viernes, noviembre 17, 2017

Elina Garanca: "Me encanta hacerle cosquillas a la prima donna "

El Mercurio

Es una de las figuras más importantes de la ópera en la actualidad. Su voz y su forma de abordar los personajes y los estilos que interpreta son hoy una referencia. Desde sus inicios con Mozart y Rossini, su repertorio avanzó luego a Bellini y Donizetti, y ya ahora asume algunos de los grandes personajes que Verdi escribió para su cuerda.  

Por Juan Antonio Muñoz H. Desde París, Francia 

Es de Riga, en Letonia, de donde proviene una de las voces más requeridas de nuestro tiempo. La mezzosoprano Elina Garanca (1976) es una artista de amplio espectro cuyo repertorio se expande con la inteligencia de un guerrero estratégico. Resuelta en sus opciones, en ella coexisten belleza física y una fuerza interpretativa a través de la que nunca ofrece retratos obvios o repetidos de los roles que interpreta.

"Aunque nací en Letonia, crecí en dos mundos", cuenta, mientras toma un cappuccino en el Café Français de la Plaza de La Bastilla, a dos días de su exitoso debut como la Princesa de Éboli en la versión francesa de "Don Carlos" (Verdi). "Porque de un lado, en la ciudad, estaban mis padres, ambos músicos, y de otro mis abuelos, en el campo. Creo que eso me ayudó, porque tuve lo intelectual y también lo cotidiano. Una complementación. Siempre fui muy naif porque me protegieron mucho y no supe tanto de la crueldad de la vida".

"Para mis padres debió ser diferente, porque muchas veces era solo una sobrevivencia. Eran los años de la Unión Soviética y no había nada de nada. Sí me recuerdo que un día mi padre se levantó muy temprano y volvió más tarde envuelto con rollos de papel higiénico. Lo usamos creo que los siguientes tres o cuatro meses...".

-Su madre, Anita Garanca, fue también su primera profesora. ¿Difícil?
"Sí. Ella era mezzosoprano y cantó mucho. Siempre fue una persona de referencia porque era una gran maestra, pero esto de madre y maestra era algo muy duro para las dos, porque para ella era una responsabilidad enorme que yo fuera su hija y que debiera formarme como cantante, y también para mí, porque sentía la presión de ser siempre la mejor y de no decepcionarla".

-Leí que su mamá le dijo alguna vez que para ser cantante de ópera hay que ser la número uno...
"Creo que ella quería meterme un poco de miedo para que yo entendiera que esto es duro y que hay que trabajar mucho. Jamás pienso en eso de estar en el número uno. Yo no quiero ser la prima donna , aunque me encanta hacerle cosquillas a la prima donna . Juego con la prima donna unos cinco minutos al día".

-¿Salir adelante en esta carrera es solo cuestión de trabajo vocal?
"No. Entender cuándo decir sí y cuándo no, y por qué. Esto es complicado, porque decir sí puede ser muy bueno y muy malo, y decir que no, lo mismo. Exige saber qué hacen tus colegas, qué quiere el público, qué están pidiendo los régisseurs y cómo eso lo puedes traducir para no hacerte mal a ti mismo. Porque un idiota te puede obligar a hacer algo estúpido. Y con un director de orquesta, lo mismo".

"Cantaré Amneris el 2020"

-Usted ha interpretado algunos roles travestidos, como Octavian y Cherubino.
"El alma no tiene género. Cuando voy al escenario como hombre, no soy una chica que está actuando de chico: me convierto en un chico. Y lo cierto es que a veces me olvido, y mis compañeros de escena a veces se han olvidado también. Después de dos semanas de ensayos como Octavian, una noche soñé que iba al baño y me iba al de hombres... Cuando estoy en situación de chico, pienso en cómo me gustaría que un hombre actuara frente a mí".

-Usted dejó de cantar Rossini. ¿Qué la movió a tomar esa decisión?
"Cambios vocales. La música de Rossini nunca tuvo de verdad mi corazón. Me empecé a sentir como un tractor corriendo en la Fórmula Uno. Para cantar Rossini tenía que minimizar lo que tengo dentro. Lo mismo ha pasado con Mozart. Los personajes que vienen son personajes a los que ahora puedo justificar mejor. Por eso he comenzado con Éboli".

-¿Y luego de Éboli?
"Cuando empecé a cantar yo soñaba con hacer un día Amneris ("Aída", de Verdi), y ahora me acerco a eso más y más. Por Amneris es que soy cantante. Tengo previsto cantarla el 2020. He hecho todo el camino para subir ese Everest y me pregunto qué voy a hacer después".

