El Mercurio
B. C.
Al mismo tiempo en que se iniciaba la tercera jornada del Festival de Viña, el diez veces visitante a la Quinta Vergara deleitaba anoche a su más leal fanaticada en la capital. A las 21.15 horas, Miguel Bosé subió al escenario del Movistar Arena con un vestuario calcado al de su presentación viñamarina: estricto negro, zapatillas y un profuso delineado en sus ojos.
El español comenzó su espectáculo con "Sereno", seguido de "Duende" y "Nena", en una réplica del que había dado dos noches antes en Viña del Mar. Fue una actuación que, salvo mínimas rotaciones, se mantuvo fiel a la que presentó en el Festival.
Junto con invitar a repasar su carrera de 40 años, Bosé planteó: "Viña fue increíble, pero ahora le toca a Santiago y aquí comienza la aventura".
En su voz ya no había signos de la ronquera -producto del resfrío de que fue objeto- que fue notoria en su presentación del martes último y que le produjo dificultades vocales en algunas interpretaciones.
La energía del intérprete español no decayó anoche en ningún momento. Solo hizo algunas pausas para recordar su relación con Chile o para pedir a los presentes que alzaran sus brazos en medio de un descargo a favor de la paz mundial.
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