La Tercera
El productor chileno elegido como jurado de Viña 2019, analiza los cambios en la música pop y las deudas pendientes con su tío.
Por Andrés del Real
“La letra nos ha dado un poco de batalla pero ya la tenemos bajo control”, dice Humberto Gatica (66), en una pausa de la grabación de un cover de “Come together”, el tema central de un musical que estrenará Mallplaza en enero, con las voces de Juanita Ringeling, María Jimena Pereyra y otros integrantes del elenco. Pese a los tiempos acotados y a las complejidades que supone versionar un clásico de los Beatles, desde su estudio en Los Angeles, su hábitat hace medio siglo, la voz de Gatica irradia la confianza propia de un ganador de 16 premios Grammy, con un currículum que incluye discos de Michael Jackson, Lionel Richie, Tom Jobim y Mariah Carey.
Desde ese sitial, el sobrino de Lucho Gatica ha sido testigo y protagonista de las idas y vueltas de la música pop, hoy dominada por los ritmos urbanos. El mismo estilo que hoy reina en el Festival de Viña, donde volverá a ser jurado -por tercera vez- en 2019. “No le quito el crédito a quienes desarrollan ese género musical, pero también hay espacio para otro lado del espectro, artistas que interpretan melodías que realmente te hacen sentir”, comenta el ingeniero, que en los últimos años ha marcado distancia con el imperio de lo rítmico y se ha dedicado casi enteramente a proyectos de brillo vocal, con Celine Dion, Il Volo y Michael Bublé como sus aliados más estelares. “El reggaetón es una música que te puede hacer feliz pero que al final del día no te dice nada emocionalmente”, asegura.
Su regreso al Festival en febrero, según explica, refuerza su intermitente vínculo con Chile, el país que dejó a los 16 años y al que pretende volver definitivamente en algún momento. “Me pasó demasiado tiempo en esta cápsula espacial [su estudio] y en un país donde todo sucede muy rápido, pero creo que ya es hora de disfrutar un poco más a la familia, a los amigos, sin ningún compromiso profesional”, explica Gatica, que nunca ha perdido del todo el lazo con la escena local: además de sus premiados trabajos para Myriam Hernández y La Ley -con los que ganó tres Grammys, incluido uno anglo-, hoy prepara un nuevo álbum con Beto Cuevas y sigue con atención a los nuevos talentos nacionales, como su próxima compañera de jurado, Camila Gallardo, y Mon Laferte, quien continúa los pasos de su tío Lucho en México y EE.UU.
“Hay gente que aún no ha dimensionado el peso de Lucho Gatica. Un día Charles Aznavour me dijo en el estudio que él era su cantante favorito”, cuenta el productor, gestor de la última grabación del Rey del bolero, el álbum de duetos Historia de un amor (2013). Un proyecto al alero del sello Universal que contó con invitados como Laura Pausini y Nelly Furtado, pero que dejó al productor un sabor agridulce. “Fue un disco hecho con mucho amor y profesionalismo, una obra de arte, pero que la gente aún no ha descubierto porque fue lanzado al mercado de una forma muy pobre”, se lamenta. “Estos proyectos, una vez que salen del estudio, pasan a manos de otros personajes que a veces no entienden lo que tienen en sus manos”, cierra.
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