domingo, marzo 03, 2019

A 30 años del debut de Rod Stewart: El show que inauguró los megaeventos

Raimundo Flores S.
Espectáculos
El Mercurio

El 7 de marzo de 1989, el escocés trajo al Estadio Nacional el concierto más espectacular que se hubiese visto hasta la fecha en el país y que abrió las puertas a la industria de los recitales masivos.



Hace 30 años, el concierto que dio el cantante británico Rod Stewart en el Estadio Nacional se convirtió en una especie de piedra fundacional de los eventos masivos en Chile, una industria acostumbrada hoy a tener en cartelera a grandes estrellas mundiales, pero que hace tres décadas causó conmoción con su llegada al país.

La expectación por el recital que Stewart programó para el 7 de marzo de 1989 se hizo notar con semanas de anticipación y se acrecentó con el aterrizaje del autor de "Da Ya Think I'm Sexy?". Más de 200 periodistas pidieron acreditarse y varios buses con fanáticos llegaron a esperarlo al aeropuerto.

La prensa estuvo atenta a cada movimiento del artista, detallando lo que comía o quién lo acompañaba a la piscina en sus horas de descanso. Un interés total que se vio reflejado en la conferencia que realizó antes del show y en la que fue interrogado acerca de temas como el heavy metal , acusaciones de plagio, el racismo, el consumo de drogas y, por supuesto, el contexto político del país. Ante esto último, respondió: "He venido acá a hacer música, no quiero hablar de política".

Aunque Stewart quisiera rehuir del tema, era inevitable no asociar el concierto al momento político que se vivía en el país, a meses del plebiscito que le dio el triunfo al No. "El concierto descubrió que el Estadio Nacional, que durante el período de la dictadura fue un lugar bien especial de sufrimiento, podía un poco limpiarse de esa imagen y servir de base para que vinieran otros artistas", dice el locutor de Radio Pudahuel, Pablo Aguilera.

Sergio "Pirincho" Cárcamo, lo complementa: "Era un grito de libertad por desahogo y el otro era el disfrute de poder tener por fin un evento con un rockero de verdad, sin desmerecer la calidad musical de Raphael, Camilo Sesto o Roberto Carlos, que eran quienes habitualmente venían al Festival de Viña, que eran grandes artistas, pero nada que ver con lo que a otro sector grande nos gustaba", señala.

Ernesto Clavería, cabeza de Prodin, la productora detrás del concierto, discrepa: "No lo veo así. Nosotros no nos metíamos en el contexto político. Para mí no tenía ninguna connotación política, tenía una connotación exclusivamente artística", plantea el empresario.

"Una noche maravillosa"

Toda la expectación llegó a su final ese martes 7 de marzo, a las 21:36 horas, cuando Stewart saltó al escenario del Estadio Nacional vestido con chaqueta blanca, corbata verde y pantalones y zapatos negros. Ante más de 65 mil personas, interpretó 20 canciones en poco más de dos horas, durante las cuales tuvo al público totalmente entregado ante la espectacularidad inédita en el país de un concierto así.

Aunque no todo en la producción del evento fue igual de espectacular que el resultado final. La infraestructura que venía desde Argentina tuvo problemas para llegar, debido a un cierre en el Paso Los Libertadores, y hubo que improvisar soluciones para problemas logísticos, como la seguridad en el estadio o el transporte del dinero recolectado por entradas. "Había que inventar muchas cosas e inventarlas bien", señala Clavería.

Con todos los contratiempos superados, el concierto se realizó con éxito y no solo dejó conforme al público, sino que también al mismo Stewart, que en diciembre de 2017 declaró a "El Mercurio": "La verdad es que quedé impresionado después de ese concierto. Todos sabían la mayoría de las letras y cantaban las canciones. Definitivamente, fue una noche maravillosa".

"Fue la fundación de la industria de megaeventos, la partida de los grandes conciertos en Chile. Al final, el balance fue positivo para todos: para los medios, para los artistas, para otras productoras y, sobre todo, para el público", sintetiza Clavería.

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