La Tercera
El músico y poeta se presentará este viernes en Club Chocolate para repasar gran parte de ¿Quién mató a Gaete?, álbum que cumple 22 años y que fue editado en vinilo por Sony Music este 2018. Además de ello, en la siguiente entrevista repasa el trabajo junto a Álvaro Henríquez, la obtención del premio Escrituras de la Memoria por su libro Algo nuevo anterior y el caso Catrillanca.
Por Felipe Rojas
– ¿Cómo está de salud?
– Estoy bien (…) estoy tocando, estoy muy contento.
Al teléfono Mauricio Redolés. Con tono amable y risas suaves intercaladas acompaña la conversación. El músico y poeta se presentará este viernes desde las 21 horas en el Club Chocolate, instancia en la que aprovechará de repasar gran parte de ¿Quién mató a Gaete?, álbum que lanzó en 1996 y que Rolling Stone lo escogió como uno de los 50 mejores de la música chilena, como también temas de One, two, tres, cuatro.
Sumado a esta presentación, Redolés tendrá un enero activo: estará en La Cumbre el próximo 12 en el Club Hípico; en Woodstaco, que se desarrollará del 11 al 13 del mismo mes; y el 23 realizando un monólogo en Sala Master acompañado de Los escarabajos de Yungay, grupo que reversiona canciones de The Beatles y que lo ha acompañado en otras presentaciones.
El músico cuenta que este 28 de diciembre estará en escenario junto a Claudio Narea, Carlos Corales y Denise (de Aguaturbia), Gonzalo Foure (Santa Feria), Marta Leyton y Ricardo Duhart, además de su banda que lo acompaña habitualmente.
¿Quién mató a Gaete?
“Fue una época con mucho trabajo, un momento muy creativo”, recuerda Mauricio Redolés sobre ¿Quién mató a Gaete?, cuarto álbum de estudio que contó con la producción de Álvaro Henríquez y Hernán Rojas, además de la participación de Cuti Aste y de su hijo Sebastián Redolés, quien aparece en los segundos finales de la canción que le da nombre al álbum, repitiendo el coro con leves variaciones. Sumado a ellos, el poeta destaca también a Joaquín García y Eduardo Tumayan, quienes fueron parte de la grabación de los temas.
Tanto Redolés como Henríquez pasaron por momentos de salud delicados durante los últimos años (ACV y trasplante de hígado, respectivamente). Si bien el poeta afirma que no ha podido ver personalmente este último tiempo al vocalista de Los Tres, toma como una muy buena noticia su recuperación. “Con su hermano el ‘Huevo’ Henríquez le mandé el vinilo de regalo a Alvarito, así que espero que haya disfrutado de esa edición”, cuenta el hombre de One, two, tres, cuatro.
Volviendo a ¿Quién mató a Gaete?, una de las canciones que Henríquez trabajó como productor fue “Llegando a Yungay”, que destaca por sus cambios de intensidad entre las estrofas y el coro. Redolés afirma que inicialmente solo tenía tres acordes (LAm, SOL y FA) y que al ensayarla con un grupo de músicos entre los que estaban Nicolás Oyola, Camilo Salinas y Tocori Berrú, adquirió otro rumbo. “Ellos hicieron una rearmonización, que es la que tiene actualmente. Le metieron como quinientos acordes distintos, pero la línea melódica es la misma. Y Álvaro Henríquez, cuando la escuchó, le metió esa explosión de batería y ruidos”, relata el artista.
Otra de las canciones que es eje de la conversación es “El espejo”, la cual Redolés afirma que es un homenaje a la música de los años 50, específicamente a la música de la Orquesta Huambaly. “Yo me encontré con don Humberto Lozán (vocalista de la Orquesta Huambaly) poco antes de que muriera y le dije ‘yo tengo una deuda con usted’. Nunca pude hablarlo con él, porque falleció al poco tiempo, estaba enfermo, pero la deuda era que ‘El espejo’ es un homenaje a Humberto Lozán, a la Huambaly, a toda esa música”, relata.
A su vez, añade que le gustaría regrabarla en portugués. “Creo que hay que mandarle poesía a los hermanos brasileños estos días”.
Para cerrar esta parte de la conversación queda el tema que da nombre al disco. Pero, ¿quién es Gaete? La historia la cuenta Redolés a continuación:
“Nació de un amigo mío, Pedro Gaete, que era el dueño de un local que estaba en la Alameda, al lado del Cine Arte Alameda, que se llamaba La Casona de San Isidro. Yo iba a tocar ahí en los años 80′ y él estaba siempre ahí, como dueño del local, y yo le decía al garzón de ahí, al chico Solís, ‘quién mató a Solís’, que era una canción que estaba de moda. Y a él le decía ‘quién mató a Gaete’, y de ahí fue quedando la frase y después fuimos llenándolo con rimas, etc”.
