viernes, marzo 01, 2019

Fantasía pop

José Vásquez
Espectáculos
El Mercurio


El anuncio de su regreso despertó la memoria emotiva inmediata en sus fans. La venida de los Backstreet Boys en 1998 fue un hito generacional, la llegada de una boyband en un apogeo popular que explotó más tarde en Estados Unidos.Para una generación fue su primer encuentro con sus ídolos, en una época donde además el Festival se transmitía solo por una señal, pero que lograba resultados de audiencia que ahora resultan irrepetibles, casi como si hubiera sido una cadena nacional.

A finales de los 90 no hubo como escapar de ellos. El grupo volvió luego otras tres veces a Chile, pero lo vivido en esa ocasión fue lo que despertó esta vez el fervor de repetir ese momento. En el público había fans que lucían con orgullo el ticket de esa primera vez y carteles como el de una joven veinteañera que, picarona, quería llamar la atención con un mensaje en inglés que se leía como "AJ, soy tu hija".

El ambiente anoche era una fiesta abrumadoramente femenina y el grupo, sobre una tarima, iniciaba una función concentrados en entregarse a cumplir con eso. Los pasos coreográficos son algo más robóticos que antes, y algunos miembros del grupo, como Kevin Richardson, el mayor del conjunto, parecía por momentos un espectador de su propio espectáculo. Pero cumplía con un show que sigue un guion aprendido de memoria tras tantas presentaciones afincadas en Las Vegas.

Pasan temas como "Larger than Life", una "Get down" en una versión remixada más funky, obra de las pistas que sonaban desde una banda ausente. La economía de recursos penó en un espectáculo que descansó en la idolatría del quinteto y que alcanzó sus momentos de mayor euforia en el repaso de los éxitos de sus primeros discos.

Aunque los Backstreet Boys acaban de lanzar "DNA", un álbum con un sencillo como "Don't go Breaking my Heart", que ayer los mostró en un competente presente, fueron las canciones de su etapa noventera las que desataron la mayor euforia. Temas como "Quit playing games", "As long as you love me" o "Everybody (Backstreet back)", parecieron teletransportar a una gradería completa a un retrofantasía pop de final feliz.

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