio de la poesía chilena la lengua de la calle, el proverbio, el dicho, el tic de lenguaje. O sea, nos introdujo a nosotros, los chilenos de a pie, en el palacio de la poesía. Se ha ido nuestro último poeta nacional. Pero vendrán otros. Chile es la verdadera insulae poetarium" .

Arturo Fontaine, novelista, poeta y ensayista
"De ahora en adelante, siempre nos hará falta su chispa. Pero deja una obra muy gruesa, desde donde seguirá sorprendiéndonos y, a veces, sacándonos la lengua. Su legado es la valentía de una obra que inventó otra manera de tomarse la literatura. En tiempos en que la estética de Neruda era la poesía, Parra encontró la antipoesía, y desde entonces nos convida a experimentar la literatura de una forma alternativa. El absurdo existencial vivido con lucidez y actitud lúdica es el espíritu de su poesía. Los giros del lenguaje común, sacados de lugar -propios de su estilo-, arrancan de ahí. Porque el estilo no es, al fin ya al cabo, sino una manera propia de sentir".

Diamela Eltit, escritora
"La muerte de Nicanor Parra cierra un ciclo fundamental de la poesía chilena del siglo XX. Con la publicación de 'Poemas y Antipoemas', Nicanor Parra ingresó a la literatura proponiendo un nuevo escenario, marcado por una cierta oposición a la solemnidad y a las convenciones más anquilosadas por retóricas fundadas en la pomposidad y en saberes puramente letrados. Nicanor Parra puso de manifiesto una poética liberadora, muchas veces irónica y descentrada que apeló a remover las estructuras dominantes de su tiempo. Se ha ido, sin duda, un superstar de la poesía y de la cultura chilena".

Antonio Skármeta, escritor
"Casi todos los poetas son un yo que dice algo, un yo al que le pasa algo o un yo que anuncia una emoción. Lo que hizo Nicanor fue no tener un solo yo, sino tener muchos yoes. Y esos yoes que aparecen en los poemas de Nicanor son lo que yo llamo personajes dramáticos. Son como personajes de una obra de teatro. Esto es lo esencial, lo fundamental de la poesía de Nicanor Parra".

Pedro Lastra, académico de la uc
"El trabajo de Nicanor, que fue constante, encuentra una culminación muy significativa con la publicación de 'Obra Gruesa', en 1969, en una edición de la Editorial Universitaria... La continuidad de la obra de Nicanor fue extraordinariamente significativa, y a mí me parece que no solo es importante para la poesía chilena, sino para la poesía hispanoamericana. Creo que eso es lo esencial de su legado: una propuesta transformadora de las posibilidades de expresión en nuestra lengua poética".

Floridor Pérez, poeta
"En el camino de la poesía universal, Parra es un monolito, y lo es precisamente por ser tan chileno como fue, y tan universal como fue".

Claudio Bertoni, poeta
"Fue mi poeta favorito, mi cantante de tango favorito, mi teólogo favorito y, sobre todo, mi energúmeno favorito. Murió, y espero que haya sido siéndolo. Realmente, eso es todo lo que quiero decir. Tengo mucha pena".

Teresa Calderón, poeta
"La obra de Parra fue desde su origen trascendente, desde su origen hablaba de la inmortalidad, de la eternidad. Nadie nunca puso en duda de que ahí se estaba abriendo algo genial y que ha podido atravesar el tiempo".

Juan Cristóbal Romero, poeta
"Parra debiera ser un punto de partida, no de llegada. Es una tradición más, entre muchos otros marcos de referencia, pero una indispensable. Ahora, hay personajes que bloquean cualquier otro referente y citan a Parra al pie de la letra, como predicadores evangélicos. Más parristas que Parra. Parristas no parrianos. Además lo leen mal: muchos todavía no se percatan de que el secreto de Parra está en su verso gobernado por la métrica del habla. La versificación de Parra, glosando a Auden, puede llegar a ser más lúcida que la prosa cartesiana. Y en su ADN está el endecasílabo. Parra lo decía clarito: renunciar al endecasílabo 'no es buen negocio'".

Héctor Noguera, actor
"Lo primero que uno siente es el impacto y la pena. Pero ante una persona que ha vivido tantos años, no queda más que dar gracias por todo lo que recibimos de él, por todos los años que habitó este planeta tan falto de poesía. Tuve el privilegio de protagonizar su traducción de 'El Rey Lear'. Nicanor fue a dos ensayos, y siempre fue muy respetuoso con todo el elenco, muy sabio. Un lujo protagonizar su versión de este clásico de Shakespeare".

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