Esa frase mutó a una canción de 6 minutos y 43 segundos marcada por sus distintos estilos, todos bien empalmados entre sí, como pasaba con los temas de los primeros discos de Queen. “La grabación fue un verdadero Frankestein, me acuerdo que así lo llamamos, porque fuimos grabándolo por trozos: la cumbia se grabó un día, la parte rápida se grabó otro día”, cuenta Redolés sobre “¿Quién mató a Gaete?”, donde Henríquez también participó como productor. El poeta añade que fue una de las composiciones más difíciles de grabar de ese álbum. “Hasta última hora estuvimos haciendo versos, sacando otros. Incluso por ahí circula una versión en papel en un cancionero apócrifo donde hay otros versos que no son los grabados”, relata, con risas de por medio.
Catrillanca, memorias y guetos verticales
En octubre de este año el Ministerio de las Culturas anunció a Mauricio Redolés como ganador del premio Escrituras de la memoria 2018 por su obra Algo nuevo anterior, recibiendo la condecoración el pasado 5 de diciembre, momento que el mismo artista subió en un video a su cuenta de Twitter.
“Estoy muy contento con el premio”, cuenta, descartando de paso que existan condicionantes para el reconocimiento. “No es un premio de consuelo al viejito de bastón que es Mauricio Redolés. Es un reconocimiento a una obra bastante vital que está en ese libro”, afirma, agregando que el texto también estará en venta este viernes en Club Chocolate.
-Cuando recibió el premio por parte de la ministra Consuelo Valdés, usted apareció con una polera que tenía estampado el rostro de Camilo Catrillanca. ¿Qué le genera a usted todo el entramado de su caso?
-Yo creo que (Andrés) Chadwick debiera renunciar por la decencia del Estado de Chile, con eso te lo resumo todo. Creo que lo ha hecho muy mal. Y le deseo la mejor de las suertes a Rozas (nuevo general director de Carabineros). Y te voy a hacer una predicción: en 10 años más, 2028, Rozas va a ser candidato a Presidente de la República. Acuérdate. No te digo más.
-Y de Camila Flores, la diputada que se mostró orgullosa de ser pinochetista…
-Mira, a mí ella me da pena. Ni siquiera puedo sentir rabia ni odio contra ella, por la brutalidad que dice. Me da pena porque ella es una víctima de la falta de memoria y de la construcción de una memoria falsa que ha hecho la derecha en Chile. Aquí se ha falseado la verdad histórica, por lo tanto esta pobre niña sale con esa brutalidad que no tiene parangón. Ella es pinochetista, o sea ella está de acuerdo con que a las mujeres se les arrancaran los pezones con un alicate. ¡Eso es lo que está diciendo! Es muy penoso.
-¿Hay algún músico chileno que le llame la atención por su lucidez?
-A mí me gustan mucho las entrevistas, también la música, de Álex Anwandter. Pero en las entrevistas se ve un tipo absolutamente lúcido. Y me gusta mucho también como la perseverancia y el esfuerzo de la Mon Laferte la tienen donde la tienen.
-Usted ha vivido gran parte de su vida en el Barrio Yungay, lugar que destaca por sus casas antiguas. Sin embargo, gran parte del sector poniente y centro ha mutado geográficamente y está lleno de edificios. ¿Qué le parece esto?
-Lo encuentro muy lamentable. Yo lo he denunciado en múltiples crónicas que he escrito, cómo se ha destruido la ciudad. Se destruyen los barrios, todo en favor del capital financiero de las inmobiliarias, construyendo verdaderos adefesios en vez de edificios en que vive la gente amontonada como ratones. Las consecuencias sociales de toda esta transformación urbana que ha tenido Santiago se van a ver en unos años más. Va a ser una ciudad realmente invivible. Y además que hemos perdido el patrimonio arquitectónico. Santiago de Chile era una ciudad muy bella. Hay una sección que publica un señor Alberto Sironvalle, en Twitter, donde muestra como era Santiago hace 40-50 años atrás y era otra ciudad, era una ciudad agradable, amable. Muchas veces se critica a Santiago por ser el gran beneficiado del centralismo, de la forma en cómo se ven las cosas en Chile, pero también es la gran víctima, porque llega a vivir tanta gente a Santiago que nacen esas poblaciones callampas verticales que son horribles.
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