Bárbara Alcántara A.
Vidactual
El Mercurio
Cada personalidad que dibuja tiene una textura y trazos que llaman la atención; se trata del trabajo de Sergio Córdoba, el artista detrás de Dibujos de Cucho, uno de los pocos en Chile que se han especializado en música.
La anécdota con David Byrne lo marcó y desde ese día decidió que su oficio se podría convertir en algo profesional; es por eso que sus dibujos ya tienen un nombre que poco a poco se transforma en una marca. "Dibujos de Cucho" son ilustraciones de íconos del rock que Sergio Córdoba (42) realiza y exhibe en su cuenta de Instagram que lleva el mismo nombre (@dibujosdecucho).
Gracias a dicha plataforma, la productora del Festival Lollapalooza lo contactó para que dibujara a seis personajes rockeros que estarían en la versión del festival de 2018. Así creó un retrato del ex Talking Heads y consiguió entregárselo personalmente en el espacio acondicionado para los artistas que dispone el evento. "Yo iba nervioso, llevé mi libro para que me lo firmara ("Cómo funciona la música"), estuvimos en el camarín y él fue muy amable". Luego posteó la fotografía que se hizo junto al hombre tras "Psyco Killer" y la recepción de sus seguidores fue positiva, por lo que se percató de que, finalmente, y después de tanta búsqueda artística, había encontrado un nicho por explorar.
Después de eso, el ilustrador chileno programó otro encuentro. Ahora sería el turno de Nick Cave; hizo su retrato, pero además y a sabiendas de la admiración de Cave por Leonard Cohen, le llevó uno del compositor canadiense. "Él fue muy amoroso y cercano; se río cuando se los entregué, e inmediatamente llamó a la persona que lo acompañaba para que los guardara". Del mismo modo lo hizo con la voz de Deftones, Chino Moreno. "Entré por la parte de atrás del Hotel W y ahí logré robarle unos minutos, fue un encuentro muy corto", cuenta y agrega que debido a esta búsqueda de artistas ha logrado acceder al mundo de los fanáticos y toda la organización que hay detrás para conseguir una fotografía o un autógrafo de sus ídolos. "Roger Waters me firmó un disco; cuando le pasé su retrato, lo miró y mandó a que lo guardaran. Un amigo que trabaja en la productora me dijo que se lo llevaron en un baúl del sonido", rememora y revela que el baterista de The Police, Stewart Copeland, ni siquiera accedió a posar para una fotografía, "fue bastante parco y básicamente me ignoró".
El licenciado en Artes de la Universidad Arcis recuerda que 2012 fue un año especial, porque logró conectarse con lo que eternamente había aspirado: "Siempre quise ser músico, pero no saqué el oído, entonces esto me acercaba a lo que constantemente me había gustado", concede, mientras cuenta que ha trazado los rostros de más de sesenta artistas. Empezó con sus ídolos de juventud Axl Rose y Flea; actualmente cuenta con un catálogo que incluye a Iggy Pop, Jarvis Cocker, David Bowie, Bob Marley, Lemmy Kilmister, Mick Jagger y John Lennon, entre muchos otros.
"Generalmente, los rostros que están más avejentados tienen mayores matices; entonces es más desafiante lograr la expresión de la piel y la cara", afirma y contesta que de los músicos chilenos, los retratos más logrados, según él, son los de Álvaro Henríquez y el de Macha Asenjo, de Chico Trujillo, pero reconoce que es un terreno que le falta por recorrer al igual que los bosquejos de mujeres. "Me cuesta dibujarlas, porque a los hombres los puedo afear, hacerlos más caricaturescos; en cambio, con una mujer eso es más difícil", dice y enumera que "solo he hecho a Patti Smith, Kim Gordon, Amy Winehouse".
Cucho, quien también está a cargo de la distribución de la revista del Centro Cultural Gabriela Mistral, advierte que la técnica que usa es mixta. Primero dibuja a mano la fisonomía del rockero que generalmente está más ligada al expresionismo. "Me gusta que salga más crudo" dice. Luego, dicho retrato es escaneado y digitalmente le añade las sombras, los colores y el volumen. Posteriormente, llega el momento de la impresión que se hace de dos calidades, "una que es en un papel de 310 gramos, con chorros de tinta y mayor porosidad ($60.000) y otra que es láser, en un papel de algodón, libre de ácidos, de 270 gramos ($20.000)", explica y añade que generalmente las medidas son de 48 x 33 centímetros, "a no ser que sea un trabajo por encargo, eso es conversable", dice, mientras termina su café para seguir su rumbo en bicicleta y terminar con el reparto de revistas del GAM.
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