El Mercurio
Seleccionamos seis hechos de la actividad cultural local que generaron crítica y polémica durante el año. Todos ellos son conflictos activos que plantean para 2019 desafíos urgentes en cada uno de ellos.
Inestabilidad en el Ministerio de las Culturas
Tres ministros en menos de seis meses alcanzó a tener el nuevo Ministerio de las Culturas, creado en las postrimerías del gobierno anterior. La instalación de la nueva entidad requería desde el comienzo del nuevo gobierno un foco especial en el nombre que se eligiera para llevar a cabo su compleja implementación, algo que no se logró. Alejandra Pérez, que asumió en reemplazo de Ernesto Ottone, venía del mundo de la comunicación estratégica, sin un conocimiento particular de políticas culturales. Errores comunicacionales y acciones políticas controvertidas, hicieron que su trabajo no fuera bien evaluado y debió ser reemplazada a los pocos meses. Su sucesor, Mauricio Rojas, alcanzó a durar 90 horas en el cargo, luego de que su figura fuera impugnada por el poeta Raúl Zurita, en primer lugar, y luego por sectores vinculados a la denuncia de violaciones a los derechos humanos durante el gobierno de Pinochet. Las críticas de Rojas al Museo de la Memoria, publicadas en un libro de conversaciones con Roberto Ampuero -"Diálogo de conversos"- echaron por tierra sus anhelos de convertirse en el primer ministro de Cultura con un perfil más intelectual. Tras la crisis, asumió la arqueóloga Consuelo Valdés, de vasta experiencia en gestión de museos y reconocida en el mundo académico. Los desafíos que se le presentan son los mismos que a sus antecesores, pero debe asumirlos con un año menos de plazo para actuar. ¿Habrá tiempo para avanzar, además, en una nueva Ley del Patrimonio que reemplace la ya obsoleta de 1971?
Discordia en el mundo del libro
Un año para olvidar tuvieron los gremios y corporaciones que agrupan a los actores de la cadena del libro. Las desavenencias entre la Cámara Chilena y la Corporación del Libro y la Lectura culminaron en una ruptura total de los trabajos que habitualmente llevaban en conjunto para levantar la Feria internacional que se realiza hace 38 años en forma ininterrumpida y desde 1989 en la Estación Mapocho. El retiro de las grandes casas editoriales internacionales de este tradicional evento, el más esperado por el consumidor masivo, significó que por primera vez en mucho tiempo mermaran seriamente la convocatoria y las ventas. A ello se sumó la organización paralela de un festival de autores, a pocas cuadras de la Estación Mapocho, por la corporación aludida, que en la práctica agrupa a la gran mayoría de los escritores locales. Allí fueron a firmar sus libros aquellos que hasta el año pasado lo habían hecho en la Filsa, con lo cual la perplejidad del público fue generalizada. El conflicto tiene muchas aristas y no se ve una solución cercana, con la amenaza que ello significa de que una nueva versión del tradicional encuentro librero no se realice. Hay en este retroceso responsabilidad de todas las partes y un deber de fundar una entidad que organice la feria y donde concurran todos los gremios, sin imposiciones de ninguno en particular.
Demolición express de la Facultad de \Ciencias Químicas
La destrucción del antiguo edificio que albergó a la Facultad de Química de la Universidad de Chile, a pasos de la Plaza Italia, fue motivo de polémica. Desde que se llamó a concurso público para otra construcción en ese lugar, en 2009, diversas organizaciones vinculadas al urbanismo y al patrimonio y la Municipalidad de Providencia mostraron su inquietud por la eventual demolición del histórico edificio, que no poseía ninguna categoría o protección patrimonial, construido a fines del siglo XIX y atribuido al arquitecto francés Eugenio Joannon, según informó este medio. Los temores eran fundados, pues avanzando la demolición de la antigua casona, apareció a la vista pública un sitio eriazo, en que no aparecía ninguna sección salvaguardada de la antigua construcción. El rector Ennio Vivaldi, salió al paso de las críticas afirmando en Twitter que se trataba del inicio del "desarme controlado" de la fachada. "En 2015 nos comprometimos con la comunidad, vecinos y Colegio de Arquitectos, entre otros, a conservar la fachada. Ese compromiso sigue en pie y lo hemos asumido firmemente en el proyecto", aseguró. ¿Tiene sentido demoler totalmente la fachada para volver a construir una igual a la anterior? Las imágenes de los renders del proyecto no muestran a simple vista ninguna reconstitución del edificio anterior, sino un diseño de grandes volúmenes modernos y abstractos.