-¿Hay algún papel de soprano que le interese como carácter?
"Las partes dramáticas. Abigaille ("Nabucco", de Verdi) o Tosca (Puccini), que es un rol que se ha vulgarizado mucho. La Tosca vista solo como una prima donna es muy poco para un carácter así. Pero yo no habría querido ser una soprano y morir siempre o asesinada, o loca, o después de una larga enfermedad".

-¿Cómo le va en eso de morir en escena?
"No me gusta mucho, para decir la verdad. Soy cuidadosa; no me gusta provocar las cosas aun en el escenario. Yo soy una guerrera y pienso que aun en ese último momento me voy a resistir".

-¿Le gusta estar en silencio?
"Sí. Soy una adicta al silencio. Por eso buceo; ahí abajo es como si no hubiera tiempo. En mi casa hago muchas cosas en silencio y no soy persona de mucha compañía. En nuestra casa nunca corre la música metida en el desayuno. Si necesitamos estudiar, mi marido (el director gibraltareño Karl Mark Chichon) lo hace con audífonos y yo tengo mi 'sala de gritos' en el fondo de mi casa en España (vive cerca de Málaga)".

-En la ópera, las pasiones están ultra expuestas y los cantantes interpretan pasiones. ¿Es difícil mantener el control y no darle un combo a la soprano o un beso al tenor?
"Eso del beso al tenor, lo hago siempre... (ríe). Sí que sucede. No siempre y no con todos los compañeros con los que cantas, pero hay algunas noches en que me he olvidado que estoy actuando. Esas son las funciones que después el público recuerda como algo muy particular y que son especiales para nosotros también".

-¿Cómo maneja el contacto con el público? ¿Cuesta mantener la intimidad?
"Ufff. Una razón de por qué nos fuimos de Viena es esa. La gente nos sentía parte de ellos. Como si dijeran 'te queremos mucho, eres una parte mía'. Yo digo, pues no. Yo necesito la parte mía para mí, para mi familia. Pero hay personalidades y personalidades; conozco compañeros que lo necesitan a diario. A mí me valen los aplausos, pero salir después de una ópera a hacer fotos y fotos, reconozco que me cuesta. Es como si el show no terminara nunca. Odio las selfies . Las odio. Pero es una parte de la profesión y lo hago porque lo necesito hacer".

-¿Y ese asunto de la calificación de las voces: mezzos líricas, dramáticas...?
"No es la calificación de una voz lo importante, lo importante es la personalidad. Si me dicen que soy mezzo lírica y no dramática en este momento, yo digo y qué me importa... Yo sé que puedo transmitir un repertorio determinado y lo hago a mi manera. Claramente no soy una (Elena) Obraztsova...".

-Ni una mezzo wagneriana...
"Todavía... Para eso tengo los próximos 15 años y una Kundry creo que podría hacerla bastante bien. Al final, todo está en la fuerza de la convicción, y para eso necesitas tener los cojones y decir 'yo lo hago así porque lo hago así'. Hay gente que lo apreciará y otros que no. Pero yo no estoy aquí para intentar convencer a todos. Así que si alguien dice esto se hace así, pues yo le digo 've y hazlo tú'. Hay gente que te dice lo que debes o no hacer; te puedes convertir en una máquina y empezar a vivir una vida que no es la tuya".

''No creo que ninguna niña bonita se mire al espejo y diga: ya que soy bonita, voy a ser cantante de ópera".
''La música de Verdi tiene un drama que se confirma en las palabras. Él sabe cómo construir un rol".
''Las comparaciones entre cantantes son estúpidas. Lo único que importa es que la voz pueda reconocerse y (tener) personalidad".

1 comentario:

Unknown dijo...

Elina Garanca ha Sido un descubrimiento para mi. Con ella y Sansón y Dalila me introduje en la ópera y ya me es imposible abstenerme de ella, de la ópera y de Garanca. He podido diferencial por su voz de messoprano, porque las sopranos en general hieren mi oído. Elina Garanca tiene una fuerza y modo interpretativo muy expresivo de acuerdo a lo que canta.En general todo lo que interpreta me agrada agrada. Más dos piezas son de mi preferencia:Sansón y Dalila y la Hijas de Sebedeo. En ellas muestra, creo toda su fuerza dramática e interpretativa. Es una bendición para mi soledad.