El Mercurio
De la música de fusión y de clubes a la música experimental y camerística, en esa diversidad de estilos se sitúan los últimos trabajos discográficos de 2018.
IÑIGO DÍAZ
Faltaba la última pieza de la obra que el pianista y compositor Mario Feito había iniciado en 2007 con el disco "El último patagón". En ese fin del mundo austral se inspiró primero y más tarde fue el desierto nortino el que lo llevó a publicar en 2012 el disco "El valle del tiempo". Ese recorrido lo sitúa ahora en la ciudad, en el cierre de la trilogía, un disco que inesperadamente terminó llamándose "Dalila".
"La muerte de mi madre Dalila cambió todo. Me cambió a mí. Me puse a componer otras cosas, que al final se transformaron en una despedida para ella", dice Feito, respecto de piezas como "Pedacito", "Dalila en tránsito" o "El último adiós". Publicado por el sello Animales en la Vía, fue grabado con el trío que completan Pablo Vidal (contrabajo) y Nicolás Ríos (batería), además de Luz Cuadros (clarinete) y Matías González (guitarra) en las secciones ampliadas a quinteto.
"Li" es el tercer trabajo del clarinetista Mauricio Barraza. "Escribí un poema para reconciliarme con las palabras. Se llamaba 'Li', voz que viene del chino y significa lo que está adherido al fuego", cuenta Barraza. Musicalmente se grabó de una sola vez con un cuarteto sin línea de bajo: Sergio Valenzuela (piano), Esteban Sumar (guitarra) y, otra vez, Nicolás Ríos (batería).
"Ese día se ausentó el contrabajista y tocamos igualmente. Me encantó porque el sonido es puro. Siento que la música hoy día es muy neurótica y perfeccionista. Hay poco espacio para el error. 'Li' es lo que es", dice.
Si de grabaciones a primeras tomas se trata, el saxofonista tenor Agustín Moya tiene jinetas. Su serie "Standards sessions" se grabó en una jornada con el trío "pianoless" junto a Maximiliano Flynn (contrabajo) y Carlos Cortés (batería). Acaba de publicar su tercer volumen de una tetralogía que finalizará en 2019. "Los chicos tocaron una tras otra durante cinco horas, con unos breves descansos. Creo que no hay otro grupo que pueda sostener esa carga", dice Alejandro Sánchez, productor y editor del sello Vértigo.
En la recta final de 2018, el aplaudido cuarteto del saxofonista alto Cristián Gallardo publicó en vinilo "Crisis" (Aconcagua Records), álbum que incluye bajo eléctrico, sintetizador, samplers y declamaciones poéticas.
Los guitarristas Sebastián Prado y Cristóbal Gómez volvieron a grabar, casi sin respiro, sus nuevos discos, "Palabras malditas" e "It could happen to you", respectivamente. Mientras, el bajista de jazz fusión Felipe Catrilef puso en marcha a su poderoso trío eléctrico con "Unicroma", junto a Óscar Pizarro (pianos) y Jordán García (batería). En cambio, la pianista Carmen Aguilera presentó un quinteto con los saxofonistas doctos Alejandro Rivas (soprano y tenor) y Karem Ruiz (alto y barítono) para el álbum casi conceptual "Pequeña suite y otras creaciones".
"Este disco es distinto al que grabé el año pasado. Las composiciones exploran otras sonoridades y armonías", dice el trombonista de Valparaíso José Moraga acerca de "La estación".
Pero no es lo único que ocurrió en el puerto. La Sala Musicámara, la Sala Rubén Darío y el Club Alemán fueron epicentro del jazz en Valparaíso. Allí se realizaron los conciertos de un ciclo en memoria del legendario y fallecido disc-jockey de la radio Valentín Letelier, don Jorge González Mancilla. Selecciones de 14 conciertos forman el primer volumen del disco "Jazz 97.3", el dial de la radio, que presenta a figuras en los márgenes del jazz contemporáneo chileno.
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