La (i) relevancia del Museo Nacional de Bellas Artes
La renuncia forzosa del director del Museo Nacional de Bellas Artes, Roberto Farriol, tras seis años en el cargo, devolvió a la luz pública los serios problemas que arrastra el principal museo público de arte del país, desde hace muchos años. La gestión del director saliente -aunque lejos del marasmo y la negligencia- no satisfizo en general al mundo del arte. Hubo serios problemas comunicacionales, una ausencia de una estrategia medial clara, que afectó la imagen de la institución. El nombramiento del sucesor ha tenido demoras difíciles de entender, si bien hoy el cargo es concursable y abierto. En una encuesta de opinión realizada por Artes y Letras para discutir el futuro del museo, varios especialistas hablaron de una crisis sobre su función y destino. Enrique Zamudio señaló que había "una evidente crisis del formato tradicional de museo para dar cuenta de una situación desbordada del arte contemporáneo". Benjamín Lira sostuvo que se "debe estudiar la factibilidad de construir un nuevo museo de arte contemporáneo"; mientras que el escultor Francisco Gacitúa proponía que se "debe crear confianza en el empresariado culto para conseguir fondos". Este último aspecto es, para muchos, la piedra de toque. Mientras el museo no cuente con recursos sustancialmente mayores que lo que administra actualmente, terminará cayendo en la irrelevancia frente a otros museos y centros culturales locales.
Los desafíos de la Feria de arte Ch.ACO
Chile no tiene una cultura madura de coleccionismo de arte y en este ámbito va muy rezagado en relación a los países de la región. Muchos factores explican esta carencia y no menos relevante en ello es la ausencia en un circuito internacional que amplíe la oferta. La iniciativa de Ch.ACO , fundada hace diez años para enriquecer el panorama local mediante una feria internacional que estimulara el coleccionismo, fue celebrada unánimemente. Ch.ACO se posicionó como la única instancia en su ámbito, consolidándose y legitimándose en el medio, con mucho esfuerzo.
Pero en este año 2018, según la opinión generalizada, la feria de arte retrocedió. La nueva versión, organizada en un edificio en obras en la zona de Lo Curro, tuvo serios problemas logísticos que no pudieron subsanarse a tiempo y que provocaron el disgusto de algunos galeristas internacionales invitados y una merma en el público asistente que redundó en bajas ventas. A su vez, todas las galerías nacionales que participaron hicieron llegar a la organización sus quejas a través de una carta escrita en duros términos. La trashumancia que caracteriza a la feria desde que dejó la Estación Mapocho, en busca de lugares del sector oriente de Santiago y las inquietudes de algunos sobre la transparencia en la gestión trajo en esta ocasión más dudas que certezas al mundo de las galerías.
Robo de estatuas: la desprotección del arte público
El hallazgo realizado por la Policía de Investigaciones en un predio cercano a San Francisco de Mostazal causó un profundo impacto por la gran cantidad de estatuas y piezas patrimoniales que el coleccionista Raúl Schüler había acumulado en su predio, algunas de ellas íconos públicos muy conocidos. La mayoría de estas obras fueron robadas de cementerios y lugares públicos y datan del siglo XIX y XX. El fenómeno abrió un debate jurídico sobre la desprotección en que vive cierto tipo de estatuaria, que, si bien tiene protección como monumento público, su sustracción constituye un delito común, a diferencia de aquellas obras que tienen alguna categoría patrimonial prescrita en la Ley de Monumentos Nacionales. Estas últimas son perseguidas, en caso de robos, como delito patrimonial y para ello existe incluso una unidad especial de la PDI. La ausencia de esta protección se explica en parte por la desvalorización que ha vivido el arte estatuario del siglo XIX, en comparación, por ejemplo, con el arte colonial o precolombino. Ello ha incidido en que el mercado negro florezca.
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