jueves, diciembre 20, 2018

Ana González y Silvia Piñeiro: La olvidada rivalidad de dos grandes del teatro

El Mercurio

Compitieron con sus compañías y sus propias salas. De ideas políticas opuestas, su enfrentamiento llegó al terreno personal. Pero al final de sus días fue la propia González quien ayudó económicamente a Piñeiro. 

Eduardo Miranda
La historia es poco conocida y la recuerdan solo contados y privilegiados nombres. Cuando el montaje original de "La pérgola de las flores" regresó de una gira por Europa, a mediados de los 60, Silvia Piñeiro abandonó el Teatro de Ensayo y dejó vacante su rol de Laura Larraín. A los pocos días, el director Eugenio Guzmán recibió un llamado de la propia Ana González pidiéndole que la probara en el rol de la aristocrática viuda de la obra. "Yo presencié ese ensayo y vi a Anita haciendo alarde de su genialidad histriónica en la primera entrada del personaje", recuerda el actor y Premio Nacional Ramón Núñez.

Pero, finalmente, González no se quedó con el papel y continuó haciendo de Rosaura, la florista principal del musical. Núñez agrega algo más a la historia: "Al preguntarle por qué no había hecho el rol, textualmente me dijo: 'No estoy para reemplazar a nadie, simplemente quería que todos, incluida la Silvia, supieran que yo podía hacerlo mejor que ella'".

Es solo una escena en la historia de rivalidad entre Ana González y Silvia Piñeiro, dos de las actrices más grandes del teatro local. A propósito de "La pérgola de las flores", que el próximo año tendrá una nueva versión en el GAM, la constante competencia entre las dos intérpretes vuelve a salir a la luz: "Las dos tenían un talento impresionante y había una distancia que se hacía notar entre sus más cercanos. Las dos construyeron personajes muy opuestos, una más aristocrática y la otra más popular", recuerda Héctor Noguera, quien trabajó con ambas.

Efectivamente, Silvia Piñeiro hizo gala con su personaje más emblemático: la sofisticada y graciosa Bebé Mackay de Moller en "Juani en sociedad". En las antípodas, Ana González llevó a la fama su popular Desideria, la célebre empleada del espacio radial "Radiotanda" y que después recorrió teatros y diversos programas de TV.

Las dos actrices recibieron el Premio Nacional de Arte, se formaron en el Teatro de Ensayo de la UC y luego de un tiempo decidieron encabezar sus compañías. De hecho, cada una abrió su propio teatro: Silvia Piñeiro lo hizo con su nombre en la calle Tarapacá -sala que hoy cobija al cine Normandie- y Ana González inauguró el Teatro del Ángel, en Huérfanos. "La rivalidad se dio en forma natural porque competían en lo profesional, pero también tenían un desencuentro político y eso las ponía como contrincantes. Además ambas eran talentosas y queridas", dice Sadi Osorio, quien fue productor del programa "Martes 13" y había trabajado con ambas en el teatro.

A principios de los 90 él decidió homenajearlas en la TV. Una pieza musical donde también participó una veintena de actores. "Me llamaron roja alguna vez", decía González en medio de la canción. Y Piñeiro le respondía: "Me llamaron momia, ¿lo podrán creer?". Las dos demostraban, una vez más, sus diferencias políticas, luego de participar en las franjas electorales del plebiscito de 1988. "Cuando llegaron a ensayar ese número, había una distancia instalada, y eso fue durante los primeros días. Luego ya se buscaban y tuvieron una suerte de reencuentro", destaca Osorio.

Ana González nació en 1915, y cuando Silvia Piñeiro -nacida en 1922- ingresó a estudiar al Teatro de Ensayo de la UC, la creadora de la Desideria ya era una actriz de amplia trayectoria. "'La señora' la llamaba la Piñeiro en público, con un tono donde el respeto se mezclaba con el sarcasmo", dice Núñez. Y añade: "De hecho, compartieron en muchas obras, donde Anita era la protagonista y Silvia, como actriz principiante, tenía roles más bien secundarios".

Ya al final de sus días, y quizás por sus reencuentros en distintos homenajes televisivos, las actrices tuvieron una relación amistosa: "Me consta que luego de participar en 'Martes 13' se siguieron visitando", dice Osorio y Núñez revela el vuelco en esta historia: "Debido a las penurias económicas de Silvia, por el mal manejo de sus negocios artísticos, Ana González la ayudó financieramente en forma sistemática y silenciosa".

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