Romina de la Sotta Donoso
Cultura
El Mercurio
El Colectivo Etnomedia publica "Aymara (1976-1977)", que visibiliza un rico acervo ritual con raíces precolombinas, y lo distribuye en la región.
El colectivo de investigadores Etnomedia da un nuevo paso en la recuperación de la memoria musical de nuestro país, con la publicación del disco "Aymara (1976-1977). Registros de María Ester Grebe Vicuña". Al mismo tiempo, cierran un proceso que estuvo inconcluso por 40 años, al restituirles estas grabaciones a las comunidades del interior de Tarapacá que compartieron su acervo con la etnomusicóloga fallecida en 2012.
Tras varios años de visitas en terreno, al equipo de profesionales liderado por el antropólogo Mauricio Pineda solo le faltaba llegar a Isluga, en la comuna de Colchane, para completar su campaña de restitución. Y el 21 de diciembre pasado lo lograron, justo para la fiesta patronal de Santo Tomás.
"Llegamos con los discos como una forma de decir, 'Mire, la doctora Grebe grabó esto, lo traemos de vuelta y nos gustaría seguir trabajando con ustedes, ¿qué les interesa que hagamos'. Esa es la manera correcta. Este reencuentro es muy emocionante para las comunidades, porque los que aparecen registrados son sus tíos, padres y abuelos, y es muy potente volver a escuchar la voz en una cultura donde los conocimientos y la tradición se transmiten a través de la oralidad", dice Pineda.
La entrega la hicieron dentro de la lógica de esta fiesta patronal, es decir, sumándose a la entrega de regalos que hacen los padrinos. "Lo que uno ve en estas fiestas es que son procesiones y que tocan música en distintos momentos, pero estamos frente a una decantación de formas culturales y de procesos sociales que tienen una profundidad de 13 mil años. Entonces son rituales muy elaborados y complejos", aclara.
"En la Colonia se extirparon las idolatrías y hubo una fuerte persecución de las formas religiosas tradicionales aimaras. Entonces se produce el sincretismo y se adoptan los santos que caben más o menos en la temporalidad de sus fiestas anteriores", explica.
Los registros elegidos para el CD "Aymara (1976-1977)" fueron tomados en las fiestas patronales de Santo Tomás, en Isluga, y San Roque, en Chiapa, así como los carnavales de Ancuaque, Pisiga Choque y Enquelca. Para respetar la dualidad aimara en un sentido territorial, incluyeron a representantes del Arak Saya y del Manka Saya -partes alta y baja del valle- de las tres sonoridades rituales: sikuras, lakitas y bandas de bronces.
Los sikuras y los lakitas son conjuntos de flautas de pan o zampoñas. "Pero en el mundo andino la zampoña no se toca completa, sino que sus dos mitades se dividen en dos personas, por lo tanto ninguno de los dos tiene la escala musical completa y la música se conforma a partir de ese diálogo", dice Pineda.
Los sikuras son ancestrales y se fabrican en caña; los lakitas se consolidaron en los años 50 e incorporan el tubo de PVC. Y las percusiones que las acompañan son muy distintas: "Los sikuras tocan con una suerte de caja challera, y los lakitas, con percusiones de banda militar".
Además, existe canto en aimara, con acompañamiento de bandona -pariente del charango-. "Al sacrificar a los llamos se canta al aguatiri , que es el espíritu pastor, para que se lleve sus espíritus a pastar en el cielo", advierte Pineda. El disco está en Archivomariaestergrebe.cl.
"Esta música es una puerta de entrada para conocer la profundidad de la cultura aimara, que tiene mucho de astronómica y de observación de la naturaleza. Lo que investigaba la doctora Grebe es que las melodías, los 'toquíos' tradicionales, vienen a ser una suerte de mapas cósmicos en los cuales las notas corresponden a cerros o estrellas, y a la relación que hay entre estos", cierra Mauricio Pineda.
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