domingo, abril 29, 2018

Improvisaciones de Rodrigo Espinoza: El pulso libre y múltiple de un contrabajista

El Mercurio

"Siete flores negras" es un disco destacado del año jazzístico, una obra abierta sustentada en el concepto de la "música creativa". 

Por IÑIGO DÍAZ

Son músicos de tres ciudades del mundo, reunidos en un día cualquiera en un estudio de grabación para empezar y terminar en pocas horas "Siete flores negras". Es uno de los discos más interesantes del jazz chileno actual, el resultado de ese encuentro entre improvisadores y una evidencia más de que los jazzistas hablan un lenguaje propio.

Son el pianista argentino Leo Genovese, que vive en Nueva York; el baterista chileno Gabriel Puentes, instalado hace 20 años en Ciudad de México, y el contrabajista Rodrigo Espinoza, en Santiago de Chile. Este último impulsa este trabajo editado por el sello Discos Pendiente. "Cuando supe que Leo y Gabriel vendrían a Chile, conseguí la sesión de grabación y me puse a escribir durante tres semanas este material para tocar con ellos. La música está pensada en las características propias de los dos", explica Espinoza.

Actualmente un demandado contrabajista, Espinoza ha logrado réditos por meritocracia absoluta. Aparece como sideman en importantes álbumes del último período, como "Paréntesis" (Agustín Moya), "Trapecista" (Sebastián Jordán) o "Shah mat" (Diego Riedemann), que ganó un premio Pulsar. Nunca estudió formalmente el contrabajo. "Mi educación la hice investigando, escuchando discos, tomando clases breves, hasta que me fui a Nueva York para un seminario", cuenta.

La voz interior

Esa experiencia fue fundamental en el salto de Rodrigo Espinoza como creador. Allí fue alumno de contrabajistas como Michael Formanek y Drew Gress. "Con ellos me familiaricé con el concepto de la 'música creativa' ( creative music ). Existe una voz principal en la música, que no siempre es reconocible al oído y a veces es muy abstracta. Es una voz interna que produce el movimiento de todas las otras voces", señala Espinoza.

"Siete flores negras" es, de hecho, un ejercicio de música creativa. Espinoza preparó ideas para desarrollar libremente por el trío. "Se trabaja a nivel de un colectivo, sin solistas. La música simplemente está expuesta y esa voz principal empieza a aparecer. Cada uno se mueve hacia distintos lados, hasta regresar a la idea de la voz principal en distintos momentos", dice respecto de piezas como "Jauría", "Paisaje (de la memoria)" o "El soldado".

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