El Mercurio
"Luis Miguel, la historia" concreta en estos días su arribo con la mira puesta no solo en el astro mexicano, sino también en la figura más determinante de su pasado y su presente: su controvertido padre.
Por Sebastián Cerda
A ratos parece que el cronograma lo hubiera fijado una verdadera agencia de inteligencia, con el objetivo claro de cambiar la realidad, sembrar un clima e infiltrarse en el público. De otro modo cuesta explicarse la manera en que Luis Miguel, el gran astro mexicano, pasó en cuestión de semanas de ser un artista en la cuerda floja, rodeado de rumores, demandas y líos, a erigirse una vez más como el gran imán de atenciones que siempre ha sabido ser.
O quizás sí es fácil de explicar: puede ser, simplemente, que Luis Miguel es Luis Miguel, uno de esos que están más allá de los vaivenes temporales, y hoy lo demuestra con la expectativa, el hambre y la curiosidad que despierta su vida, de la mano de dos vertientes. De un lado, la serie biográfica que a las 00:00 horas de este lunes, la noche del domingo, estrena la plataforma Netflix; de otro, un libro que ya está en tiendas chilenas, bajo el título "Luis Miguel, la historia" (Aguilar, $14.000).
Aunque, en rigor, son dos caras de una misma moneda, porque la biografía escrita por el español Javier León Herrera es uno de los principales afluentes para la producción que en Norteamérica emitirá también Telemundo, e incluso el autor oficia como asesor en la misma.
La historia, cuenta Herrera, contiene claves para entender incluso la reciente crisis experimentada por el hombre de "La incondicional", que califica como "la más grave que él ha sufrido en el último tiempo", y que incluyó erráticas presentaciones en vivo, líos judiciales con colegas y ex managers, órdenes de detención, suspensiones a último minuto, y cambios físicos no muy halagüeños.
Las causas para ello pueden estar en asuntos puntuales, como "una afección en un oído llamada tinnitus, que en un momento le hizo temer que no pudiera cantar". Pero también pueden estar en "la historia que cuento", dice, y que además de Luis Miguel tiene a dos protagonistas muy marcados: su padre, Luis Gallego Sánchez, y su madre, Marcela Basteri.
A 25 años de la muerte del primero, y a casi 32 de la desaparición de la segunda, es posible que ambas figuras sigan rondando al cantante, como fantasmas que difícilmente podrán abandonarlo algún día. No solo por un asunto freudiano, sino sobre todo por el color traumático que sus huellas no dejan de exhibir.
Padre pillo y despilfarrador
"Luis Miguel, la historia" tiene un título alusivo a una figura excluyente, pero buena parte de sus páginas están dedicadas íntegramente a Gallego y Basteri. Sobre todo al primero, a quien se termina sindicando como el eje en torno al cual se cimentó el éxito de su hijo, y también los males que marcaron a fuego a toda la familia.
Para Herrera, es natural esta presencia preeminente del progenitor: "Sin contar su entorno, no podemos entender la historia de un artista precoz. Máxime cuando en una historia como esta se da el caso de que la fuerte personalidad del papá influye mucho en el devenir de los acontecimientos. Entonces, claro, para contar al lector cuál es la vida de Luis Miguel, hay que retrotraerse al momento en que se conocieron dos personalidades tan opuestas, como fueron la mamá y el papá. Todos esos ingredientes influyen muchísimo en su personalidad y en cómo se desarrollan los acontecimientos hasta la muerte del papá, e incluso después".
Esas personalidades opuestas tienen por un lado a Marcela, una hermosa italiana criada en un orfanato y que llegó a Argentina en busca de la familia que le quedaba; y Luis, un andaluz pillo y vividor, jugando siempre al filo de las reglas, y huyendo de todo lugar a causa de sus jugadas truchas.
Una vez consolidada una fulminante pasión entre ambos, dichas personalidades desembocarían en roles claramente demarcados. Ella, sometida, expectante, obediente, acorralada y angustiada; y él, haciendo lo que le viniera en gana y dejando fluir sus lados más oscuros.
Eso incluía jugar al misterio con su relación en la esfera pública, inventar parentescos, perderse en juergas monumentales, entregarse al alcohol y las drogas y hacer de la infidelidad una cuestión rutinaria. Luego, cuando su hijo se destapó como un fenómeno, capturó su carrera en pro del dinero a manos llenas que siempre buscó, y que le sirvió para llevar la vida de despilfarro que sus propias aspiraciones musicales no le pudieron dar.
Luis Miguel se transformó así en su máquina personal de generación de dinero antes de llegar a la adolescencia, sometido a un rigor que fácilmente puede tacharse de explotación. Los detalles al respecto en el libro rozan lo escabroso, y el propio Javier León cuenta que se sorprendió con lo que fue encontrando en su investigación. "Te vas sorprendiendo muchísimo de lo que vas descubriendo, y mientras más indagas, más descubres. Hay cosas que incluso me tuve que guardar para mí mismo, sin dejar de ser fiel al lector, pero creo que igualmente he contado con bastante detalle el perfil de él", dice.
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