Cruzó la cordillera en tren, permaneció seis semanas y tuvo alabadas actuaciones en Valparaíso, Viña del Mar y Santiago. En 1917 todavía era un anónimo que tocaba la guitarra e interpretaba temas del folklore argentino. Su estampa, de casi 120 kilos, contrasta enormemente con la del galán de las películas que hoy se conoce. Ese año grabó su primer tango, "Mi noche triste", y filmó su primera película, "Flor de Durazno". El mito recién comenzaba.
Por Mario Cavalla.
"Sí, mijito, cómo no, Carlos Gardel cantó aquí", explica con absoluta convicción un octogenario vecino del Barrio Huemul, indicando al teatro homónimo y centenario de este sector próximo al barrio Franklin. El mito persiste, no hay fotos ni registros sonoros ni nada que comprueben la presencia de Gardel en ese lugar, solo el relato oral de abuelos a padres y nietos, pero para los residentes de esta emblemática zona sur de la comuna de Santiago no hay dudas de que el Zorzal Criollo sí pisó las tablas de su imponente sala y encantó con el metal de su voz.
Eso constituye el mito, pero lo que sí es cierto es que el cantante de tangos más famoso de la historia hizo su primera y única visita a Chile hace exactos 100 años, entre fines de septiembre y la primera quincena de noviembre de 1917, cuando no cantaba tangos ni era el Gardel de las películas y los hits eternos.
Las únicas actuaciones oficiales que el cantante ofreció en tierras criollas fueron en Valparaíso, en el Teatro Colón; en Viña del Mar, en el Teatro Olimpo, y en Santiago, en el desaparecido Teatro Royal de la calle Huérfanos -aunque se estima que su primera actuación fuera de protocolo habría sido en el Teatro Comedia, en la capital-. En estas interpretaciones, Gardel cantaba a dúo con su primer socio artístico: el cantante y guitarrista uruguayo José Razzano, quien con los años se convertiría, además, en su representante.
Identidad tanguera no definida
Gardel viajó a Chile en un carro de segunda clase del tren Trasandino -inaugurado en 1910- desde Mendoza hasta la estación Mapocho, en compañía de su socio cuyo repertorio incluía canciones folklóricas, zambas y tonadas. "Ese todavía no era para nada el Gardel histórico. Era conocido en Argentina, pero todavía estaba buscando su sello y de hecho, ese año grabó su primer tango, 'Noche triste', y filmó su primera película, 'Flor de Durazno', totalmente muda", explica de entrada Enrique Espina Rawson, autor de media docena de libros sobre la vida del cantante y presidente del Centro de Estudios Gardelianos de la ciudad de Buenos Aires.
El dato lo corrobora Mauro Salazar, investigador del Centro de Estudios Históricos de la Universidad Bernardo O'Higgins y experto tangómano, quien proporciona todavía más pistas de esta legendaria visita. "Gardel era famoso en algunas regiones de Argentina con sus temas criollos, pero acá en Chile era un desconocido. A Santiago -en 1917- no llegó el Gardel cantor de tangos. Ese 1917 fue un año que influyó mucho en su carrera, porque está cerca de iniciar una transición del artista gaucho y costumbrista, cantor de tonadas y zambas, a lo que se convertirá más tarde.
De hecho, es una anécdota muy premonitoria del éxito que le aguardaba la grabación de "Mi noche triste", con letra de Pascual Contursi, ese mismo 1917, pese a que su identidad tanguera no estaba definida. Fue recién tras una gira a Francia, en 1924, junto a José Razzano, cuando se inicia su explosión tanguera. Pero a la fecha de la visita a nuestro país, la industria del tango estaba en un proceso de gestación; había contados compositores, como Celedonio Flores y Ángel Gregorio Villoldoy, mucho menos orquestas típicas, con la sola excepción de Roberto Firpo", precisa Salazar.
El look del mismo Gardel, que en ese entonces tenía 27 años, estaba lejano del galán de "El día que me quieras", como apunta Salazar: "Era más bien un tipo con algo de sobrepeso como se puede constatar en las imágenes de 'La Flor de Durazno', donde exhibía una silueta que se acercaba a los 120 kilos. Aunque en la fotografía del teatro royal su figura había mejorado ligeramente. Verse así en pantalla también influyó en la preocupación de su aspecto, donde incluiría con el paso de los años rutinas de ejercicio, el gel en el pelo y el uso de cremas faciales, por ejemplo", explica el experto.
