domingo, diciembre 02, 2018

Orquesta Sinfónica de Chile: Una temporada que culmina pródiga en logros

El Mercurio

Jaime Donoso A.
El viernes, en el Teatro de la Universidad de Chile, la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, bajo la conducción de Leonid Grin, realizó el decimoséptimo concierto de su temporada 2018, culminación de un año pródigo en logros.

De Celso Garrido-Lecca, compositor peruano y con una vinculación de larga data con nuestro país, se oyó su "Epitafio encendido" (2003), obra dedicada a Jorge Peña Hen, asesinado en 1973. Compuesta para recitante y orquesta, desde su inicio desencadena un discurso que no hace concesiones a la crueldad de la tragedia apoyándose en el poema XII de "Alturas de Macchu Picchu", de Neruda. Desde los emblemáticos versos iniciales ("Sube a nacer conmigo, hermano, dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado. No volverás del fondo de las rocas, no volverás del tiempo subterráneo"), el autor, con encomiable concentración, desarrolla un lenguaje poderoso donde no falta una oportuna cita a la Pasión según San Mateo, de Bach. El tenor Felipe Gutiérrez actuó como recitante, con voz timbrada, clara dicción y expresión, optando por un enfoque más compasivo que trágico. La presencia del autor en la sala confirió especial realce a la versión.

Se podría decir que el Concierto Nº 4 para Piano y Orquesta, de Beethoven, es el más "camarístico" de los cinco que compuso. De luminosa belleza, exhibe un lenguaje profundo y contenido y una "naturalidad" que también fue una clara característica del arte del solista norteamericano Ben Kim. Siguiendo lo que es ya una cierta tradición, Kim interpretó el inicio en el piano muy libremente y esa flexibilidad fue obedientemente acatada por el director y la orquesta durante los primeros 13 compases, fijándose el tempo recién a partir del compás 14. En el segundo movimiento, Grin optó por un pulso para la orquesta algo más rápido que el que se oye habitualmente, pero sirvió para establecer un contraste en que las respuestas del solista, más tranquilas, alcanzaran una profunda emocionalidad. De ahí hasta el movimiento final, la versión fue óptima y las ovaciones hicieron que Kim ejecutara, fuera de programa, una diáfana versión del "Claro de luna", de Debussy.

La Sinfonía Nº 10 de Shostakovitch está rodeada de vicisitudes extramusicales. Hurguetear en las circunstancias histórico-políticas de su composición y las declaraciones del propio autor ("Es acerca de Stalin y los años de Stalin. Hay muchas otras cosas, pero esa es la base") puede ayudar a comprender el contexto, pero poco ayudan a apreciar la música en sí misma. El extenso primer movimiento sirvió para aquilatar el soberano manejo de Grin, y el segundo y el cuarto tuvieron una fuerza propulsiva arrebatadora que causaron el frenesí de los auditores.

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