El Mercurio
Comprometida con el arte y lo social, la destacada soprano creó una fundación que lleva su nombre para ayudar a talentos que no tienen recursos para seguir estudiando. Pero se han topado con la triste realidad de que en Chile es muy difícil conseguir fondos para el arte, por lo que muchas iniciativas no han podido llevarse a cabo.
Catalina Larraguibel L.
Tener voz sana y estar dispuesto a aprender. Esas son las principales exigencias para ingresar a estudiar canto en la Academia de Verónica Villarroel, fundada en 2011 y que actualmente cuenta con 150 alumnos y 21 profesores. Además de canto lírico y popular, se imparten cursos de piano, guitarra, composición, taller coreográfico, teatro musical, coro y violín. Verónica recuerda que "todos los hermanos teníamos nuestras actividades y mucha gente nos preguntaba por qué yo no enseñaba. Para transmitir lo que había aprendido y retribuir a mi país, creamos esta institución. Mis hermanos dejaron sus trabajos y fuimos armando nuestro sueño. Queremos entregar nuestra experiencia, conocimiento y pasión por el canto, formando artistas con un estándar de excelencia".
En el año 2013 y viendo que algunos alumnos con mucho talento tenían dificultades económicas para continuar sus estudios, decidieron crear la Fundación, cuyo objetivo es ayudarlos "y que sigan recibiendo los beneficios que trae consigo la música, el arte. Quisimos transparentar aportes que empezamos a recibir y también incentivar a empresas y personas para que se sumen a esta tarea", comentan los directivos de la Fundación, reconociendo que el camino no ha sido fácil y que en nuestro país es una tarea titánica conseguir fondos para el arte. El primer directorio lo integraron Verónica, Ricardo Roa e Ignacio Torrontegui. Más adelante se incorporaron Patricio Ihnen y Francisca Illanes. Junto a ellos también están Yasna y Gerardo Villarroel.
Con emoción recuerdan un coro que formaron en el Hogar de Cristo, donde interpretaron "Sueño imposible" del musical "El Hombre de La Mancha", oportunidad en que nunca fue más verdadero eso de "Con fe lo imposible soñar". Maribel señala que "ellos vivieron un momento importante en sus vidas; no se trató solo de enseñarles la canción, sino que también analizamos la letra y conversamos, se identificaron con el sueño imposible y encontraron en el canto una esperanza de superación". Su intención es seguir trabajando con la institución, pero hasta ahora no han podido hacerlo por la falta de fondos. "Fue impactante y una de las cosas más satisfactorias que hemos hecho como Academia y como Fundación", coinciden Verónica, Maribel y Yasna Villarroel. También han colaborado con la Fundación Paréntesis, que apoya a personas con problemas por consumo de drogas y alcohol. Otro hito fue la creación de un coro de sordos de un colegio que estaba a punto de cerrar "y logramos que siguieran funcionando con la Ley de Integración". Maribel cuenta que "aprendí lenguaje de señas y así partí comunicándome con ellos, luego les enseñé a respirar y sacar la voz. Dan muchas ganas de seguir, pero nos topamos con la falta de fondos".
Escapando del bullying
Además de potenciar sus habilidades artísticas, la Academia es un lugar de encuentro y acogida para algunos alumnos, refugio que les ha permitido escapar del bullying. Uno ejemplo es Enzo Ferrada, 13 años, quien estudia canto desde los nueve y comenta que "siempre me gustó y quiero ser cantante lírico". Su voz es de soprano, por lo que era objeto de burlas en su colegio, del que tuvo que cambiarse. Por recomendación de su psicopedagoga, comenzó a estar más tiempo con sus compañeros de canto y teatro musical. Quienes lo conocen aseguran que el cambio ha sido notable. "Mi sueño es dar exámenes libres y estar todo el día en la Academia", dice. Valentina Ibacache, 11 años, estudia canto y piano. "En el colegio me encontraban rara porque me gustaba la música clásica". Para ella, la Academia es "un lugar familiar en el que estamos muy unidos". Ambos forman parte del elenco de "El extraño mundo de Jack", que preparan con Camila Ibaceta, profesora de Teatro Musical desde 2011, actriz y magíster en Artes Escénicas de la Universidad del Rey Juan Carlos en Madrid.