Roxana y la destreza con los pies
Valparaíso había sido víctima del terremoto de 1906, que lo había dejado prácticamente en el suelo y, en ese contexto, de una ciudad todavía reconstruyéndose, Gardel abre su gira de actuaciones por Chile, el 29 de septiembre, con una actuación muy celebrada en el Teatro Colón de Valparaíso -inaugurado en 1909-, donde compartió escenario con la tonadillera Roxana y el músico Félix Scolatti Almeida. "Cantor eterno", "Entre colores", "Amargura", "El gato" y "La pastora" fueron algunos de los temas interpretados. Completó la maratónica función en el viejo Colón, de la calle Pedro Montt, una orquesta de 15 profesores y el guitarrista José Ricardo. Y como la irrupción del cinematógrafo ya era un suceso en esos tiempos, era curioso que las presentaciones de los cantantes fueran matizadas con pausas en las que se exhibían cortos de Charles Chaplin.
Sobre el trabajo del dúo Gardel-Razzano en el Colón, El Mercurio de Valparaíso tuvo elogiosas palabras: "Los artistas, además de cantar tonadas argentinas, sentimentales algunas y graciosas otras, son aventajados concertistas en guitarra. Al final de cada una de las que cantaron anoche recibían verdaderas manifestaciones de aplausos. El público quedó gratamente impresionado. Y como se trata de un espectáculo ameno y culto las familias acogieron con sumo agrado", relató el matutino porteño.
El positivo desempeño en el Teatro Colón precedió su actuación en el Teatro Olimpo de Viña del Mar, que era un recinto destinado a la presentación de operetas. La dupla cantó y encantó con sus canciones y Gardel cumplió con lo que rezaba el programa ese día: bailar un tango con la cantante Roxana. "Montevideo", de Roberto Firpo, fue la pieza escogida con la que Gardel demostró que, además de poseer una muy afinada garganta, era también un diestro ejecutante de un baile sensual, por esos años controvertido, que incluso había recibido la condena del Papa Pío X. "Gardel conoció el mundo de los bajos fondos, tenía picardía y recorrido en las lides del 'lado oscuro de la fuerza' como se diría hoy, probablemente", acota Salazar, sobre la destreza del Morocho del Abasto con los pies. En todo caso, el baile de tango en público podría interpretarse como un regalo del cantante que nunca más repetiría, solo en la intimidad de grupos de amigos.
La placa de calle Huérfanos
En Santiago, entre la segunda mitad de octubre y la primera quincena de noviembre de 1917, se presentó con bastante éxito en el Teatro Royal, como lo constató la revista "ZigZag" en su comentario de espectáculos: "El dueto Gardel-Razzano se hizo acreedor al bis, en sus hermosas canciones criollas, siendo muy aplaudida una cómica del señor Gardel... en estas figuras artísticas hay mucho que aplaudir, tienen temperamento y originalidad... es de notar el esfuerzo que los artistas sin excepción gastan por complacer al público, el que manifiesta insistentemente su agrado con nutridos aplausos y pidiendo canciones fuera del programa de cada noche, deseos a que acceden amablemente los artistas solicitados. Y todo esto, sin play-back ni amplificación. Sencillamente, consumiendo el principal patrimonio del cantante, su propia voz", dijo el medio en esa oportunidad.
Una placa de mármol donada por la Embajada de Argentina -con motivo de los 50 años de la muerte de Gardel- en la entrada de la calle Huérfanos 1044 del centro santiaguino, donde antes estuvo el Teatro Royal -transformado posteriormente en el cine Miami, que desapareció a comienzos de 1960-, es el único vestigio de la presencia de Gardel en la capital, quien, en sus tiempos de ocio, mate en mano recorría, junto a Razzano, los boliches de la periferia santiaguina y sectores rurales como Las Condes, Buin y Paine, probando la chicha, el mote con huesillos, los vinos y, cómo no, seduciendo mujeres con su aplaudida labia. Esas correrías de la dupla fueron productivas para sacar versos y melodías y crear nuevas canciones para su repertorio.
Durante su trayectoria posterior de gran estrella, Chile estaría inevitablemente relacionado con la carrera de Gardel, compartiendo roles, por ejemplo, con Francisco Flores del Campo -actor y autor de "La Pérgola de las Flores"- en la película "El día que me quieras". Gardel también habría tenido la intención de grabar el tango "El Carillón de La Merced", de Santos Discépolo, pero su muerte impidió que lo concretara. Y lo que tristemente sí vincula a Gardel con otro nacional fue con motivo de su gira a Medellín, en junio de 1935, organizada por Celedonio Palacios, quien compró el boleto e instó a Gardel a subirse al fatídico avión donde ambos murieron. Cuenta la leyenda que en unas cartas fechadas pocos días antes del accidente aéreo, Palacios le dijo a su mujer que Gardel lo tenía aburrido: "Hay que zafarse de Carlitos y su compañía. En este momento que te escribo lo tengo al lado mío, dándome la lata, pues conociéndolo de cerca, es el hombre más divertido y más ingenuo que uno pueda darse cuenta", dice la cita. Pero esa, por cierto, es otra historia.
Placa en Pase Huérfanos |
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