Il Sogno que vence dificultades
William Camus, ingeniero comercial, y Roberto Díaz, ingeniero informático, dejaron sus bien remunerados trabajos ligados a sus profesiones y desde hace dos años están dedicados ciento por ciento al canto, con presentaciones en todo Chile. "Un día estamos en Puerto Williams y al siguiente en Tocopilla; así son de variadas nuestras vidas ahora", comentan, y Verónica Villarroel acota: "Todo se debe a la fe que uno tiene. Para nosotros es vital dar apoyo a esa fe, a ese sueño que ellos tenían y que lograron cumplir venciendo dificultades, como es dejar una profesión para entregarse al arte". Antes de Ingeniería Comercial, William Campus, barítono, estudió canto. En 2012 ingresó a la Academia y hoy solo se dedica al arte. Por su parte, el tenor Roberto Díaz viajaba desde Ovalle a tomar clases todas las semanas, combinando el estudio con su trabajo, hasta que "empecé a ganarle a la informática y cumplimos nuestro sueño".
En Buenos Aires y Nueva York
Luego de su paso por la Academia, muchos deciden seguir sus estudios en el extranjero y todos destacan la importancia de su paso por el plantel, donde recibieron las herramientas clave para estudiar fuera.
Caterina Asturiano, 27 años, está en la Mannes School of Music de Nueva York. Llegó a la Academia a fines de 2010, cuando buscaba opciones para estudiar canto lírico en forma estable. Tuvo como profesora a Maribel Villarroel, "quien me entregó una base sólida en técnica vocal y conocimientos musicales". Christopher Browne, 26 años, ingeniero civil industrial en Transportes, siempre ha sido un apasionado del teatro musical y es precisamente eso lo que está estudiando en Circle in the Square Theatre School de Nueva York. Llegó a la Academia hace tres años y afirma que todos los profesores del plantel "son maestros de su arte y de la enseñanza". Lucas Maffei, 21 años, estudia Teatro Musical en la Fundación Julio Bocca en Buenos Aires. Cursa tercer año y la carrera dura cuatro "pero me nivelaron y vieron que tenía una buena base gracias a los profesores que tuve en Chile". En 2017 participó en el musical "My Fair Lady" en Vitacura, interpretando a Freddy Einsford-Hill.
Tensión y articulación
Es cantante lírica y fonoaudióloga, profesiones que Angélica Cárdenas combina en la Academia desde 2011. Su labor consiste en "desarrollar y potenciar las herramientas para que el alumno adquiera la técnica correcta con mayor facilidad". Junto a estudiantes de último año de diversas carreras se preocupa de que los futuros artistas tengan una buena respiración, postura, tensión y articulación.
I Tenori, cantantes y algo más
Llegaron a la Academia cuando se dieron cuenta de que el canto es su pasión y no podían dejarlo de lado. Ahí se encontraron con el tenor Pedro Espinoza, quien imparte clases desde los inicios del plantel. Todos con ese registro, encontraron en el cantante y profesor del St. Gabriel School un guía que los incentivó a no abandonar su pasión. Es así como el abogado Ignacio Torrontegui, el cirujano cardiovascular Juan Espinoza y los ingenieros Manuel Recalde y Roberto Díaz crearon el conjunto que les ha permitido hacer presentaciones y darse cuenta de que los anhelos sí pueden ser una realidad.
Ignacio Torrontegui siempre admiró a Verónica Villarroel y antes de ingresar a la Academia tuvo clases con Carlos Beltrami. Juan Espinoza comenta que "cantaba sin ninguna técnica. Un día regresaba del Hospital Dipreca y pasé por la Academia; entré, me matriculé y ya no dejo el canto por nada". Manuel Recalde también tuvo clases con Beltrami, pero las dejó y en 2015 pensó "no puede ser que no haga lo que me gusta y empecé a asistir a clases". Roberto Díaz es también parte de Il Sogno, y da clases en la academia.
Desarrollo de talentos
La Academia es un semillero de solistas y grupos. Uno de ellos es Sing.Co, dirigida por Maribel Villarroel, quien dice que la idea partió de la inquietud por formar un conjunto integrado por adolescentes. Carolina Bunster, Laura de la Puente, Catalina Contador y Antonella Sigala son estudiantes de enseñanza media y se han presentado junto a Verónica y Maribel Villarroel en varios escenarios.
Laura de la Puente estudia composición y además es solista. Vive en Talagante y viaja a Santiago dos veces por semana para asistir a clases. La acompaña su madre, María Paz Henríquez, que recuerda que "un fin de semana leí en 'El Mercurio' que Verónica Villarroel abría una academia y el lunes estábamos aquí postulando". Dice que el ambiente que se vive en el plantel es único. "Creo que para el desarrollo de un artista es clave sentirse comprendido". Coincide Jessica López, madre de Josefina y Carolina Bunster: "Aquí los profesores saben sacar lo mejor de cada estudiante. Los dotan de herramientas, asesorándolos en lo técnico y emocional".
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